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Mientras YoonGi esperaba en su piso, Jungkook trataba de mimetizarse con su entorno, como un camaleón.

Se mostraba encantador con sus colegas, aunque tenía las entrañas revueltas y la mente desbocada. Se obligó a comer y rechazó una copa tras otra. Estaba convencido de que, cuando llegara a casa, YoonGi ya no estaría allí. Habría salido huyendo.

No es que eso lo pillara por sorpresa. Sabía que pasaría tarde o temprano. Lo que no se había imaginado era que sería precisamente ése el secreto que los separaría. Jungkook sabía que no se merecía a YoonGi por muchas razones, razones que se había callado como un cobarde. No era una cuestión de amor, no creía que pudiera llegar a amarlo nunca. No era posible amar a alguien como él. Pero había esperado poder cortejarlo el tiempo suficiente para que el afecto y la amistad los unieran, a pesar de algunos de sus oscuros secretos. Pero ya era demasiado tarde.

Cuando por fin llegó a casa, se sorprendió al encontrarlo durmiendo en el sofá. Su rostro era la imagen de la serenidad. Trató de no tocarlo, pero no lo logró. Alargó la mano y le acarició el pelo, murmurando unas palabras tristes en italiano.

Necesitaba música. En esos momentos necesitaba una melodía que lo ayudara a calmar la agonía, pero en la única canción que podía pensar era en Mad World, de Gary Jules. Y no quería estar oyendo esa canción cuando YoonGi lo abandonara.

Él abrió los ojos de repente. Vio que Jungkook se había quitado la americana y la corbata y que se había desabrochado tres botones de la camisa. También se había quitado los gemelos y se había remangado.

Jungkook sonrió con cautela.

ㅡNo quería despertarte.

ㅡNo pasa nada, sólo había cerrado los ojos un momento.

YoonGi bostezó y se incorporó lentamente.

ㅡPuedes seguir durmiendo.

ㅡNo creo que sea buena idea.

ㅡ¿Has comido algo?

Él negó con la cabeza.

ㅡ¿Te apetece hacerlo ahora? Puedo prepararte una tortilla.

ㅡNo, tengo el estómago encogido.

A Jungkook le molestaba que se negara a comer, pero prefirió no discutir, consciente de que una discusión más grave se acercaba por el horizonte.

ㅡTengo un regalo para ti.

ㅡJungkook, un regalo es lo último que necesito en este momento.

ㅡNo estoy de acuerdo, pero puede esperar. -Se removió incómodo en el sofá, sin apartarle los ojos ㅡ. Llevas un chal y estás sentado al lado del fuego, pero sigues estando muy pálido. ¿Tienes frío?

ㅡNo.

YoonGi empezó a quitarse la pashmina, pero los largos dedos de él le sujetaron la mano.

ㅡ¿Puedo?

Él retiró la mano y asintió receloso.

Jungkook se acercó y él cerró los ojos cuando su aroma lo envolvió. Con delicadeza, él le desenrolló el chal con las dos manos y lo dejó entre los dos, en el sofá. Luego le acarició el cuello con los nudillos.

ㅡEres precioso ㅡmurmuróㅡ. No me extraña que todos los ojos estuvieran clavados en ti esta noche.

Él se tensó al oírlo y Jungkook se echó hacia atrás, maldiciéndose entre dientes.

Al bajar la vista, YoonGi se dio cuenta de que no había llegado a quitarse las botas, pero a Jungkook no parecía molestarle.

ㅡSiento haber puesto las botas sobre el sofá. Me las quitaré.

THE DIVINE HELL [KookGi] +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora