Mustafá no es el primogénito del Sultán Süleyman, sí no qué aquella joven de cabellos dorados y mirada tan feroz casi como la de su padre, Shahnaz, fue la primogénita del Sultán, nacida en 1512 cuándo su padre aún era un príncipe en Manisa. Todos la...
1 semana ha pasado, todo en Manisa estaba bien al igual qué en Estambul.
- Cevri Hatun. - Llamó la castaña de cabellos rizados a una de las encargadas del harén.
- Qué quieres Rasha. - Respondió de mala gana.
- Está noche iré a los aposentos del príncipe, quiero qué me ayudes a prepararme. - Le dijo ante la atenta mirada de las muchachas qué estaban de lado de la sultana Nergis.
- Rasha sabes cuál será tu castigo sí lo haces. - Dijo levantándose de los cojines para acercarse a ella.
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- ¿Y quién es la sultana Nergis aquí? - Le pregunto con seriedad la Hatun. - Cómo sabes ella no es hija del príncipe llegó aquí para ser un estorbo.
- Cuida tus palabras Cevri, recuerda qué las paredes tienen oídos. - Le dijo Ekaterina con una mirada amenazante para después darse la vuelta y dejar a la Kalfa con sus palabras en la boca.
Después de esa pequeña "pelea" la Hatun se llevó a Rasha hacia los baños dejando a una Ekaterina pensativa, pues no sabía lo que tenía qué hacer. Para ser sincera le daba mucho miedo la sultana Nergis y sabía qué todas no solo Rasha se llevaría un castigo.
En la noche.
- Ekaterina. - Una de sus amigas llamó a la joven qué desde la mañana se encontraba pensativa.
- ¿Sí? - Le respondío la muchacha.
- Desde la mañana estás así, ¿te sucede algo? - Le pregunto.
- Rasha es el problema. - Dijo mirando al grupo de amigas de la castaña rizada.
- Es su problema Kate, tú no puedes hacer nada, la sultana Nergis dejo bien en claro su advertencia. - Su amiga le dijo con seriedad.
• • •
Ekaterina estaba cerca de los aposentos de la sultana Nergis, sabía qué se iba a enterar tarde o temprano, pero al menos ella se salvaría de aquel castigo.
- Díganle a la sultana qué quiero hablar con ella. - Le dijo a los guardias de la puerta.
- Espere aquí. - Le dijo uno de ellos para después entrar a los aposentos, ella solo dio un asentimiento.
Luego de unos minutos aquel agha salió.
- Puede pasar. - Con esto ambas puertas fueron abiertas para qué ella pudiese entrar.
Sus manos comenzaron a temblar y a sudar pero ya no había vuelta atrás, por lo qué rápidamente entro.
- Sultana. - Una vez qué entró hizo una reverencia.