¡Emergencia!

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Charlotte exhaló profundamente mientras cambiaba de postura en el asiento, de tener los brazos cruzados sobre el pecho a descansar sobre la consola, encorvándose ligeramente hacia adelante. Hacía rato que había dejado de escuchar a Ray contar otra de sus aparentemente interminables anécdotas. Sus ojos estaban enfocados en él mientras caminaba, hablando y haciendo gestos con las manos para impacto, pero su mente estaba muy lejos, ocupada pensando en sus propios asuntos.

Estaba sola porque Jasper estaba arriba en la tienda, eligiendo gustosamente trabajar allí en lugar de estar aquí abajo escuchando la anécdota de Ray. Schwoz estaba en algún lugar de la cueva, escondido y haciendo quién sabe qué. Y Henry avisó que iba a llegar tarde debido a algunos asuntos en casa... una excusa, ella lo sabía, porque Ray les había advertido que tenía una historia que quería compartir con ellos, así que Henry decidió retrasar su llegada.

Ella era la única allí porque no había salido con ninguna buena excusa y, en el fondo, sentía lástima por Ray. Sus historias eran terriblemente aburridas e inductoras de sueño, pero no tenía amigos con quienes compartirlas además de ellos. Y él había sonado tan emocionado de compartir esta historia en particular... Ella lo soportaría hoy, y Henry y Jasper tendrían que compensarla más tarde.

Más les valía que la compensaran más tarde.

Ella suspiró, parpadeando lentamente, siguiendo la forma de Ray mientras citaba una conversación entre dos personas que no sabía quiénes eran ¡Qué no daría ella por alguna emergencia que la salvara de esta pesadilla...!

Como si alguien allí arriba hubiera escuchado sus pensamientos suplicantes, la alarma sonó indicando una llamada de emergencia y ella se animó con el sonido.

—¡Una emergencia, gracias a Dios! —exclamó, enderezándose en su asiento.

Ray se detuvo en medio de su historia e hizo un puchero por haber sido interrumpido.

—¡Pero aún no había terminado! —se quejó.

—Has estado hablando durante una hora y media —señaló la chica, concentrándose en contestar la llamada.

—Pero aún no llegué a la mejor parte —protestó.

—Ni siquiera llegaste a una buena parte —dijo en voz baja.

En voz alta, ordenó:

—Transformate en Capitán Man.

Ray resopló, cruzándose de brazos y enviándole una mirada petulante.

—Tú no eres mi jefe —le recordó.

Ella se giró para enviarle su aguda mirada de 'Charlotte te acaba de ordenar que hagas algo y será mejor que la obedezcas' y su resolución de desobedecerla se disolvió.

—Bien —refunfuñó, descruzando los brazos y sacando el tubo de chicle de su bolsillo—. Pero retomaré mi relato una vez que termine la llamada —prometió.

Charlotte rodó los ojos y sacudió la cabeza.

—Sí, lo que sea —murmuró ella.

Ray hizo una burbuja y se convirtió en el Capitán Man y luego ella saltó del asiento y dejó que él se hiciera cargo.

—Aquí Capitán Man, ¿cuál es su emergencia? —preguntó bruscamente.

Todavía estaba molesto por haber sido interrumpido.

—¡Rápido, necesitamos ayuda! —un joven suplicó a la cámara.

Aunque su voz sonaba asustada y desesperada, era baja y susurrante.

Charlotte, mirando la pantalla desde un lugar en el que la cámara no la captaba, frunció el ceño mientras observaba el entorno del joven. Parecía estar escondido en un depósito pequeño.

—¿Dónde estás y qué está pasando? —preguntó Ray, ahora curioso acerca de la situación.

—Estoy en un taller mecánico, en el 354 de la calle Benson —les informó—. Estaba arreglando un coche cuando un hombre con una capa negra que sostenía una... espada láser de algún tipo... entró en el taller diciendo que necesitaba una... ¿nave? —El hombre sacudió su cabeza—. ¡Le dije que se calmara o llamaría a la policía porque pensé que su espada era falsa pero no lo era y cortó un auto por la mitad con ella! —explicó, desesperado y aterrorizado.

Charlotte entrecerró los ojos ¿Espadas láser? Esto era nuevo.

Un ruido los interrumpió y el hombre miró a su alrededor mientras temblaba de miedo.

—¿Qué fue eso? —preguntó Ray.

—Creo que me está buscando —respondió el hombre en voz baja, claramente asustado del extraño—. Vine aquí para esconderme y pedir ayuda cuando empezó a destrozar mi tienda.

—¡PUEDO SENTIR QUE TODAVÍA ESTÁS AQUÍ! —una voz áspera gruñó en un tono que heló la sangre del pobre hombre—. ¡SAL Y ENFRÉNTAME!

—Por favor, Capitán Man, tienen que venir a ayudarme, por favor —rogó el hombre al borde de las lágrimas.

De repente, algo comenzó a atravesar la puerta cerrada, haciendo chispas.

—Oh, Dios mío, está llegando, por favor ayúdame, Capitán Man, eres mi única esperanza —fueron las últimas palabras desesperadas que escucharon del hombre antes de que se cortara la conexión.

La cueva permaneció en silencio después de eso cuando el adulto y la adolescente intercambiaron miradas confusas y perplejas antes de que Charlotte pusiera manos a la obra.

—Está bien, ve para allá, le diré a Henry que te encuentre allí —ordenó, volviendo a su lugar detrás de los monitores.

—¡Tú no eres mi jefe! —repitió Ray—. Voy porque pidió por mí y además hay un tipo con una espada láser y eso es lo más genial que ha pasado este mes —dijo mientras se dirigía al tubo.

Charlotte se limitó a exhalar irritada mientras contactaba a Henry para ponerlo al corriente de la situación.

Dark DangerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora