Capítulo 11: Duelo

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Maca

No hay palabras para definir esta sensación. El cómo se te carcome el pecho al pensar siempre en lo mismo ¿Cómo se dice una noticia así? Mi papá con los ojos llorosos, mi hermana abrazándolo fuerte y yo pasmada sin querer admitir lo que estaba sucediendo, nos habían dicho que estaba bien, supuestamete el cáncer había dejado su cuerpo.

Faltaba poco para que llegáramos a la ciudad que me cobijó desde mi primer respiro, de la ciudad que nunca me quise ir.

Me bajé del colectivo y respiré hondo, lo más profundo que pude y sin duda no había comparación con el aire contaminado de Santiago. A paso lento fui hasta la casa de mi viejita, de mi abuela, en el centro estaba el ataúd que estaban velando, en la casa habían varios vecinos, amigas de mi abuela y mi tía Amanda.

—Que bueno que llegaron pronto—. nos dijo

En este escenario odiaba haberme ido, pensaba en que si me hubiera quedado aquí podria haber aprovechado hasta el último segundo con ella, disfrutando de sus comidas ricas, de sus regaloneos y las cosas nuevas que siempre me enseñaba. Mi papá estuvo todo el camino consolándome porque me conocía y sabía que yo era muy cercana a ella, pero que por mostrarme fuerte no iba a decir nada. En el fondo yo sabía que era igual a él, porque el también estaba escondiendo sus emociones.

La única vez que me rompí fue en el cementerio, cuando la dejaron en el lugar donde iba a quedar para siempre, lloré todo lo que estuve guardando el día anterior. Justo cuando cerraron su tumba le pedí disculpas porque no quería volver a pisar ese lugar, pero prometí visitarla en nuestro árbol querido, le dije que siempre la iba a buscar ahí.

Nos quedamos un par de días más y en la puerta de la casa llegaron mis amigas y una niña que no conocía.

—Maquita — me dijo con lástima la Consu abrazándome.

Quería preguntarles o más bien reprocharles porqué no estuvieron apenas llegué, ellas conocían a mi nina y ella las quería mucho, pero preferí evitar la conversación.

—Chiquillas — las saludé a todas.

En ese saludo me percaté que la Paula estaba tomada de la mano con esta chiquilla que no conocía.

—Hola— me dijo ella.

—Ella es la Flo ehmm... mi polola.

—Ah buena.— dije sin ánimo, fingiendo que ese detalle no me había desagradado.

Las hice pasar y conversaron, ellas me ponían al día pero yo estaba en modo automático. Les ofrecí algo para tomar y recordé en mi mente repetidas veces lo que quería cada una. La Paula me acompañó.

—¿Te ayudo?

—Bueno.

—Oye Maca, entiendo por lo que estai pasando y te quería decir que cualquier cosa estoy aquí.

No, no lo entiendes.

—Gracias.

—¿Oye? — le pregunté.

—¿Sí?

—¿Hace cuanto conoces a la Florencia?

—¿A la Flo? — asentí — Hace tres meses más o menos.

—Ah chuta

Ella me abrió los ojos con enojo.— ¿Por?

—¿Y cuánto llevan pololeando?

—Un mes.

—Y todos saben.

—Sí...

—¿Y tus papás?

Amor de Papel • Rubirena •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora