Capitulo 7: Las cartas

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Maca

Ya había pasado más de un dos meses desde el inicio de las clases y por lo menos me sentía más adaptada. Gran parte de esto es por la presencia de mis amigos, si no fuera por ellos esta ciudad para mí sería un martirio.

Me desespera el ruido, el caos y el apuro de la gente. Sin embargo hay cosas que antes no tenía, por ejemplo ir al Mall, tener cines cerca por todos lados y eso de poder pedir cualquier cosa por el celular y que te llegara a la casa me encantaba. La Josefa pedía casi todos los fines de semana alguna comida y mi papá siempre la retaba, pero mi mamá la consentía como siempre. Aunque al final comíamos todos juntos como familia.

En el colegio las cosas iban bien, no soy una mala alumna y tampoco me estreso por tener notas excelentes, así que con eso que respecta iba bien. Otro tema que me tenía un poco volátil, en otro planeta, era la Rubí. Como nuestros grupos se habían fusionado pasábamos mucho tiempo juntas y me perdía en su faceta más chistosa y alegre. Desde hace unos días dejé de autoengañarme y confirmar que me atrae, no sé si todavía "gustar" es la palabra, pero sí hay algo de ella que me llama en todos los sentidos.

Me cuesta definir lo que es "gustar". La primera y única vez que estuve o algo así con aguien, fue porque estaba experimentando con mi mejor amiga y creo que confundimos las cosas solo por la edad en la que estábamos pasando. Un día estábamos en su casa y simplemente nos quedamos mirando las bocas y pasó lo que tenía que pasar, nos besamos. Pero nunca supe si ella realmente me gustó o sólo lo hice porque la cotidianidad que sentía con ella, además que vivimos todo en secreto porque ella no se asumía y después de pocos meses me dijo que no era capaz de contárselo a sus papás.

Yo acepté todo, de todas formas no me molestaba, pero cuando uno vive una relación a escondidas por más que ambas partes estén de acuerdo, las cosas siempre terminan mal. Peleábamos frecuentemente y a mi me daba pena porque sentía que había perdido mi amistad más querida, después hablamos y con sensatez decidimos terminar lo que sea que hayamos tenido y si alguna vez fuera posible, volver a retomar nuestra amistad.

Y así lo hicimos, pero justo cuando habíamos vuelto a hablar mis papás llegaron con la noticia de que nos íbamos a otra ciudad.

Esa es una parte que me tiene triste o nostálgica, mis amigos de San Pedro. Al principio siempre nos llamábamos o mandabamos mensajes, pero ahora no recibo ni un meme. Yo les hablaba, pero tampoco obtenía respuestas muy elaboradas. Empecé a cuestionarme mucho si mi presencia en sus vidas realmente la valoraron o fui una persona más que luego olvidarán.

Seguía en ese juego tortuoso, que me empezaba a afectar en el día a día, a veces comenzaba a cuestionarme lo mismo con mis amistades de acá de Santiago, por lo que a veces mientras todos conversaban yo me sumia en mis pensamientos replanteandome si realmente me querían. Estaba haciendo una tormenta en un vaso de agua y por más que no quería los pensamientos volvían sin buscarlos.

Un día jueves, en educación física vi que el Julián estaba sentado, se le veía pálido.

-Julián ¿Qué te pasó?

-Me siento un poco mal.

-¿Querí que te acompañe a la enfermería?

-Tranqui si yo creo que no es nada grave. Es que no comí nada en el almuerzo, debe ser fatiga.

-Pero Julián...

-Maca, no me mirí con esa cara.

Solo negué con la cabeza y aproveché el break que nos habían dado para ir a la sala y buscar una naranja y unas galletas que no me había comido para pasarselas a él. Volví a la cancha y se las entregué.

Amor de Papel • Rubirena •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora