Capítulo 16: De brazos cruzados

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Rubí

Me di cuenta que la cagué apenas nos separamos del beso. Ver la cara de la Maca, incomoda y cómo se desilusionaba cuando vio al Julián con la Cata me rompió el corazón.

Me di cuenta que yo también puedo ser una estúpida.

Razones para hacer lo que hice no habían. No existían justificaciones. Fue un impulso tonto. En el fondo quería demostrarle al Julián que yo estaba igual o incluso más feliz que él. Que encontré una persona que sí me merecía.

Pero quizás yo no la merecía a ella.

Esa tarde quería hablar con ella, quería decirle que no quería esperar más porque me di cuenta que a mi también me gustaba y desde hace tiempo. Que me encantaba estar con ella, que me hacía sonreír sin decir una sola palabra y que era la persona más tierna, delicada y amorosa del mundo.

Pero no alcancé.

Desperdicié mi oportunidad.

Sin embargo la situación no me iba a frenar. Porque las cosas ahora eran muy distintas. Con las personas que estuve antes no necesitaba hacer nada, ellos me buscaban a mi aunque yo fuera la causante de la pelea. Me di cuenta que eso era porque ellos no les gustaba yo, si no mi físico, mi cara y mi cuerpo.

Ahora era diferente, la Maca me quería por lo que realmente soy, se enamoró de la verdadera Rubí, de la que es buena para la talla, pero también es preocupada, de la que siempre se pelea con su hermana pero la cuida como si fuera su hija.

Y sí, yo también me enamoré de la verdadera Maca, de la que se pone rojita cuando dice algo que le da vergüenza, de la que es callada, pero cuando algo no le parece alza la voz, de la Maca que llora en silencio cuando se acuerda de su abuelita, pero cierra los ojos y se acuerda de los momentos felices que tuvo con ella.

Me enamoré de la misma Maca que me escribió las cartas de amor más hermosas que alguien me ha entregado.

Ese día cuando llegué en la tarde a mi casa, triste porque no alcancé a llegar al metro antes que ella. Me fui a mi escritorio y saqué todas las cartas que había escrito ella, pero que me las entregó otra persona y las leí.

Cuando pasó lo que pasó con ya saben quién, el primer instinto que tuve fue romperlas y botarlas, pero había algo que me detenía y hace pocos días lo entendí.

Mientras leía cada una me emocioné y reí. Era una combinación de tristeza y de alegría. Por una parte me hacía feliz saber que todas esas cosas que escribía eran cosas que sentía por mí y por otra parte me daba pena porque quizás ella debe estar odiandome en estos momentos.

Era tarde mientras seguía leyendo.

—Sis.—sentí que la Esme me hablaba desde la cama de abajo.

—¿Mhh?

—Apaga la luz, quiero dormir po'.

—Es que estoy leyendo.

—Sigue mañana.

—Es que es importante.

—¿Qué estai leyendo? Te siento reír y derepente llorar.

—Nada.

—¿Cómo nada?

Después la sentí levantarse y asomarse a mi cama.

—¡¿Por qué estai' leyendo las cartas de ese hueón?! - intentó quitármelas.

—¡No Esme!

—¡Sis superalo!

—¡No son del Julián son de la Maca!

Amor de Papel • Rubirena •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora