Capítulo 9

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La mañana siguiente me levanté bastante temprano, me asee, me vestí y bajé a la cocina desayuné rápidamente y salí hacia las mazmorras, lista para iniciar un nuevo día de entrenamiento. Comencé a practicar con las dagas que eran lo que más me gustaba, además tenía una destreza especial con ellas, eran pequeñas, ligeras y rápidas cómo balas afiladas, me gustaban más que las armas de fuego, incluso más que las flechas envenenadas. Por más que me hubiese parecido extraño hace meses atrás ver tantas armas medievales, aprender a usarlas e incluso a hacerlas, es algo que ni en broma me hubiese atrevido a hacer, pero así es ésta vida, hasta lo más insólito cobra sentido.

No sé cuánto tiempo estuve entrenando sola, pero la conocida risa de Omar me sacó de concentración, esta vez lo acompañaban tres mujeres las cuáles me presentó cómo contrincantes, según para que me dieran la paliza que él no podía por ser hombre. ¡Cómo si no me hubiese dado ya bastantes palizas! Nos dio tres reglas, únicamente podíamos usar nuestros cuerpos, nada de armas y nada de salir del cuadro de arena, la meta era tumbar al oponente y dejarlo en el piso por diez segundos no importaba de qué forma.

La primera me fue algo difícil, de cabello rojizo, corto a la altura de las orejas, piel blanca, de ojos oscuros, era ligeramente más alta y más fornida que yo, duramos unos veinte minutos en combate, pero logré derribarla en un descuido. Omar deliberaba sobre mi defensa y contra ataque, mientras que mi mente reproducía una y otra vez sus gritos de las practicas anteriores "Las piernas atacan los brazos defienden, ¡Grábatelo!" Mientras me ponía en guardia para la otra ronda. - Vamos Elena, vamos, no puedes darte por vencida, aún falta una contrincante y a ésta rubia se le ve ya cansada, ya derrotaste a la pelirroja. Solo falta una. ¡Vamos, tú puedes! – Me dije a mí misma, debía darme ánimos, ya que las caras largas de mis recién llegados jueces, no representaban apoyo alguno. Anny llegó con Gabriel, mientras que Alex llegó con Duvan minutos después.

No me dejaron tregua entre ninguno de los combates, mi cuerpo ya no daba para más, mí garganta estaba más que seca y suplicaba por agua, milagrosamente derroté a la rubia empuñando ambas manos y golpeándole la sien haciendo que pierda el equilibrio y la orientación, la tomé por el cabello y la arrastré fuera de la arena empujándola hacia Omar, quién estaba en ese lateral del domo. La última mujer era de mi tamaño y contextura, pero su cuerpo era exuberante, tenía curvas definidas, una mirada salvaje gracias a esos ojos gatunos, tenía el cabello largo trenzado en una clineja. Sin titubear, se puso en posición y comenzamos el combate. Sus movimientos eran bastante hostiles, sus ataques eran certeros, rápidamente tomó ventaja y por poco me hace perder gracias a un golpe con su izquierda directo a mí labio inferior haciéndome sangrar, aun así seguimos en la arena, hasta que logré acercarme tomándola por la nuca y haciéndola doblar golpeando fuertemente con mí rodilla derecha sus costillas desplomándose de inmediato sin aliento, no demoré en situarme por encima de ella inmovilizando su cuerpo con mis piernas, hasta que Omar dio por concluido el combate.

Las tres mujeres me felicitaron y se retiraron a las duchas, yo las seguí, entré en uno de los cubículos y me quité la ropa que ya estaba destrozada, abrí la regadera tomé a sorbos agua para refrescar mi árida garganta y me dispuse a lavar con cuidado mis rodillas raspadas de las veces que chocaron contra la arena, mis piernas tenían algunos moretones, y en mis brazos se podían observar algunos rasguños, mis manos también estaban adoloridas; pegué mí frente al azulejo, cerré los ojos y dejé que el agua golpeara mi espalda y escurriera por mi cuerpo, intenté relajarme y poner la mente en blanco para disfrutar del momento de paz, pero mí cuerpo se quejaba con cada toque, mis rodillas ardían por los raspones y me dolía la cabeza por las caídas e intentos de asfixia. Lavé mi cabello con cuidado, estaba lleno de arena y enmarañado, el cuero cabelludo me ardía, y con cuidado fui desenredándolo.

Inmortales / (Edit)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora