Capítulo 29

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Esa noche hablamos como cuando éramos amigos y nada nos afectaba, nos burlamos de los profesores de leyes y hasta del director del instituto, Gabriel era una persona completamente distinta esa noche, era el mismo Gabriel de hace más de tres años, aquel chico que me sacaba una sonrisa en el peor de mis días, recordamos anécdotas un tanto incomodas para mí ya que se burlaba de mis primeros días en la academia cuándo me perdía dentro de sus instalaciones, o las rabietas que hacía con el profesor de teoría del derecho. Francamente fue agradable recordar mis tiempos de noviciado.

Ya despuntaba el alba y mis ojeras estaban a flor de piel, me encontraba en la ducha aseando mi cuerpo con agua fría para desperezar el insomnio y alistarme para ejecutar lo que había decidido la noche anterior, tenía que enfrentarme a Danilo e indagar cuál era su verdadero propósito e interés al ayudarme, pero el segundo paso si era un poco más complicado. Alex.

 Tenía que terminar nuestro absurdo noviazgo y darme un espacio para pensar que es lo que realmente quería y a quién quería. Salí de la ducha me vestí, acomodé mí cabello negro en la toalla mientras ajustaba mi cuerpo en un jeans y en un sweater vino tinto ajustado. Gabriel se encontraba en el café de la esquina, me esperaba para desayunar e ir al hospital, me quité la toalla, terminé de secar mi cabello y lo dejé suelto, me puse mis zapatos deportivos y bajé las escaleras apresuradamente.

Salí del motel y caminé hasta el café, de lejos observé a Gabriel sumido en sus pensamientos, me detuve un momento para admirarlo, se veía hermoso con esos vaqueros y la camiseta blanca, una sombra de barba y el cabello que le caía en la frente, la mesera se le acercaba sinuosamente con frecuencia, era una morena delgada y coqueta, le sonreía demasiado e intentaba hacer que Gabriel al menos la voltease a ver. Ingresé al local y me acerqué, lo abracé por la espalda y no pareció sorprendido, la mesera se alejó con cara de pocos amigos, eso hizo que una gran sonrisa de triunfo se dibujase en mi rostro.

- Las meseras de ahora quieren servirte algo más que el menú. – Dije mientras me sentaba frente a él. –

- No seas tan dura, sólo quieren ser amables. – Una sonrisa irónica apareció en los labios de Gabriel. –

- Así que el insinuarse a un cliente es ser amable, genial lo pondré en práctica, a ver si me dejan más propina. –

- Tú no eres como ellas. – Alcé una ceja y de alguna manera sentí que el fuego llameaba en mis ojos ¿Qué quería decir que no soy como ellas? Junté mis manos a la altura de mi mentón y me apoyé en ellas mirándolo atentamente invitándolo a seguir hablando. - Cálmate, sólo digo que no eres fácil. – Sentí que mis hombros se relajaban y mi sonrisa se hizo más natural, me regañé mentalmente por ser tan evidente, y me descubrí a mí misma escondiendo mis celos detrás de la molestia. -

- En fin, buenos días. – Dije restándole importancia. -

- Buenos días pequeña. – Su sonrisa se hizo más amplia y se relajó en su asiento, la mesera de hace cinco segundos volvió a aparecer con lo que imaginé había ordenado Gabriel. -

- Desean algo más. – Su voz era monótona y un tanto molesta, dejó dos platos de pan tostado con fresas y chocolate. – Algo de tomar quizás. – Tuve que controlarme para no reír a carcajadas de la actitud de la joven quién por un momento me vio por el rabillo del ojo y su boca se convirtió en una fina línea. –

- Yo deseo café. – Mi voz sonó más alegre de lo que quise aparentar, me le quede viendo a Gabriel quién observaba a la mesera con un poco de interés. –

- Por favor trae dos tazas de café negro fuerte, y el azúcar aparte, y otro desayuno, gracias preciosa. – Le sonrió abiertamente y sentí que mis ojos querían salir de sus orbitas, vi a la mesera con su cara victoriosa y una sonrisa perversa, me limité a bajar la mirada. –

Inmortales / (Edit)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora