Capítulo 7

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- Bienvenida a lo que llamamos las Mazmorras. – Dijo Omar. - Ésta será tu casa mientras aprendes todo sobre combates, luchas, formas de pelea y claro, cómo usar todas éstas armas y algunas más. – Caminó hacia donde estaba la ropa y los zapatos, revisó las tallas de algunos y escogió una muda completa. – Ponte esto, creo que te quedará. – Dijo lanzándome la ropa que tenía en la mano. -

– ¡No me pondré esto! – Le tiré de nuevo la bola de tela y la atajó casi en su cara. – Si entreno, entrenaré con mi ropa normal.- No me gusta seguir órdenes. Pero Omar no le gustó para nada mi pequeño berrinche. Cambió su mirada, tiró los harapos a un lado, se acercó a mí y en un abrir y cerrar de ojos me agarró la muñeca, la giró torciéndome el brazo hacia la espalda, agarró mi hombro contrario, me golpeó la pantorrilla, y me hizo caer de boca hacia la arena fría, me tuvo suspendida hasta que habló. –

- Aquí no se hace lo que tu decidas, si no lo que decidamos que es mejor para tu vida y supervivencia. La próxima vez que desobedezcas una orden no seré tan benevolente, así que te recomiendo tomar los harapos y ponértelos en el cuarto que está a la izquierda, si no quieres rasgar y destrozar tu ropa de quinceañera ¿Entendido? – Asentí como pude y me alzó de nuevo sin dificultad alguna. –

Al tener equilibrio voltee la vista hacia donde me había indicado, tomé la muda de ropa y me dirigí allí caminando rápido. Omar logró atemorizarme definitivamente, si él era quién me instruiría en defensa, entonces aprenderé más que a defenderme bien.

Al llegar al sitio indicado, no había puertas pero crucé un muy pequeño pasillo y me encontré con una hilera de pequeños cubículos, éste era el cuarto de baño, me cambié y me detallé. El pantalón era flexible y se amoldaba a mis piernas, la camiseta era de tiros gruesos no tenía ningún escote, era sencilla y algo holgada, como no me dijo nada sobre los zapatos opté por dejarme los que ya tenía, salí y ya Omar estaba con su respectiva ropa muy parecida a la mía, sólo qué lucía un poco más descolorida, los chicos estaban sentados al pie de las escaleras observándome.

- Quítate los zapatos y déjalos a un lado, luego te incorporarás al cuadrado de arena – Obedecí. - Ahora, como verás estos harapos cómo los desmeritaste en un principio, son la indumentaria correcta para combatir, sobre todo para aprender porque son más flexibles. Colócate frente a mí, ahora ¿Eres diestra o zurda? –

- Diestra. –

- Correcto ¿Has practicado algún arte marcial? –

- No. –

- ¿Has peleado alguna vez? –

- No exactamente –

- Define exactamente –

- En casa de mis padres, eventualmente discutía con mis hermanas – Dije restándole importancia. –

- ¿Nunca has pensado en ser monja? – Omar estaba siendo irónico y vi que Gabriel reprimió una sonrisa. –

- No. – Contesto incómoda. –

- ¡Dios Elena no era una pregunta! Sólo es un decir, no puedes comparar las peleas vanas entre hermanos con un combate cuerpo a cuerpo. Y menos las tuyas, que está de más decir que eres una inexperta. – Se burló. -

- Bueno, para eso estás, para enseñarme, no para juzgarme y dejar en tela de juicio mis aptitudes para el combate, no soy de estar buscando peleas si puedo dialogar, además, al menos tuve una infancia normal donde peleaba por tonterías o algún juguete, no por una espada y unos harapos. –Su ironía afloraba mis malas contestas. –

- Lloraré. En serio heriste los moribundos sentimientos de mi infancia traumática. - Hizo pucheros. - ¿Crees que diciendo eso lastimas o quiebras algo en mí? Una de las primeras cosas que debes aprender aquí es fortalecer tu psiquis, esto que comenzaras hoy te generará un cambio rotundo en tu vida, ahora Elena Woodsky. ¿Estás segura de seguir en este camino que no tiene retorno? –

Inmortales / (Edit)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora