Capitulo 20

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  Con los meses pasando, Nymeria se sentía cada vez más ansiosa, no quería quedarse quieta, todos los días buscaba una nueva actividad para hacer, Aemond era el único que podía lograr que ella descansara. Ambos estaban emocionados por el nacimiento de su primer hijo, Aemond estaba seguro de que se trataría de una princesa, Nymeria aseguraba que iba a ser un príncipe, confesándole así a su esposo que no quería tener hijas. La joven reconocía que traer una niña al mundo, no era justo, una posición en la realeza no le aseguraba que no sería tratada de manera horrible por los hombres, Nymeria siempre supo que ella y Laena eran dos mujeres con suerte.

Alicent, por su parte, estaba cada día más disgustada, discutía con cualquier persona que se le pasará por al frente, Otto comenzaba a cansarse de las actitudes de su hija, detestaba que no pudiera seguir usando y perfeccionando a sus hijos. La reina y su nuera ya contaban con varios conflictos, Nymeria intentaba mantener la calma pero Alicent era quien iniciaba cada pleito, la joven intentaba controlarse por lo menos hasta que su pequeño naciera.

La situación en el Norte había mejorado un poco este último tiempo, Erryk se sentía abatido la mayoría de los días, estaba cansado de que absolutamente nadie lo tomará en cuenta como supuesto heredero principal, quería poder dejar esa responsabilidad de una vez. Laena, se sentía importante, Cregan se comunicaba directo hacía ella, la cual consultaba con sus hermanos cada palabra con la que debía responderle, ella lo admiraba y consideraba un hombre guapo pero prefería guardarse cualquier comentario al respecto. La salud de Aerys era muy delicada desde la última vez que vió a su nieta, John era él más consciente de que le quedaba poco tiempo por lo que a espaldas de su amigo, comenzó a organizar lo que sería la próxima coronación además de encontrar la forma de detener algún tipo de conflicto interno.

Cuando la noche había caído en King's Landing, Nymeria se encontraba en su habitación, redactando una respuesta para la duda de Erryk, May estaba preparando una tina con agua caliente para su amiga, Aemond esperaba pacientemente que le trajeran la cena que ordenó:

-¿Quieres que le agregué algo al agua? -Preguntó amablemente su amiga.

-¿Puedes ponerle un poco de lavanda? -Comenzó a calentar el lacre para poder sellar la carta.

-¿Te duele la espalda de nuevo, mi reina? -Nymeria asintió.

-Todo el día, son como punzadas en la zona baja de mi espalda.

Esa noche, Nymeria optó por dormirse temprano, ni siquiera disfruto su baño. Se despertó en medio de la noche sintiendo un dolor horripilante, cuando se destapó comprobó que su cama estaba mojada, Aemond corrió a buscar ayuda, ella tenía mucho miedo. Las mujeres se ofrecían para ayudar a Nymeria a que el parto fuera más sencillo pero ella no lo aceptaba, no quería ayuda, ni siquiera podía mantenerse en pie, le recomendaron a Aemond salir de la habitación sin embargo, él se negó y le ofreció su mano a su esposa, odiaba verla sufriendo. Las antorchas se apagaron de golpe en un momento, nadie dijo una palabra al respecto, el fuego recién se prendió nuevamente cuando el llanto de un niño lleno la habitación, el primer rayo de sol se hizo presente a través de la ventana:

-Es un hermoso niño. -Nymeria, miró a Aemond con una amplia sonrisa, luego sostuvo al pequeño, escucho a las ayudantes susurrar.

-Lo hicimos. -Él depositó un beso en su frente y con cuidado tomó al niño, May se acercó roja de furia-: ¿Qué ocurre?

-Alicent, ordena que se le presente a tu hijo. -Respondió entre dientes.

-De acuerdo, iremos una vez que mi esposa descanse. -Le pasó al bebé a una de las mujeres para que lo limpiara.

-Alicent, ordena como reina, que se lo presente ahora.

-De acuerdo, Aemond ayudame. -Nymeria ni siquiera sabía de dónde había conseguido la fuerza para levantarse pero lo hizo, tomó a su bebé envuelto en una manta y ante la atenta mirada de desaprobación de los demás presentes en la habitación-: Tu madre me está sacando de mis casillas.

Nymeria TargaryenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora