Capitulo 26

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-¿Ofrecerte voluntariamente? -Increpó a su hermana, la cual estaba sentada en completo silencio, rezaba serenamente cuando Erryk la interrumpió, lo observó indiferente-: ¿En qué estabas pensando Laena?

-Busque la solución al problema de Jacaerys, no hay más mujeres Targaryen, Helaena esta

-No la metas en esto. -Una ligera tristeza podía percibirse en medio de aquellas palabras llenas de dolor.

-Las hijas de Daemon están comprometidas, ¿quién más queda? No puede ofrecerle una niña, no hay más opciones.

-Tu eres una niña.

-Nadie más me querrá Erryk, Nymeria se casó con mi prometido, sabes que mi reputación está arruinada. -Él la miró unos segundos en silencio-: ¿Qué otra alternativa me queda? Papá recibió una carta de los Lannister, si me comprometo antes no tendré que irme de casa.

-Si Cregan pusó tropas y lealtad a cambio de una mujer Targaryen, ¿qué te hace pensar que te aceptará a ti? Laena, él ya te podría haber tenido si quisiera. -Eso le dolió, ella comenzó a sentirse como una estúpida, su hermano parecía tener la razón.

-Entonces haré que me amé.

-¿Qué pensará nuestro padre sobre todo esto?

-¿Nuestro? -Le preguntó incrédula-: ¿Hace cuánto que no lo visitas? Él siempre pregunta por ti y tú no eres capaz de ir a verlo, eres su hijo Erryk.

-No pienso discutir esto contigo.

Nymeria releía una y otra vez aquellas palabras, le costaba procesar lo que decían, se miró por unos minutos en el espejo, con sus manos temblando, observó atenta su reflejo como si esperaba que algo le dijera que se trataba de una mentira y una muy agria, intentó sonreír pero no podía evitar desmoronarse. Entonces se levantó y golpeó con ambas manos el espejo, lo golpeó tan fuerte que sus nudillos comenzaron a sangrar debido a los cortes, se sentía cansada y asqueada, no quería quedarse allí con él, no luego de saberlo.

Aemond encontró a su esposa sentada mirando por la ventana, ella no mencionó ni una sola palabra cuando lo vió, tampoco dijo nada cuando él comenzó a curarle las heridas, la noto apagada:

-¿Cómo fue que conseguiste que un Baratheon esté del lado de tu familia? -Preguntó casi con un hilo de voz, el príncipe la miró confundido pero con su corazón latiendo rápidamente, temiendo que su esposa sospechará acerca de su trato.

-Solo lo asuste y le prometí que les daríamos un par de cosas, ya sabes, compre su lealtad.

-¿Qué le prometiste? -Sentía como su sangre comenzaba a hervir de enojo, una ligera gota de esperanza todavía se aferraba a su corazón, implorando que fuera mentira, que se trataba de un mal entendido.

-Oro, soldados, tal vez un dragón, no recuerdo bien. -Mentía, ella quería llorar al darse cuenta que todo se había acabado en esos momentos, ¿cómo pudo haber sido capaz de lastimarla de una forma tan cruel después de todo lo que habían sacrificado para estar juntos? Nymeria no lo entendía-: ¿Por qué lo preguntas, mi reina?

-Por nada en particular. -Respondió con su voz quebrándose, Aemond intentó abrazarla-: No, por favor no. -Imploró en medio de su tristeza e impotencia pero él no la soltó, la atrajó a su pecho y la abrazó fuertemente, Aemond creyó que era por el embarazo, Nymeria sabía que se estaba desmoronando por completo.

-Tranquila, todo estará bien, lo prometo. -Ella no quería promesas vacías, quería que el hombre que alguna vez amó le jurara que la carta era errónea y que él no había prometido casarse con una de las hijas de Lord Baratheon-: Será mejor que descanses, no le hará bien a nuestra princesa que estés así.

Nymeria TargaryenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora