Estaba ansiosa, quería llegar y terminar con todo de una vez, comenzaba a pensar que odiaba tener que volar en Drogon fuera de su territorio sin embargo, llegaron sin ningún inconveniente en el camino. Su dragón volvió a quedarse libre, rondando por el lugar, Nymeria observaba todo en completo silencio, su mente estaba repleta de recuerdos:
-Nymeria Targaryen, primera de su nombre, jinete del dragón blanco, la belleza del Norte personificada, reina y protectora del Norte. -Ella caminó hasta estar frente al trono, Rhaneyra la observaba desde allí, se hincó en una rodilla, haciendo una reverencia.
-Puedes levantarte. -La joven así lo hizo, no sabía qué decir, nadie la había preparado para ese momento-: Acércate Nymeria.
-Daemon. -Lo saludó con una leve reverencia, posteriormente volvió su vista a la reina-: ¿En qué puedo ayudarla?
-Me pareció correcto que estuvieras aquí cuando designe los castigos correspondientes a los traidores. -Ella miró a Daemon asustada-: No tienes nada que temer, quiero que en base a tu experiencia me aportes ideas.
-Asesinar a Otto sería un buen comienzo.
-Eso ya se hizo. -Nymeria le agradeció-: Colócate al lado de mi esposo. -Guardias trajeron a Helaena y Alicent-: ¿Sugerencias?
-Helaena no tiene la culpa de lo que su esposo hizo. -La reina observaba atenta a su sobrina-: La noche que me fugué, Helaena y sus hijos iban a venir conmigo, ella tampoco está de acuerdo con la usurpación.
-No encontramos rastros de sus hijos. -Informó Daemon.
-Qué raro que el padre quiera hacerse cargo.
-Así que volviste maldita mocosa. -Nymeria la miró-: ¿Se juntan a hablar de sus bastardos?
-¡Cierra la boca u ordenaré que te arranquen la lengua! -Gritaron ambas reinas al unísono.
-Te advertí que haría que mi hijo consiguiera una verdadera esposa, una verdadera mujer. -Eso pareció dolerle de cierta forma a la más joven.
-Majestad, si tanto la reina viuda hablá sobre bastardos y pecados, sería bueno que sepa lo que eso es. -Le sonrió-: Que cada hombre o mujer que quiera, pague el mismo valor que a cualquier prostituta que pueda encontrar en la calle, día y noche, sin importar la hora hasta que dé a luz un bastardo y aprenda lo que es el pecado. -Daemon sonrió.
-¿Quieres que ese sea su castigo? -Cuestionó Rhaenyra-: ¿Estás segura?
-Si.
-Nymeria, lo tendré en cuenta, gracias, puedes retirarte por unos momentos, luego llamaré a alguien para que nos reunamos nuevamente.
Ella asintió, hizo una reverencia ante Rhaenyra y otra ante Daemon, salió con una sonrisa narcisista pasando al lado de Alicent, esperaba luego poder hablar con Helaena y a su vez, anhelaba que esta aceptara viajar al Norte con sus hijos, Nymeria le tenía afecto a la esposa del usurpador. La joven reina, caminaba por los pasillos, observando todo atenta, sintiendo algo de nostalgia a medida que avanzaba, fue a su antigua habitación, la que solía compartir con Aemond, no porque lo extrañaba sino que quería conocer a aquella mujer que la había reemplazado. Le costó un poco abrir la puerta, estaba trabada, cuando consiguió adentrarse a la habitación se llevó la sorpresa de que casi todo estaba como el último día, nada más allá de un banco se había movido, todo le resultaba tan extraño y descabellado, intentaba descifrar cómo fue que terminaron de esa manera, Nymeria observó atenta un cuadro de ambos que tenían colgado, ambos se miraban con tanto amor y ahora ni siquiera podían estar uno cerca a la otra. Termino de recorrer la habitación, extrañaba la felicidad que había experimentado todos esos años junto a su amado, una parte de ella quería volver el tiempo atrás e intentar que su esposo no se involucrará en la guerra pero la reina sabía que por más que lo deseara eso jamás sucedería.
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Nymeria Targaryen
ספרות חובביםSe dice que cuando un Targaryen esta por nacer los Dioses arrojan una moneda para decidir su fortuna, la tarde que Nymeria nació no fue la excepción, su destino había sido forjado para la corona o eso era algo que a ella le gustaba creer. Su histori...