Capitulo 32

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 Los días pasaron más rápido de lo que a Nymeria le hubiera gustado aceptar, la noche anterior casi no pudo dormir, pensaba en su historia y como jamás creyó que algo así pasaría, evitaba tanto pensar en la guerra que cuando sucedió ni siquiera entendía lo que estaba ocurriendo. Recordaba lo fácil que se entregó y lo rápido que todo se desmorono, "no es él indicado" esa frase parecía maldita cada vez que la recordaba, "te amo" fue su condena, se había condenado la primera vez que lo vió y sin darse cuenta, la soledad comenzó a abordarla cuando viajó a King's Landing y su corazón eligió el amor por sobre su moral y responsabilidades, sin pensar en las consecuencias.

Se vistió, colocandose su armadura y un par de pendientes a juego, trenzó su cabello y se maquilló levemente. Salió de su habitación y le ordenó a los guardias que quería estar sola, caminaba en silencio con su capa negra decorada con rubíes, el sol iluminaba el cielo, ella se montó en un caballo y emprendió viaje hacía la frontera, rogando internamente que los rumores no fueran ciertos. Aemond, la observó atento, no entendía cómo era posible que su esposa caminara con tanta seguridad en medio de una guerra, lucía hermosa cuando se dirigía a él, con aquella sonrisa que le resultaba sumamente atractiva. Nymeria no sabía porque corrió a abrazarlo, tomándolo por sorpresa pero siendo correspondida al instante, tampoco estaba segura de porque lo beso sin embargo no se arrepentía:

-Gracias por salvar a mi hermano. -Le dijo una vez que se separaron, Aemond se sentía muy culpable, ella lo observaba con esperanza-: Avy jorrāelan. -le susurró cerca de sus labios de nuevo.

-Avy jorrāelan. -Le correspondió, Nymeria no quería ver si él traía algún anillo, todavía se negaba a descubrir la verdad, él no mentía cuando decía que la amaba.

-Deja la guerra y vuelve con nosotros, por favor. -Aemond se odiaba así mismo en esos momentos-: Vuelve conmigo.

-Mi reina. -Era la primera vez desde que se separaron que él se sentía verdaderamente feliz, acarició la mejilla de su esposa con su pulgar, ella lo miró como si implorara un poco de su afecto-: Debo confesarte algo.

-Si es por las personas que has matado, no me interesan y si a mi no me importan al resto tampoco tienen que importarle, me es suficiente con que me seas leal. -La última palabra no había sido elegida al azar, quería verlo, comprobar que los rumores eran falsos.

-Hice algo de lo que me arrepiento. -Lo odio, lo odio por completo.

-¿La amas? -Preguntó separándose un poco de él.

-No tanto como a ti. -Ella desvió su mirada hacía abajo, él llevaba otro anillo, sentía que la había traicionado de la peor manera-: Puedo explicarlo.

-¿También piensas explicarme el embarazo?

-¿Cómo lo sabes? -Ni siquiera se había molestado en negarlo, sus ojos se cristalizaron.

-Aemond, todo el mundo lo sabe. -Nymeria era consciente de que en cualquier momento lloraría-: Te volviste a casar y la embarazaste, pensé que realmente te importabamos.

-Y me importan, mi reina, ustedes siempre me importan.

-¿Tanto como para casarte con una bastarda y tener un pequeño bastardo corriendo por ahí?

-No hables así de mi hijo. -Le respondió severo.

-Bastardos. -Estaba herida-: Tienes tres hijos legítimos y aún así no fuimos suficiente para tí, fuiste y agarraste a la primera anciana que se te cruzara por el camino, bastarda ella y bastardo su hijo.

-No metas a los niños en esto.

-No te atrevas a insinuar siquiera que mis hijos contigo son bastardos. -Lo amenazó.

Nymeria TargaryenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora