One

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–Kim JunMyeon, ¿aceptas a Oh SeHun como esposo, en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza, todos los días de su vida?

El reverendo Siwon continuó hablando en tono monótono, pero JunMyeon no lo escuchaba. Estaba demasiado nervioso como para concentrarse en otra cosa que no fuese el extraño guapo y robusto que tenía al lado, con el que iba a casarse en solo unos segundos.

El reverendo se aclaró la garganta y lo miró expectante; JunMyeon tragó saliva y murmuró:

–Sí, quiero.

Su voz sonó sorprendentemente firme, teniendo en cuenta lo nervioso que estaba.

El reverendo miró a su futuro marido y le hizo la misma pregunta, pero JunMyeon no prestó atención. Dos horas antes, Oh SeHun era solo un hombre con el que había intercambiado varias llamadas de teléfono y varios correos electrónicos. De hecho, ni siquiera se habían molestado en intercambiarse fotografías.

Aunque eso no habría influido en su decisión de casarse. En realidad, JunMyeon no tenía otra opción. Era un desafortunado heredero que en esos momentos solo disponía de quinientos dólares y a lo que habían amenazado de muerte en varias ocasiones.

No obstante, deseó que hubiesen hablado de sus características físicas antes. Eso habría reducido el impacto que SeHun le había causado cuando había ido a recogerlo al aeropuerto de Wonju. JunMyeon no sabía muy bien cómo se lo había imaginado, pero, en cualquier caso, no había estado preparado para encontrarse con un hombre así.

Si no hubiese tenido tanta prisa en marcharse de Gangnam, tal vez se hubiese imaginado algo por el tono de su voz. La primera vez que SeHun lo había llamado para entrevistarlo se le había puesto la piel de gallina y se le había acelerado el pulso solo de oírlo. SeHun no podía ser que un hombre debilucho y tímido tuviese una voz así.

JunMyeon lo miró. Cuando discutieron los detalles del acuerdo no pensó en si sería alto y fuerte, dio por hecho que no importaba. Y había estado más preocupado por convencerlo de que cumplía con los requisitos para poder casarse con él.

Pero lo cierto era que SeHun era muy alto y que tenía los hombros más anchos que JunMyeon había visto en toda su vida. Parecía casi un gigante.

JunMyeon estudió su rostro. Había pensado que los hombres que pasaban el día al aire libre tenían la piel curtida. SeHun solo tenía unas suaves arrugas junto a los ojos marrones y alrededor de los labios.

–Sí, quiero. –dijo SeHun, haciendo que JunMyeon volviese a la realidad.

–Por el poder que me confiere el Estado de Wyoming, yo los declaro oficialmente esposos. –sentenció alegremente el reverendo Siwon–. Hijos, ya pueden besarse.

JunMyeon lo miró y pensó que no iba a besarlo. Solo hacía un par de horas que se conocían en persona, desde que SeHun lo había recogido en el aeropuerto. Se le aceleró el pulso al ver que SeHun lo abrazaba e inclinaba la cabeza.

JunMyeon sintió sus labios y notó cómo lo invadía un escalofrío de deseo. Fue un beso breve, pero cuando SeHun lo soltó y retrocedió, JunMyeon supo que era el hombre más hombre que había conocido en sus veintiséis años de vida.

De repente, sintió pánico. ¿Dónde se había metido?

Entonces JunMyeon recordó el acuerdo prenupcial que habían firmado, en especial, la parte que decía que tenían un mes «para conocerse», y empezó a relajarse un poco. El matrimonio no se consumaría salvo que ambas partes estuviesen de acuerdo.

–Enhorabuena a los dos. –dijo Chanyeol, abrazándolo.

Durante el trayecto de una hora del aeropuerto al bufete del abogado de SeHun, este le había explicado que la ceremonia tendría lugar en casa de la abuela de SeHun en cuanto hubiesen firmado el acuerdo prenupcial. SeHun y Chanyeol habían sido amigos desde el colegio, y este y su abuela, Sooyoung, serían los testigos.

BROKEBACK MOUNTAINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora