Twelve

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A JunMyeon todavía le temblaban las piernas cuando entró en la cocina para meter la pizza en el horno. ¿Cuánto tiempo más serían capaces de aguantar la explosiva química que había entre ambos antes de consumar su matrimonio? ¿Era aquello lo que quería? Sabía que estaba empezando a sentir algo por SeHun, pero no estaba seguro de que fuese amor.

Nunca había estado enamorado, así que no podía saberlo. Si lo que sentía por SeHun no era amor, era algo parecido, y no tardaría mucho en estar completamente enamorado del hombre con el que se había casado.

Pero, ¿qué sentía SeHun por él? Sabía que a SeHun le gustaba besarlo y que lo deseaba, pero eso no significaba que se estuviese enamorando. A pesar de no tener mucha experiencia en el amor, JunMyeon sabía que un hombre sano y adulto no necesitaba tener un vínculo emocional con una persona para excitarse.

Al pensar en su marido no pudo evitar decirse que, antes de que terminase el mes de prueba, tendría que contarle más cosas de sí mismo y de los motivos por los que había respondido a su anuncio, pero seguía sin saber qué decirle ni cómo hacerlo.

Sabía que SeHun era un hombre razonable, pero ¿sería capaz de comprenderlo? ¿Cómo reaccionaría cuando supiese que se había cambiado el apellido para que nadie averiguase quién era en realidad? ¿Entendería que se sintiese culpable de lo que su padre Sungsoo le había hecho a cientos de personas inocentes?

Suspiró y sacó la pizza del horno. Antes de que las cosas llegasen más lejos, tendría que confesar. Los esposos no debían guardarse secretos de tanta importancia.

JunMyeon esperó que, cuando lo hiciese, SeHun tuviese en cuenta su motivación y reconociese que no había tenido elección. Tal vez entonces podrían dar un paso adelante en su relación y hacer el amor sin que JunMyeon se sintiese culpable por estar engañándolo.

Mientras terminaba de encender el fuego en la chimenea de piedra, SeHun pensó en la llamada de JongDae, que, por el momento, no había podido encontrar nada acerca de JunMyeon, aunque le había advertido que fuese cauto y que podía tardar otra semana o más en concluir la investigación.

SeHun se dijo que ya faltaba menos para tomar una decisión, pero a su cuerpo le estaba costando un gran esfuerzo escuchar a su mente desde que había visto a JunMyeon bajar del avión. Y lo ocurrido el día anterior solo había empeorado las cosas.

Después de haberlo visto a JunMyeon desnudo y de haber estado metido con él en la cama, solo había podido pensar en hacerlo suyo.

SeHun respiró hondo. Solo tenía que meterse las manos en los bolsillos y no permitir que las hormonas lo ofuscasen, pero iba a ser una verdadera prueba. No recordaba haber deseado tanto a alguien en toda su vida. Y, además, sabía que era normal que un hombre casado le hiciese el amor a su esposo.

–Espero que te guste la pizza pepperoni. –dijo JunMyeon entrando en el salón con una bandeja–. No estaba seguro de lo que querrías beber, pero he apostado por la cerveza.

SeHun se giró, le quitó la bandeja de las manos y la dejó encima de la mesita del café.

–Y has acertado, conejito. –le dijo SeHun sonriendo–. No hay nada que vaya mejor con la pizza que una cerveza.

La dulzura de la sonrisa de JunMyeon hizo que SeHun sintiese calor en el pecho.

–Yo soy más bien de refresco. –comento JunMyeon.

–¿Y te gustan los combinados? –le preguntó SeHun.

–Los he tomado alguna vez, pero prefiero los refrescos o el té con hielo. –confeso JunMyeon.

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