𝘂𝗻𝗼 - 𝗌𝖾𝖽

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¿Es así la muerte? Mi corazón ya no se oye, el dolor se fue y no respiro ¿seré así por toda la eternidad? Cuando me dejen en el cajón, cuando me pudra ¿escucharé todo?

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¿Es así la muerte? Mi corazón ya no se oye, el dolor se fue y no respiro ¿seré así por toda la eternidad? Cuando me dejen en el cajón, cuando me pudra ¿escucharé todo?

—¡No! —me levanto, inhalo profundamente y mis pulmones se llenan de aire, veo a mi alrededor, es de noche ¿no? El cielo está oscuro, pero veo todo como si fuese de día, pasé mis manos por mi rostro y recordé la herida de mi mano, me vi, pero no había nada, eran unas manos perfectas. Caminé hasta la habitación de Alice (ella tenía un espejo), ingresé y me vi, cabello lacio con toques rojizos, contextura perfecta, como si nunca hubiese tenido problemas de postura, una piel pálida y ojos carmesíes. No era saliva lo que Laurent dejó caer en mi herida, no tenía una hemorragia cerebral, me estaba transformando por el veneno.

Soy un piel fría.

Pestañe varias veces, salí al pasillo de la casa y pensé en salir al bosque, avance y en un pestañeo ya estaba afuera, respiré algo acelerada como normalmente hago, pero no tenía un corazón el cual calmar, más bien sentí un olor exquisito cuando respiré, mi boca se llenó de saliva y trague al ver a mi alrededor, presté atención al ruido y me escondí detrás de los árboles, un auto se detuvo en frente de la casa y salió una chica que no recuerdo haber visto antes, sin embargo el chico sí que lo vi, estaba en mi clase de filosofía. Inhalé otra vez y sentí un ardor en mi garganta, veía como el chico movía su manzana cada vez que tragaba saliva, olía bien, la sangre se movía en sus venas y la yugular nunca destacó tanto como ahora.

—¿Estás seguro de que nadie vive aquí? La casa es muy hermosa —dice la chica al sonreír y avanzar hasta la puerta con una linterna en mano, vi al chico notar mi motocicleta con sangre seca, su corazón se aceleró y observó a la chica asustado.

—Oye, creo que mejor irnos, esta casa sigue siendo de los Cullen.

—Tranquilo, mientras nadie viva aquí, todo está bien —dice ella al ingresar— Oh, Dios, hay mucha sangre aquí.

Hago una mueca. Debo limpiar eso después.

—¿Qué? —El chico ingresa y un ruido seco se oye, cayó y la chica solo ríe al verlo.

—¡Caíste! De seguro es barro, algún animal habrá entrado por las fuertes lluvias.

—Jen, mira, estoy sucio, agh —se sacude el chico, negué con la cabeza al oírlos, solo eran dos adolescentes curiosos.

—Vamos a una habitación y jugamos un poco —la chica subió las escaleras, e hizo un gesto audible de asco—, ese animal debió revolcarse en esta habitación, pobre, quizás dónde esté.

Aquí estoy.

Iba a irme, ya que no he respirado en todo el tiempo en que llegaron, sin embargo, cuando oí que ella se acercaba a ver las cosas de Edward, sus CDs y más, me apresuré y de un salto llegué a la habitación de Edward, su ventana seguía abierta y ni me costó correr a la chica, romper la linterna y atacar, ella no alcanzó ni a gritar y yo estaba mordiendo su brazo. Fue lo primero que ella puso contra mí para protegerse, mis dientes traspasaron su carne como si fuese gelatina, la sangre que salía de la herida la empecé a absorber, tapé su boca y entonces vi sus ojos horrorizados, varias imágenes aparecieron en mi mente, ella jugando de niña, juntándose con sus amigos, riendo, llorando, sufriendo la muerte de su hermana, sus padres que la aprecian como al oro mismo, la solté y vomite la sangre, el ardor o deseo se fue y ahora solo tengo asco, ella cae desmayada y me acerco a ver sus signos vitales, está viva, sin embargo, le debí haber quitado medio litro de sangre. Vi su brazo y mis dientes estaban marcados, así que me acerqué para deformar la mordida, que pareciese la de algún animal. El chico se empezó a acercar y salí por la ventana, había un árbol en frente, ahí me quedé mientras el chico llegaba a socorrer a su amiga.

—¡Jen! ¡Jennifer! —el chico tomó en brazos a la chica y la subió a su auto, se la llevó supongo yo al hospital. Bajé a tierra y vi mi ropa la cual no solo tenía sangre seca, ahora también tenía la sangre de la chica. Me adentré al bosque corriendo, había empezado a llover y las gotas de agua caían lentas en comparación a la velocidad que iba, me detuve y entonces me cubrió el agua, no hay frío, ni dolor, estoy mejor que nunca. Cerré mis ojos, inhalé profundamente y lo oí, un ciervo a distancia, cerca del río tomando agua. Me escondí en las sombras de los árboles, no respiré cuando vi directamente al ciervo levantarse y darme la espalda.

Ahora.

Me abalancé sobre este y mordí su cuello, la sangre que ingresaba a mi cuerpo era tan refrescante, olvidé por completo lo asqueroso que fue la sangre de la chica, esta sangre de ahora no tiene recuerdos ni pensamientos, hay paz. Dejé al ciervo ahí, ya que escuché a un puma acercarse a nosotros, me alejé de un salto y lo vi comer junto con sus crías, volví a la casa de los Cullen y vi el desastre que hice, sobre todo en la habitación de Edward, suspiré y empecé a recorrer toda la casa en busca de cloro y otros químicos para limpiar, pero nada.

—Claro, cómo podrían ellos ensuciar la casa bajo la mirada de Esme —dije, toqué mi bolsillo y tenía veinte dólares. Fui por mi camisa ensangrentada y en un bolsillo interno había treinta dólares más, me puse la camisa y fui de compras a Forks. No sé la hora que era, pero necesito comprar los químicos para limpiar.

Cuando llegué a Forks, me di cuenta de que fue más rápido de lo que creí, inhale profundamente y contuve el aire, caminé lento, o sea a paso humano, porque estuve practicando un poco en el trayecto del bosque. Vi una tienda abierta e ingresé, el hombre estaba algo adormilado, así que me apresuré en tomar una canasta y sacar químicos necesarios para limpiar sangre, llegué donde el cajero y me miró, se asustó y recordé que tengo sangre en la ropa y ojos rojos.

—Lo siento, estaba en una fiesta de disfraces, y derramamos vino en la alfombra —dije, él asintió, se ve joven, quizás tiene veinticuatro años.

—Claro, eso explica la sangre falsa —bajé mi vista y vi mi ropa.

—¿No es convincente? —pregunté casi triste, él negó.

—No, hay una marca que se encarga de hacer sangre más realista, que se vea espesa y dure el color —me contaba al pasar las cosa por el sensor—, y tus lentillas son irreales, debería ser un color más realista, tipo rojo sangre, no rojo vino.

—Es verdad —él sonríe arrogante— ¿vendes lentillas?

El aire de mis pulmones se está acabando, que termine rápido esto o no podré hablar.

—Sí, de hecho, somos el único lugar donde puedes encontrar cosas para los disfraces, nos preparamos desde enero para guardar cosas de Halloween, porque sabemos que suben muchos los precios en esas fechas, mira —el chico saca varios recipientes, cada uno con tapa transparente para ver el color— ¿cuál te interesa?

—Este —apunté a un marrón tierra, él frunció el ceño y sonreí, él asintió y añadió eso a las bolsas de compra, le di el dinero que alcanzó justo y me despedí de él con la mano. Cuando salí caminé hasta ingresar al bosque, ahí corrí a la casa de los Cullen y por fin pude respirar sin sentir su olor. 

𝐒𝐎𝐋𝐒𝐓𝐈𝐂𝐈𝐎 𝐃𝐄 𝐕𝐄𝐑𝐀𝐍𝐎 - Parte dosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora