𝗱𝗶𝗲𝗰𝗶𝘀𝗶𝗲𝘁𝗲 - 𝗊𝗎𝗂𝗇𝖼𝖾 𝖺𝗇̃𝗈𝗌

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Los años avanzan mucho, tengo treinta y cuatro años, sé que es mucho tiempo, pero aún no puedo irme completamente de Forks

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Los años avanzan mucho, tengo treinta y cuatro años, sé que es mucho tiempo, pero aún no puedo irme completamente de Forks. Lo bueno es que la tecnología ha avanzado tanto que las personas creen que estamos operados, así que nadie cree las leyendas urbanas. Estudié en la universidad de Alaska unos años, ahí saqué mi título de docente. Hoy trabajo en el instituto de Forks y mi esposo en el hospital con Carlisle.

—Hola —levanto la mirada y sonrió, Jess había ido a estudiar a Washington, pero tras unos problemas volvió.

—Jess, hola —digo, la abrazo y ella se sienta junto a mí en las bancas que están fuera del instituto.

—Estoy agotada, tener un adolescente en casa es una tortura —comenta, sonreí levemente y asentí—. Bree debe ser igual ¿no? —Negué con la cabeza, hace años que decidí acercarme más a Bree, ayudarla en todo lo que necesite, y al final, terminé encariñándome tanto que aproveché mis estudios en Alaska para decir que tuve una hija. Así que oficialmente Bree es Cullen Swan.

—Bree es muy madura para su edad, a veces tiene un temperamento fuerte, pero sabe entender que no, es no —digo al recordar la vez que se enamoró de un chico, pero terminó siendo solo un leve capricho. Sonreí.

—Vaya, supongo que salió a Edward, él siempre fue callado e inteligente.

—Es lo más seguro, porque si saliera a mí, estaría quemando el instituto justo ahora —Angela se acerca a nosotras y se sienta en la banca, las tres hablamos y cuando suena el timbre, es hora de irnos a casa. Me despedí de ellas y Bree se subió a nuestro auto, yo ya estaba dentro enviándole un mensaje a Edward— ¿Cómo te fue hoy?

—Bien, aunque desconfíe un poco en la prueba de matemáticas, me complica aún —conduje hasta la casa de los Cullen, donde Bree se bajó veloz y fue con Carlisle y Esme. Me bajé del auto y vi a Edward en la puerta esperándome, me acerqué y lo besé.

—Feliz cumpleaños —dice Edward, sonrió.

—Treinta y cuatro años, vaya, y siento que me veo igual —el ríe.

—Tu padre llamó, dice que nos verá en su casa a las cinco, que, si no vamos, él vendrá con su escopeta.

—A las cinco, ahí estaré —entre en la casa subí al área donde había una gran mesa, normalmente sería el comedor, pero para nosotros es el área de reuniones, donde hablamos en familia sobre sucesos que nos puedan afectar. Ahí estaba Bree junto a Esme, quien le enseñaba matemáticas avanzadas.

—Y después se queja —dije, Bree me observó y sonrió mostrando los dientes. La hora pasó y fuimos a casa de Charlie, todos fuimos invitados, así que había al menos unos cinco vehículos fuera de su casa, tres eran nuestros, los otros dos los reconocí de Bella y de Seth. Cuando llegamos y la puerta se abrió, el olor a perro se sentía fuerte, aun así, me acostumbre hace mucho.

—Hola Sue —la salude con la mano, ella desde hace años que empezó una relación con Charlie, y me alegra tanto, porque son ideales. Encajan muy bien. Avancé en la casa y salí al jardín, estaba decorado con luces navideñas que alumbraban alrededor, había una mesa de madera y más allá una parrilla donde Charlie cocinaba carne, Seth estaba junto a Leah y al ver a Edward se acercó feliz a saludarlo, Leah en cambio, saludo feliz a Esme. Yo me acerqué a Charlie y este me abrazó fuerte.

𝐒𝐎𝐋𝐒𝐓𝐈𝐂𝐈𝐎 𝐃𝐄 𝐕𝐄𝐑𝐀𝐍𝐎 - Parte dosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora