Los Padilla Solís

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Una navidad más había llegado al hogar.

La familia Padilla Solís, se había caracterizado siempre por hacer de las reuniones familiares un encuentro lleno de amor, unidad y paz, y desde que Lety se había casado con el reconocido chef, Aldo Domenzaín, los deliciosos platillos que preparaba junto con doña Julieta eran los mejores manjares que toda la familia añoraba año con año compartir.

Desde aquella hermosa mañana en 2007 en la que Leticia Padilla Solís unió su vida con Aldo Domenzaín solo se podía respirar armonía y tranquilidad en ese hogar que juntos habían construído, vivían ya en el 2019, 12 años de feliz matrimonio en los que juntos habían hecho crecer extraordinariamente el restaurante "El Sabor de la Vida", que a ese momento ya contaban con el restaurante principal en Acapulco y 4 sedes ubicadas en Ciudad de México, Puebla, Cancún y Monterrey. Aldo por supuesto era el chef principal y quien se encargaba de supervisar que todos sus restaurantes dieran la mejor calidad de comida y que sus clientes siempre se fueran satisfechos. Leticia por su parte se encargaba del área financiera de la sociedad en la cual ella contaba con el 50% de las acciones, compartiéndolas con su esposo por partes iguales. Don Erasmo había insistido en ayudar con la contabilidad de la empresa y tanto su hija como su yerno no se pudieron negar a darle el gusto de trabajar con ellos hombro a hombro.

Desde su boda en Monterrey y luego de una hermosa luna de miel por Europa, Lety y Aldo se fueron a vivir junto al mar en Acapulco, esa hermosa tierra que vio nacer su amor y allá se establecieron en una maravillosa casa que juntos planearon y la vieron formarse desde sus cimientos, se encontraba en una exclusiva zona de Acapulco, en la que se admiraba desde los grandes ventanales, que cubrían la mayoría de las paredes de su hogar, el hermoso y extenso mar que juntos contemplaban cada mañana al despertar y era lo último que veían cada noche al irse a descansar.

Ver construir su casa fue uno de los momentos que más disfrutaron como recién casados, iban diario a la construcción, Aldo con sus singulares shorts playeros, camisas livianas y sombrero para cubrirse del sol y Lety siempre iba con un over all de mezclilla corto, sandalias y sombrero. Pasaban el día entero viendo cómo iban colocando cada mezcla de cemento, cada cerámica del piso, cada ducha, tina y servicio. La cocina fue lo que con más detalle vigiló Aldo, al igual que la gran alacena y comedor en donde imaginaba pasaría mucho tiempo cocinando para su familia. Lety por su parte se aseguró que las habitaciones quedaran todas con una vista hermosa y amplios ventanales y cada una de ellas con puertas de vidrio que dieran a un balcón cómodo en el que se pudiera degustar una refrescante limonada o simplemente sentarse a leer un buen libro con la brisa que corría. Se habían decidido por un salón amplio, con grandes sillones y un hermoso estante en donde se colocarían todos los libros de cocina y recetas, así como los innumerables libros que Lety leía y coleccionaba, también colocarían allí los más bellos porta retratos con sus fotografías favoritas.

Habían decidido que su casa tendría 3 habitaciones en el segundo piso y en la primera planta otras 2. Por supuesto pensando en tener un lugar cómodo para sus padres cuando los llegaran a visitar. Cada habitación contaba con baño completo para su total privacidad. Las habitaciones del piso de abajo estaban una frente a la otra, separadas por un pasillo lleno de cuadros de las maravillosas ciudades que habían conocido juntos en su luna de miel y cada una de esas puertas dirigía a una habitación amplia y cómoda, una para el matrimonio Padilla Solís y la otra para Don Fausto Domenzaín. Las habitaciones del piso de arriba estaban designadas a ser la habitación principal que compartían el feliz matrimonio Domenzaín Padilla, una habitación de huéspedes y una tercera habitación que por lo pronto era una pequeña sala de televisión, pero que de ser necesario se convertiría en la habitación de algún futuro hijo que llegaran a concebir.

El jardín era un amplio espacio en el que habían construído una piscina rodeada de sillas playeras y bordeada por grandes palmeras que combinaban con el paisaje de la ciudad en la que vivían. Habían sembrado arbustos para refrescar el ambiente y darle vida y color a ese bello paraíso.

¿Qué será de nuestro amor?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora