Día del padre

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Era el segundo día del padre que Ismael pasaba sin su adorado papá. Ellos eran tan parecidos en todo, no solo en el físico, que se podía decir que era su clon, sino también en la forma de ser. En los 4 años que vivieron como padre e hijo, Aldo le enseñó todo lo que pudo, es como si una fuerza mayor lo hubiera impulsado a enseñarle todo lo que pudiera a su pequeño hijo, pero sobretodo le enseñó a siempre buscar la nobleza en el corazón de las personas. Ismael, al igual que su padre era una persona que veía a través de los ojos del alma, encontraba lo más bello en las personas con tan solo hablarles un poco y aunque era un niño de tan solo 6 años era muy maduro e inteligente. Haber visto a ese par juntos era ver a un par de niños disfrutar del mar, las olas y la pesca, ambos amaban el mar, era su mejor amigo y en donde encontraban la paz y tranquilidad que, aunque en casa no les faltaba, allí se sentían plenos.

El año anterior había sido muy pronto como para celebrar el día del padre en la escuela, Aldo había muerto en marzo por lo que apenas habían pasado 3 meses para esta fecha, así que Lety decidió hacer una de las recetas del libro de su esposo que su hijo amaba, trucha en salsa tártara, y llevarlo a pasar el día al yate al que la última vez que había ido fue cuando pasó la última noche con Aldo. Ismael si lo conocía porque antes de que Lety supiera Aldo lo llevó a navegar y él lo amó. Leticia e Ismael pasaron el día del padre en el yate, comiendo, pescando, jugando y decidieron hacer una carta para Aldo, cuando ya estaba anocheciendo una única estrella brillaba en el cielo y ellos supieron que ese era su amado esposo y padre que les sonreía desde donde estaba.

Este año sería diferente, Lety les había pedido a su padre y suegro que vinieran a pasar este día con su hijo y ellos felices aceptaron. El viernes estuvo lleno de actividades, Isma se dedicó a jugar, reír y correr con sus abuelos y ellos, aunque con mucho esfuerzo, lograron dar la talla. Al final del día los niños debían hacer un dibujo de sus padres e Ismael decidió dibujarse a él con sus abuelos y a su padre como un ángel en el cielo. A la hora de la salida Leticia junto con Julieta los fueron a recoger a la escuela y se fueron todos a cenar a El Sabor de la Vida, a pesar que la nostalgia seguía un poco a flor de piel, poco a poco todos iban sanando y abrazando la realidad que ahora vivían.

El sábado en la mañana Ismael se despertó muy temprano y fue al cuarto de su abuelo.

Is- toc toc... ¿puedo pasar abuelo? – dijo en un susurro.

Fa- claro muchacho, pasa.

Is- oye abuelo... vieras que te quería contar algo que pasó hace una semana – dijo con un poco de preocupación en su rostro.

Fa- dime, me está asustando.

Is- no es nada malo, es algo que mi papá me dijo que podía pasar, me lo dijo en su video y me dijo cómo debía actuar.

Fa- a ver, no estoy entendiendo nada hijo.

Is- la semana pasada conocí a un señor que se llama Fernando Mendiola y es amigo de mis papás, mamá me dijo que fue compañero del trabajo de ellos cuando vivían en la ciudad.

Fa- ah, ahora creo que voy entendiendo. ¿Y qué te pareció ese señor?

Is- me cayó muy bien, es muy divertido, me ayudó a hacer la tarea y ve a mi mamá con los mismos ojitos como la veía mi papá – dijo como si se tratara de cualquier cosa.

Fa- ya veo... y ¿qué te dijo tu papá de esta situación en su video?

Is- él me dijo que mi mamá era una mujer muy joven y muy bella, que en algún momento algún otro hombre se iba a enamorar de ella y ella de él y que si yo veía que ella era feliz yo debía apoyarla y estar feliz también.

Fa- pues tu papá tenía mucha razón y sabes... él también me dijo algo si esto llegaba a pasar.

Is- ¿en serio? ¿Qué te dijo?

¿Qué será de nuestro amor?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora