2021

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Como cada mañana desde hace 1 año, Lety se levantó muy temprano, se puso sus shorts deportivos, un top, una gorra y sus tenis de correr, le dió un beso en la frente a su hijo que aún seguía dormido y bajó a la cocina. Mientras se comía una manzana y alistaba sus audífonos entró a la casa una señora de mediana edad, regordeta y muy alegre, Zaida, se había convertido en su aliada y salvadora en la casa desde que había quedado viuda, era quien le ayudaba con la cocina y la limpieza y la que cuidaba de Ismael cuando ella tenía alguna reunión fuera de casa.

Z- buenos días señora, ¿cómo amaneció?

L- hola Zaida, muy bien gracias a Dios ¿y tú?

Z- bien señora, veo que ya va de salida.

L- ¿cuántas veces te he dicho que no me digas señora? - le dijo sonriendo

Z- es la costumbre señ ... Lety

L- ves, así está mejor, Zaida voy a ir a correr, por favor en 1 hora despiertas a Ismael para que se meta a bañar y baje a desayunar para luego llevarlo a la escuela.

Z- claro que sí, no se preocupe, usted vaya tranquila y con cuidado.

L- nos vemos en un rato - se puso sus audífonos, puso el GPS en su reloj y salió a correr.

Eran las 5:30 de la mañana y como cada día Lety salía puntual a esa hora para correr por la playa, antes de que los rayos de sol salieran por completo y maltrataran su piel que tanto cuidaba. Correr era un hábito que había adquirido, al principio le ayudó a distraerse para ir soltando el dolor de haber perdido a Aldo, su psicóloga le había dicho que practicar algún deporte le podría ayudar, pero como Lety nunca fue buena con los deportes, pensó que para correr no necesitaba tanta técnica para lograrlo y tenía razón, en este año incluso ha corrido algunas carreras y ahora se prepara para correr por primera vez una maratón, más que un ejercicio se convirtió en su terapia, era el momento que se regala a sí misma para estar a solas y en paz, es una hora diaria en la que está solamente con ella misma.

Cuando se decidía a regresar notó en el cielo que aún se lograba distinguir una estrella que brillaba y recordaba con un poco de nostalgia las palabras de Aldo...

- " te amo Leticia, siempre te amaré y cuando yo ya no esté aquí te estaré cuidando a ti y a mi niño, velaré porque sean felices y allá en el cielo, donde veas la estrella más brillante ese seré yo sonriendo para ustedes" - Se quedó un momento contemplando esa estrella, que nunca, en este tiempo había visto una cuando el sol ya había salido. Leticia había logrado sobreponerse a la muerte de su esposo, había ido a terapia, a la cual seguía yendo cada semana, vivía feliz con su hijo y había contratado a Zaida porque sentía que sola no podía con todo. Sus padres seguían viviendo en la ciudad y don Fausto vivía en Monterrey. Lety seguía haciéndose cargo de los restaurantes y había contratado al mejor chef que recordaba que Aldo le había mencionado para que fuera el encargado del restaurante de Acapulco.

A lo lejos había un hombre caminando descalzo por la playa, un hombre alto, de tez algo morena, con cabello negro y rizado, llamó su atención ver a aquella mujer con ropa deportiva contemplando el cielo y decidió acercarse un poco. Los latidos de su corazón se aceleraron cuando iba reconociendo en aquella mujer un rostro familiar, cuando estuvo lo suficientemente cerca para reconocerla por completo no supo qué hacer, si avanzar o dar media vuelta, allí estaba parada la mujer que tanto había amado hace 13 años, la mujer que dejó en libertad para escoger y no lo escogió a él, aquella mujer que él pensó que ya había olvidado, pero en ese preciso momento sintió renacer los sentimientos que creyó había enterrado. Mientras él se decidía en qué hacer la mujer volteó su cara y lo vio, vio a aquel hombre que tanto había amado hace tantos años y que hacía mucho tiempo no veía.

¿Qué será de nuestro amor?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora