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Las luces rosas del amanecer bañaban el salón esmeralda a través de sus grandes ventanales, iluminando a la figura semi desnuda del rey Daehyun sobre la cama, profundamente dormido y con una cinta roja caída sobre el puente de su nariz.

Apenas tuvo la oportunidad, el pequeño Jungkook se vistió nuevamente y se marchó de allí lo más rápido que pudo, no antes de dirigirle una última mirada al rey durmiente. Lastimosamente la noche había transcurrido como había sido planeado, Jungkook había entregado su inocencia al sangriento rey Daehyun, quien la arrebato como si fuera su derecho, rompiendo el decreto que el mismo había impuesto solo por él, su niño favorito.

Para Jungkook, quien ahora se alejaba de aquel lugar lo más rápido que podía, aun con un fuerte dolor en su espalda baja, había sido igual que estar caminando por las brasas ardientes del infierno. Unas oscuras ojeras manchaban la pálida piel bajo sus ojos y a duras penas lograba caminar, sosteniéndose de las paredes cuando el dolor era tan fuerte que sus piernas amenazaban con fallar y de solo recordar como su cuerpo era acariciado la noche anterior, arcadas quemaban su garganta.

Y como si un dios inexistente hubiera escuchado las suplicas silenciosas del pelinegro, cuando este se aproximaba a el largo corredor que daba a la biblioteca se encontró con el cuarto príncipe, quien llevaba una pila de libros y cuadernos en sus brazos.

Taehyung al verlo, su rostro se ilumino pero luego de reparar en el aspecto deplorable del más bajo, su ceño se frunció y fue corriendo a su encuentro al otro extremo del pasillo, preguntando exaltado que le había pasado.

El corazón de Jungkook se agito al ver que las hojas que llevaba el príncipe y que en su apuro había terminado desparramadas en el suelo, tenían muchas anotaciones; aquello demostraba el esfuerzo y devoción que tenía el rubio por cumplir la promesa que le había hecho y ayudar al pueblo.

Y eso fue suficiente para que Jungkook se acercara a paso decidido hacia el rubio y soltara unas palabras que el otro jamás espero escuchar y que lo dejaron helado por unos momentos.

Fue cuando los tintes rosas del amanecer que iluminaban el palacio se comenzaban a disipar y el sol se alzaba a mitad de camino en el cielo, que el príncipe Taehyung dejo olvidado todo pensamiento racional y sucumbió a los extraños instintos que habían despertado en el las palabras del pelinegro, y que el rubio no sabía que tenía.

El joven príncipe, cegado por el fuego que ardía en su pecho, tomo al menor de su muñeca y lo arrastro hacia una de las columnas de oro en el pasillo, escondiéndose detrás de la sombre de esta, como si ni siquiera la luz del sol podía presenciar lo que estaba a punto de suceder.

Taehyung acorralo a Jungkook contra dicha columna y junto su frente con la del pelinegro, respirando agitadamente sobre sus labios con los ojos cerrados, Jungkook se estremeció pero de inmediato se soltó del agarre al percatarse de que sus manos se encontraban desnudas.

Dejando a un Taehyung brevemente confundido por el rechazo, Jungkook saco del bolsillo de su pantalón con manos temblorosa el par de guantes blancos que siempre usaba cuando debía tener contacto con el príncipe, recordando su fuerte rechazo a tocar las pertenencias del rey, y se los coloco, mas Taehyung tomo su manos derecha en silencio, con un toque extremadamente delicado y con apenas unos suaves roces logro deshacerse del guante blanco, descartándolo en el suelo.

Las mejillas de Jungkook se encendieron y pequeñas gotas de sudor nervioso comenzaron a aparecer en su frente al sentir como lentamente Taehyung tomaba su mano desnuda y entrelazaba sus dedos. Era la primera vez que Jungkook sentía la piel del príncipe contra la suya; su palma era un poco áspera pero suave y cálida al mismo tiempo, también temblaba levemente, al igual que todo su cuerpo.

Un jadeo escapo de sus rosados y pequeños labios al ver como su mano entrelazada con la del príncipe era llevada al rostro del rubio y sentir como Taehyung comenzaba a repartir pequeños besos a sus dedos, para luego pasar a su manos, muñeca y alzar la tela de su camisa para continuar su camino de besos por su antebrazo.

Luego los labios del príncipe saltaron al pálido cuello del pelinegro. Ambos jóvenes sonrojados y acalorados parecían perdidos en su propio mundo, asfixiándose con el aroma del otro esa cálida mañana.

Los besos del rubio en el cuello de Jungkook se volvieron más intensos, mientras que al mismo tiempo aprisionaba aún más a su compañero contra la columna, interponiendo su propia pierna entre los muslos del otro, y el pelinegro no hacía más que aferrarse a la espalda del príncipe y deshacerse en suspiros; Jungkook jamás pensó que aquello pudiera sentirse tan placentero, mucho menos después de haber experimentado algo que suponía ser similar la noche anterior, pero lo vivido esa noche se encontraba a años luz de distancia de lo que estaba viviendo ahora.

La mano libre de Taehyung fue a parar a la mejilla de Jungkook, la cual sujeto firmemente y guio para que este inclinara su cabeza hacia atrás, dándole vía libre para que el rubio desabrochara los dos primeros botones de su camisa y siguiera repartiendo besos por toda la extensión de piel. Un pequeño gemido ahogado escapo de los labios de Jungkook al sentir la cálida y húmeda lengua del príncipe recorrer desde la base de su cuello hasta su oreja.

Y Jungkook lo permitió, con todos sus sentidos extremadamente sensibles y su cuerpo ardiendo, sentía como las gotas de sudor de Taehyung caían sobre él y como el príncipe lamia las propias.

Jungkook se aferró con fuerza a la espalda del príncipe con su mano izquierdo, el agarre que mantenía con la mano derecha en la del príncipe tembló y no pudo evitar que su cuerpo tembloroso y agitado se frotara contra el muslo del rubio, cuando este dio una fuerte mordida cerca de la base de su cuello.


•••


A pesar de que ambos habían sucumbido a sus instintos, sin siquiera preocuparse de las consecuencias que esto traería, su encuentro no fue más lejos que eso; algunos besos y suaves roces, pues el sol ya se hallaba en lo más alto del cielo y su luz los había alcanzado, ya no había sombra que los ocultara, además de que ambos seguían siendo demasiado jóvenes como comprender lo que seguía después, o al menos en el caso del joven príncipe de quince años.

Jungkook había salido de su escondite primero con el rostro sonrojado, acalorado e intentando arreglar el cuello de su camisa, sintiendo un leve ardor y cosquilleo en una zona específica de su cuello.

Sabiendo que con aquel efímero encuentro había sellado su sentencia, se marchó por el pasillo, dejando a un Taehyung agitado apoyado contra la columna, todavía intentando regular su respiración y rememorando en su cabeza una y otra vez las palabras que había pronunciado Jungkook antes de su encuentro.

"Yo... hare tu voluntad"

Taehyung todavía veía en su cabeza la expresión de profunda desesperación de Jungkook al decir aquello, con sus mejillas sonrojadas y sus ojos húmedos.

Y un mal presentimiento de a bordo de repente, causando una dolorosa punzada en su pecho, entonces Taehyung dirigió su atención a la pequeña y arrugada nota que le había dejado Jungkook antes de marcharse sin decir palabra, mas no la leyó, sino que la guardo en su bolsillo.



CONTINUARÁ

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