29

6 1 0
                                    


«A los dieciocho años del heredero del duque, Seokjin, ya había logrado acostumbrarse con éxito a vivir en la gran mansión en la capital del ducado. El recuerdo de sus padres y lo que había ocurrido aquella trágica noche ahora permanecían borrosos en su memoria, el pelirosa había logrado dejar su pasado atrás para convertirse en el hijo del duque.

Una noche, mientras caminaba hacia la oficina de su padre, Seokjin escucho el eco de una conversación que parecían sostener dos hombres cerca de la oficina del duque.

 Vamos... Mientras los dos estén cerca... Intentó murmurar uno de los hombres.

Seokjin al acercarse pudo ver que aquellos sujetos eran dos ministros del ducado que estaban apoyados en el muro del balcón que había junto a la oficina del duque, ambos observaban el cielo nocturno mientras conversaban.

 Lo deberíamos llevar a su tierra natal Respondió el otro hombre, uno calvo, rasgos rudos y ropaje negro con unas pocas joyas colgando de su cuello y cintura.

 Sería muy notable. Es un negocio... ¿No negociable? Negó el otro ministro, uno de cabellos castaños largos hasta los hombros y una toga blanca con un cinturón rojo.

 Usted es muy inteligente Alagó el otro sujeto.

Aquella conversación había causado una pequeña molestia en Seokjin, pues sabía que se referían a él.

Lastimosamente el descontento del pueblo del ducado había aumentado al momento de cerrar las compuertas de la presa para evitar los impuestos. Muchos aun no comprendían la razón de esta acción y decidían enojarse hasta el punto de esparcir rumores absurdos sobre el duque y su hijo falso.

El pelirosa soltó un suspiro, acomodo sus ropas y camino a paso seguro hasta aquellos dos hombres, listo para hacerles callar. Seokjin siempre había sido una persona descarada.

 Ustedes... ¿Tienen algún problema? ¿Tiene algún inconveniente en permanecer en el ducado? Dijo Seokjin una vez estuvo justo detrás de los dos ministros.

Ambos hombres dieron un pequeño brinco en su lugar, pues la presencia del rubio los había tomado por sorpresa. Eran altas horas de la noche y no creían que todavía rondara algún alma por el primer piso de la mansión del duque.

 Ah... Sí, bueno Respondió el ministro de cabellos castaños con una sonrisa arrogante en su rostro. Sintiéndose superior a Seokjin por no ser más que un huérfano acogido por el duque, lo consideraban un acto de caridad que no merecía respeto, a pesar de llevar tantos años con el título de heredero y desempeñarse de forma excepcional en los asuntos del estado. Es cierto que estamos abandonando la delicada consideración de trabajador. Tú eres la próxima generación, será triste cuando tus trabajos cambien.

 El mismo duque yacía en la cama al amanecer para trabajar hasta altas horas de la noche. Por lo tanto, le agradecería que pudiera hablar en voz baja al otro lado de la oficina Seokjin respondió con voz suave y una sonrisa en su rostro, manteniendo su temperamento a raya por el bien de la imagen de la familia imperial del ducado.

 Oh, está bien Ambos hombres contestaron al unísono, obviamente enojados por la interrupción y el regaño disfrazado de sugerencia por parte del pelirosa.

Jin nunca había sido tratado bien por el resto de personas desde que había llegado a la mansión del duque un día con el título de "hijo", pues todos sabían de donde venia y a que se debía su repentina aparición e inclusión en los registros de la familia imperial. Todo aquel que supiera de su existencia conocía la historia que venía atrás y lo consideraban sucio e indigno. Lastimosamente el joven había aprendido a vivir con el rechazo de los demás y la única aceptación del duque.

The Golden KingdomDonde viven las historias. Descúbrelo ahora