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¿Un discurso en su nombre...? —Preguntó el rubio, acostado sobre un mueble con los brazos detrás de la su cabeza y jugando con sus pies descalzos, mirando el techo de aquella habitación de la mansión de Jin.

Si, se dará en la plaza donde los aldeanos reciben su ración diaria de agua —Respondió Jungkook con la vista fija en el gran ventanal de la habitación, ignorando la mirada fastidiada del rubio—. El duque ha estado dando los discursos regularmente, mi señor... Mas que nada para elevar la moral de las personas.

¿Entonces, por qué tendríamos que implicarnos en eso? —Dijo Taehyung con tono socarrón— Seokjyn o Gin, o cualquiera que sea su nombre... ¡Él solo está echando su responsabilidad sobre nosotros.

Por favor, mi señor, su lenguaje —Le reprendió el menor, de nuevo.

Me importan un bledo los discursos, pero seré un amigo e iré contigo —Agregó Taehyung, moviendo uno de sus pies en el aire de manera distraída.

¿Acaso no fui claro? Usted solo será el que del discurso, mi señor —Explico con tranquilidad el pelinegro.

¡¿Qué?! —Taehyung se levantó alarmado, sentado se en el mueble con cara de espanto—. ¡Pero se tarda medio día en llegar a la plaza incluso a caballo! ¡me niego!

Esas fueron las condiciones, deje de hacer berrinches, usted no es un niño —Jungkook avanzo hasta él y se detuvo justo al frente.

¡Pero...! ¿No es extraño que él quiera enviarme solo? ¡Solo Dios sabe lo que él pueda llegar a hacerte mientras yo no estoy! —Se quejo Taehyung con una mueca en el rostro.

¿Qué cosas podría hacer su señoría, mi señor? —Preguntó Jungkook con la ceja alzada y recibiendo silencio de parte del príncipe —. Ahora, vamos a trabajar, no tenemos mucho tiempo.

Puedo sentirlo... Ese Gyn está planeando algo... ¡Puedo sentirlo en mis huesos! —Susurró Taehyung entre dientes.


Las horas pasaron y esas horas se convirtieron en días, pasando así la semana repleta de entrenamientos para el príncipe, dirigidos por su menor, el cual había preparado un discurso para él y lo había hecho memorizarlo.
El día antes de dar el discurso llego demasiado rápido para el gusto o disgusto de Taehyung. El joven príncipe se sentía agotado, jamás había estudiado algo después de los ocho años, se sentía como si le arrancaran el alma del cuerpo cada vez que Jungkook lo hacía volver y volver a repetir una sola frase de aquel extenso discurso.

Se encontraban los dos jóvenes en una de las habitaciones de la rosada mansión, la luz de la luna y el cielo estrellado se alzaban en todo su esplendor y el pobre Taehyung ya no daba para más.


De nuevo. Tiene que respirar apropiadamente, si no, no podrá ser escuchado ni siquiera a la distancia de un brazo —Dijo Jungkook parado frente al príncipe, quien se encontraba sentado en uno de los sillones.

¡Maldita sea! Ya he leído la misma frase cientos de veces. ¡Solo la vista de esta hoja me hace enfermar! —Se quejo el rubio echando la cabeza para atrás y soltando un gruñido.

Ponga se de nuevo de pie, mi señor. Usted debe de estar preparado para mañana, no hay tiempo que perder —Pidió el pelinegro con un tono amable pero forzado.

Apuesto que tu sangre es tan oscura como tu corazón —Murmuro entre dientes el príncipe. Sabes... No vale la pena intentarlo, nada saldrá de esto.

The Golden KingdomDonde viven las historias. Descúbrelo ahora