CAPÍTULO DIECINUEVE

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Donde Ulular Dice Mucho

EN CUANTO KATHERINE hizo el perturbador descubrimiento sobre el genio, todos los búhos que estaban posados en el laboratorio de Ombric empezaron a ulular. Era obvio que habían recibido un mensaje del mago.

Katherine apenas hablaba la lengua de los búhos (aunque parecía sencilla, era una de las lenguas de las aves más sutiles y difíciles de dominar), pero escuchó con atención y consiguió entender una de las palabras clave.

—¡Peligro! —gritó, y los búhos asintieron. Corrió a la bola del mundo de Ombric—. ¡Decidme dónde! — suplicó volviéndose hacia los búhos.

Con el pico señalaron una zona enorme y blanca en el centro del Himalaya.

—¿Ombric y Norte están en peligro? —preguntó por última vez, como si quisiera estar del todo segura.

Los búhos parecieron entenderla, porque ulularon con fuerza.

Katherine había esperado mucho tiempo para vivir su propia gran aventura, y había llegado la oportunidad. Parecía tener el instinto necesario. Quizá lo hubiera heredado de sus padres, pero
como era una expósita, no podía estar segura. Apenas tardó un momento en idear un plan. Le sorprendió lo natural que parecía. Entonces pasó a la acción.

—Volad al bosque. Traed a los renos —les ordenó a los búhos, apoyando sus palabras con gestos. Los búhos alzaron el vuelo haciendo mucho ruido con cada aleteo. Katherine miró la brújula que Norte le había dado. Señalaba el camino que debía seguir. Corrió a su cuarto. Iba a ir a un lugar frío y peligroso. Necesitaría un abrigo y una daga.

Nicolás San Norte y la batalla contra el Rey de las PesadillasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora