CAPÍTULO TRECE

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El Guerrero Aprendiz
Demuestra Ser Listo

ADIFERENCIA DEL NIÑO ESPECTRAL, Nicolás San Norte solo creía saber el significado de estar demasiado tiempo confinado. En menos de una semana —sus magulladuras ni siquiera habían pasado del azul oscuro al amarillo verdoso— estaba en pie y haciendo cien flexiones seguidas colgado de la rama de un robusto abedul. Tenía la fuerza y la resolución de una manada de caballos cimarrones. Norte no había tocado un sable desde la batalla contra el oso, pues solo recordar un arma le traía imágenes oscuras y perturbadoras al cerebro: los niños encogidos de miedo, las garras atacando, el pánico y los gritos. Ombric había creado Santoff Claussen como santuario, y eso era lo que necesitaba Norte, así que se refugió en los libros de Ombric, Para robar los tesoros de todas las regiones de Europa y de Rusia, un bandido tenía que leer y hablar variaslenguas, de ahí que Norte no tuviera dificultades a la hora de zambullirse en textos en italiano antiguo, o incluso en griego o en latín.

Lo más sorprendente era la enorme fascinación de Norte por los conjuros y las historias. Y que Ombric permitiera al joven estudiar sus libros de magia. Sus secretos eran demasiado poderosos y solo se podían compartir con aquellos que Ombric consideraba que no se corromperían con tal conocimiento. El viejo mago había visto algo interesante en Norte. Tenía potencial.

Santoff Claussen siempre había sido un lugar encantado, literalmente. Ombric había usado todos sus poderes y habilidades para protegerlo del verdadero mal. Ningún ladrón, ningún atacante ni ningún rufián había logrado atravesar sus defensas. Sombra, con sus oscuras tretas, era el primer mal verdadero al que el pueblo había tenido que enfrentarse.

La experiencia había afectado a todos: los adultos, los niños e incluso al bosque y sus criaturas. Seguían con su vida como antes, pero la alegría libre del pasado ya no se dejaba ver tan fácilmente. Los árboles del bosque encantado estaban siempre alerta. Los animales se habían vuelto asustadizos porque todas las sombras les preocupaban. Incluso el Ánima del Bosque se sentía inquieta.

—No tengo poder alguno sobre Sombra —dijo—. Mis tesoros no son de su interés.

Los niños no dormían bien. Ombric se sentía culpable.

—He sido demasiado protector con este lugar —le confesó a Norte—. He mantenido fuera de aquí demasiadas durezas de la vida.

Pero en realidad la idea divirtió al convaleciente Norte.

—¡Lo hiciste muy bien, viejo! — dijo entre risas para tranquilizarlo. Y aunque los padres de los niños estaban tan distraídos, que ya casi no se inventaba nada en el pueblo, ese no era el caso de Norte.

El joven estaba cada vez más encantado con el pueblo y con la idea de los «encantamientos». Los hechizos, la prestidigitación, los conjuros... lo aprendía todo con mucha naturalidad, así que los aldeanos (y el propio Ombric) no tardaron en considerarlo el primer y único aprendiz del mago. Norte adquirió enseguida una gran destreza en alquimia, llenando de nuevo la Gran Raíz de bullicio... y de explosiones de conjuros que no habían salido del todo bien. Trabajaba con gusto, y a menudo se pasaba de la raya con sus nuevas habilidades sin pensar las cosas demasiado. Al crear una pelota que nunca dejaría de botar, le puso demasiado rebote. Después de que la pelota tocara el suelo, salió despedida al cielo con tanta fuerza, que podría haber llegado hasta Marteal cielo con tanta fuerza, que podría haber llegado hasta Marte.

En otro experimento intentó hacer que un gatito se quedara siempre del tamaño de un cachorro. Primero encogió al animal por equivocación al tamaño de un microbio y luego se pasó al compensarlo. Un gato de tamaño habitual es bonito, pero uno de casi cuatro metros es un problema. El gato intentó comerse a Petrov y al oso varias veces, incluso al recuperar su tamaño
normal.

Nicolás San Norte y la batalla contra el Rey de las PesadillasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora