El Encuentro Más Extraño
CUANDO KATHERINE SINTIÓ que ya estaban lo bastante lejos de Sombra, dirigió a los renos hacia lo que parecía un lugar seguro y cómodo: una cueva en medio de la ladera de las macizas
crestas. Estaba anocheciendo, pero le bastaba el brillo del niño espectral para ver el terrible aprieto en el que estaban sus dos amigos.De algún modo, Sombra había convertido a Norte y Ombric en muñecos: Ombric llevaba un sombrero, una túnica y un bastón en miniatura; Norte llevaba un abrigo rojo y negro, y en cada mano una espada del tamaño de un alfiler. Sus rostros carecían de expresión y sus ojos no parpadeaban.
—¿Norte? ¿Ombric? —susurró, aguantando las lágrimas—. ¿Cómo puedo salvaros?
La determinación templó sus preocupaciones. Encontraría el modo de que volvieran a ser ellos mismos. Los llevaría de vuelta a Santoff Claussen. Y estudiaría hasta el último libro de la biblioteca de Ombric... Aunque le llevara toda la vida, aprendería cómo hacerlo.
Los renos se abrieron paso hasta el borde de la cueva, presintiendo la tristeza de Katherine. La rodearon y con su aliento escarchado calentaron el lugar. Fuera, el viento comenzó a soplar,
llenando el aire con un aullido de otro mundo. El niño espectral atenuó su bastón y se asomó con cuidado por la entrada de la cueva. Metió la cabeza de inmediato. El cielo estaba sucio por un sinnúmero de hombres de las pesadillas y temores, y el niño supo que estaban buscándoles. Las nubes densas empezaron a cubrir cada atisbo de luz de luna. La noche trajo consigo todos los trucos de Sombra. El niño espectral constató que Katherine y él estaban en absoluta desventaja.Miró a Katherine, que estaba sentada en el suelo de la cueva y se balanceaba hacia delante y hacia atrás sin despegarse de sus amigos. Los había envuelto con las esquinas de su abrigo amarillo. El niño la había estado observando a menudo desde aquella primera noche en el bosque. Ella era la única que no se había asustado ante los temores. La vio de nuevo en las nubes, muy alto. Nunca había visto a ningún pequeño ahí arriba. Su sonrisa le había encantado: le había hecho sentirse más feliz que nunca. Entonces, esa misma mañana, había visto a sus amigos —el anciano y el joven del abrigo rojo— en las nubes. ¡Pero habían dejado atrás a la niña! Aquello no le parecía justo. Así que se puso en camino para ver si estaba bien cuando la oyó pidiendo a los búhos que buscasen a los renos. Quería alcanzar a sus amigos altos. Bueno, ¿quién mejor que él para una carrera? Así que concentró sus poderes para crear un camino de luz. La niña supo lo que tenía que hacer.
Pero en su carrera a través del continente, el niño vio que parecía asustada. Miraba sin cesar la brújula que le colgaba del cuello y de nuevo hacia el frente. Solo una vez apartó la vista del horizonte... para mirarlo volando a su lado. ¿Por qué tenía miedo? No estaba seguro, pero sí sabía que no estaba sonriendo. Y él quería volver a ver aquella sonrisa.
Ahora estaban atrapados. ¿Cómo le había permitido que les guiase ni más ni menos que a una cueva? Sabía perfectamente lo que era estar atrapado. ¿No había estado así hasta que la luz de luna vino a liberarlo? Los temores no tardarían en encontrar la cueva. ¿Qué harían después?
El niño se volvió a asomar a la entrada de la cueva. Los temores estaban más cerca. Entonces tuvo una idea: ¡una persecución! ¡La mejor persecución del mundo! Y esta vez sería algo más que un juego. Sostuvo la punta de diamante de su bastón junto a su cara y sonrió a la luz de luna que había dentro. La luz y él se habían hecho compañeros. La luz estaba lista. Entonces el niño miró a Katherine por última vez.
Un instante más tarde ya se había ido. Sosteniendo el bastón en el aire y brillando más que nunca, el niño voló por el cielo, bajando en picado y trazando círculos hasta que se aseguró de que todos los soldados de Sombra le habían visto. Entonces se dirigió hacia las nubes. Los ejércitos de la oscuridad giraron hacia la izquierda y lo siguieron.
¡Empezaba la jugada final!
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Nicolás San Norte y la batalla contra el Rey de las Pesadillas
FantasyAntes de ser Papá Noel, San Nicolás fue Norte, Nicolás San Norte, rufián, temerario espadachín y célebre forajido. Famoso por su destreza en el manejo de toda clase de armas, se dedicaba a buscar y obtener tesoros y riquezas a cualquier precio. No p...