CAPÍTULO VEINTITRÉS

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La Noche Más Larga

KATHERINE OYÓ LA RISA del niño espectral mientras alejaba de ella las legiones de Sombra. Era increíble... Lo estaba arriesgando todo por ella y sus amigos.

Era rápido y listo, de eso no había duda. Quizá pudiera realizar otro milagro que les salvara, o puede que encontrara ayuda de algún lugar que ella desconocía.

Pero de momento tenía que procurar que ningún secuaz de Sombra les encontrara. A toda prisa y en silencio, puso a los renos a cubrir la entrada de la cueva usando sus astas como palas para
la nieve. Tan solo dejaron un agujerito para poder vigilar.

Pero, a pesar de la barrera, seguía haciendo muchísimo frío. A Katherine le dolían los dedos y se le estaban entumeciendo los pies. No tenía ninguna intención de encender un fuego, y aunque la tuviera, sabía que el más mínimo hilo de humo le permitiría a Sombra encontrarlos, así que arropó a Norte y Ombric con fuerza en el cuello de su abrigo y se apiñó entre los renos, que estaban mucho mejor preparados para aquel clima gélido.

Norte, que no podía moverse, ni siquiera parpadear, no paraba de pensar. ¿Y en qué pensaba ese apuesto bandido, ese excosaco, ese guerrero temido? No estaba haciendo planes de batalla ni imaginando cómo derrotaría a Sombra. No. Norte estaba preocupado por el abrigo de Katherine. ¿Sería suficiente para resguardarla? Se imaginó el abrigo que haría para ella si conseguían regresar a la Gran Raíz. Usaría el viejo truco cosaco de poner dos capas de piel. Un escalofrío agitó a Katherine, y Norte experimentó el terrible sentimiento de la impotencia: la niña tenía frío y estaba asustada, y ningún niño debería estar así.

Además, Katherine estaba muy cansada. Trató de mantenerse alerta e intentó concentrarse en qué hacer después, pero la respiración rítmica de los renos no tardó en sumirla en un plácido sueño con Norte y Ombric apretados debajo de su barbilla.

Cuando los niños tienen pesadillas, luchan por despertar a sabiendas que la seguridad se encuentra más allá de los ojos cerrados. Pero, para Katherine, las pesadillas estaban por todas partes, así que el sueño era una vía de escape. Pasó la noche entrando y saliendo de los sueños, aunque no eran sueños corrientes.

Los niños tienen un tipo de sueño muy infrecuente que se despliega como un libro de cuentos, pero ellos no participan en la historia. En vez de eso, observan las aventuras de algún ser querido en una especie de película de la mente. Y en el sueño de Katherine, Nicolás San Norte era el protagonista. Norte era el héroe de miles de aventuras. No era un mago, ni un ladrón, ni un guerrero, sino un personaje de alegría, misterio y magia inagotables que vivía en una ciudad rodeada por la nieve.

Ese tipo de sueños es tan infrecuente, que la mayoría de los soñadores no entienden la magia que posee. Aparece a dúo en otra parte: exactamente la misma aventura tiene lugar en el sueño de otra persona.

Y eso mismo estaba ocurriendo en ese momento. Norte, que yacía impotente y casi sin esperanza, empezó a ver los sueños de Katherine en su propia cabeza. Una ciudad de nieve en un torbellino de actividad en la que él — como nunca se había imaginado y nunca hubiera imaginado posible— estaba feliz y en casa. Era el señor de su propio dominio. Por segunda vez en el mismo número de semanas, Norte entendió qué pensaba Katherine de él. En el dibujo que le había dado para la caja del pecho del genio lo había dibujado más grande de lo que era en la vida real. Y ahora lo imaginaba como si tuviera un lugar importante en el mundo.

Entonces el sueño hizo algo que solo los sueños pueden hacer: pasó a formar parte de Norte, se convirtió en su propio sueño. Comenzó a vivir en su corazón y ya nunca moriría.

El sueño terminó con una violencia repentina. Norte se había despertado, pero no podía ver nada. El abrigo de Katherine le cubría los ojos. Entró una ráfaga de aire frío. Luego oyó gritos y sintió que se alzaban de golpe. Oyó el furioso relinchar de los renos y el sonido de pezuñas y astas chocando contra metal.

Nicolás San Norte y la batalla contra el Rey de las PesadillasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora