Camil pensaba que Nicola y él solo serían compañeros sexuales, o al menos un simple amor de verano que olvidaría cuando terminase septiembre.
Pero Nicola acabó enamorándose de él...
Y él acabó enamorándose de aquel vestido rosa fresa con estampado d...
Las cosas que su madre dijo, cómo las dijo, con el odio que las dijo... Realmente Nicola era una vergüenza para su familia, al menos para su madre... Posiblemente tampoco aceptaban su fluidez precisamente por el tema de la prostitución... Nicola seguramente intentaría explicarse o al menos excusarse, pero no podía procesar nada más, no podía aguantar... No estaba seguro de querer saber la respuesta, no estaba seguro de querer saber lo que realmente pasaba con Nicola...
Incluso llegó a plantearse por un momento si era seguro o bueno seguir cerca de Nicola o lo más apropiado era volver a casa tan rápido como se le presentara la ocasión... O tal vez irse con sus tíos o sus primos para que estos le dieran refugio de algún modo, para poder sentirse seguro y no estar en su casa encerrado y a solas, y con aquel sentimiento carcomiendo su interior hasta desintegrarlo por completo.
Tuvo que esperar hasta el día siguiente para ser capaz de mirar su teléfono y darse cuenta de que tenía quinientos mensajes y al menos setenta llamadas perdidas, todas ellas realizadas y/o enviadas entre las ocho y media de la noche y las siete y cuarto de la mañana. Y por el intervalo de tiempo, parecía que no había dormido absolutamente nada en toda la noche, solo enviando mensajes e intentando llamarlo, al menos hasta las once de la noche... Y de hecho, se despertó porque volvía a escuchar el tono de llamada de su teléfono a las siete de la mañana y las llamadas no correspondidas siguieron hasta las siete y cuarto... Momento en el que Nicola tendría que irse a trabajar... O llegaría tarde. En ese momento de silencio tuvo muchas dudas, sobre todo mientras se hacía el desayuno... ¿Estaría bien presentarse a las cuatro en su trabajo para pedirle explicaciones o al menos para que le diera algún tipo de excusa?
- ¡CAMIL!- corrió como un desesperado al verlo, con los ojos muy abiertos, casi cristalizados, y sujetó sus hombros con algo de fuerza, para que no se escapara, ignorando a todos a su alrededor, todos los que se los habían quedado mirando mal por el escándalo antes de continuar con sus vidas.- ¡Por fin, por fin...! N-Necesitaba hablar contigo...- las ojeras bajo sus ojos le daban evidencias más que evidentes de que no había dormido absolutamente nada en toda la noche.- ¡Necesito...!- se tomó un seguro para procesar que estaba en medio de la calle y que por su tono de voz tan alto bastante gente los estaba mirando fijamente.- Necesito explicártelo todo...- redujo su tono de voz tanto como pudo, pero los nervios y el temblor de su cuerpo se lo hacían complicado, sobre todo mantener la paciencia.- Mi madre dijo cosas que no debería haber dicho y yo... T-Te juro que iba a contártelo, te juro que sí; pero no sabía cómo decírtelo...
- Vine por una explicación, nada más...- desvió los ojos.
- Mírame, por favor...- pidió sujetando sus mejillas para acunar su rostro.- Tenía dieciséis cuando eso pasó... No es reciente...- negó con la cabeza.- Vamos a un lugar un poco más privado...
Camil asintió sin decir nada, apartó los ojos más de la mitad del camino. Llegaron a un parque de la zona y se sentaron en unos bancos, bastante apartados de la gente, bastante apartados de la plaza, Camil reconoció la zona, giró los ojos y pudo ver la habitación, la ventana del apartamento en el que vivía Nicola. Miró al moreno, este estaba procesando sus palabras, mirando el suelo, un punto invisible, sin saber cómo empezar o si tan solo estaba bien empezar a explicar desde aquel punto o realmente explicarlo todo.
- ¿Recuerdas a Gio...?- Camil se sorprendió por la mención al chico que estuvo tocando su pierna el verano anterior, cuando Nicola le pidió ayuda y luego acabaron en un juicio porque Nicola golpeó a Luca. Asintió con la cabeza.- ¿Recuerdas que te dije que le doy morbo... Y quería liarse conmigo...?- Camil volvió a asentir.- ¿Recuerdas que te dije que fue por ser género fluido?
- S-Sí...- asintió.
- También fue porque fui prostituto...- desvió los ojos.- Y no lo empecé a hacer porque yo quisiera... Tengo pinta de marihuanero, lo sé... Pero no lo soy... Lo es mi padre... Yo solo era su camello...- apretó los labios y tragó saliva.- Yo solo... Mi padre contrajo una deuda... Y yo solo intenté...- carraspeó.- Me empecé a acostar con gente a cambio de dinero porque no me contrataban en ningún lado... Y también porque mi padre me amenazó con gastarse el dinero que tenía ahorrado para la universidad... En mariguana...- desvió los ojos y empujó su flequillo hacia atrás con ambas manos, suspiró pesado. Sin saber cómo continuar explicando las cosas o si era apropiado centrarse tanto en lo que se estaba centrando.- Gio era un compañero de la secundaria, mi mejor amigo... Y se lo acabé contando como mejores amigos que éramos... Pensando que no se aprovecharía de mí... Pero... Bueno...- carraspeó.- Las cosas no salieron... Y encima él le quería ser infiel a su novia para acostarse conmigo para ver que tan bueno soy para qué tanta gente hubiera pagado por mí cuando tenía dieciséis...
- ¿Sigues...?
- ¡No! ¡No, no, no! ¡Por supuesto que no!- negó frenéticamente.- Me corté el pelo cuando dejé de hacerlo... Para que no me reconocieran... Y prácticamente ya nadie se me queda mirando porque saben que soy "Nickolaccio, el maricón de la plaza".
- ¿Tenías el pelo largo?- preguntó con asombro.
Nicola asintió con la cabeza y señaló una medida de su espalda media aproximadamente, media baja... Camil abrió los ojos con sorpresa.
- Tendría que haberlo dicho...
- Yo...- apretó los labios.- Entiendo que sea difícil... Y yo ayer como idiota ignorándote toda la tarde, noche y día porque tenía miedo...- apartó los ojos.- Lo siento.
Nicola lo abrazó invasivamente, apoyándolo contra su pecho. Camil correspondió pasando los brazos por debajo de sus axilas.
