ALLÍ ABAJO

2.3K 101 38
                                    

- Me sigue pareciendo una mala idea. Una muy, pésima, mala idea.

A paso rápido dos figuras avanzan por el largo pasillo de mármol blanco. Las paredes impecables y el alto techo hacen retumbar el sonido de sus pasos y de sus voces. Las grandes ventanas le aportan luminosidad.

El más alto de ellos va primero, ataviado con una túnica oscura aterciopelada y perfectamente planchada. 

Al contrario que la figura a sus espaldas que avanza, nervioso, tratando de seguir sus zancadas. Él lleva un atuendo más sencillo. Tan solo unos pantalones de piel marrón y una camisa algo gastada.

- Ismael. ¿Tu has estado ahí abajo? ¿Los has visto?- La grave voz retumba por el lugar, serio pero ilusionado con su nueva idea.

El pequeño hombre a su espalda asiente, pero moviendo sus manos nervioso. Aún preocupado por su amo y sus locas ideas.

Lo ha permitido todo. Como cuando por aburrimiento decidió iniciar una nueva guerra, o cuando obligó a toda la servidumbre a teatralizar Hamlet durante cinco días sin descanso.

Y no hablemos ya de las interminables y majestuosas fiestas de Dioses a las que ha acudido. Que duran días completos llenos de alcohol, bailes, chismes y magia.

Nunca tuvo ningún problema. Pero esto ya es demasiado. Bajar a la Tierra. No.

- Si. Pero fue hace muchos siglos y yo no soy un Dios. Debe cumplir con sus obligaciones aquí, señor.- Trata de frenarlo mientras terminan de caminar llegando a un gran portal dorado.

- ¿Obligaciones? Hace mucho que falta el trabajo aquí. Los humanos ya no creen en nosotros y estos Dioses son tan... Presuntuosos y arrogantes.- Gesticula el alto esperando a que abran las pesadas puertas.- Dicen que los mortales son seres sencillos y curiosos. Quiero ver como es vivir una vida insignificante.

Ismael pone los ojos en blanco.

- Hablando de arrogantes...- Susurra ganándose una mala mirada del Dios a su lado que podría mandarlo al mismísimo infierno.

El portón se abre con un sonido fuerte. La luz del exterior se cuela en el edificio. Una lisa esplanada verde se extiende frente a ellos. Un jardín impecable. Impecablemente aburrido.

El Dios se siente atrapado en una jaula de oro donde no pertenece. Se aburre de la monotonía de sus días inmortales. Y, a pesar de ser responsable de los mortales, no sabe nada de ellos ni de sus vidas.

Que mejor que bajar un tiempo a su mundo y disfrutar de su superioridad entre ellos.

- No necesito el permiso de nadie. Y en mi ausencia los otros Dioses se encargarán de todo. Además, tu podrás tomar mi lugar. Se cuanto te gusta sentarte en mi cómodo trono.

El pequeño hombre baja la mirada avergonzado ¿Cómo lo ha sabido? Es un Dios. Lo sabe todo.

El Dios sonríe de lado, cómplice. Su pelo castaño reluce bajo el sol del cielo y sus ojos oscuros, que esconden galaxias, brillan ante la emoción del nuevo mundo que le espera.

Un carruaje tirado por seis elegantes caballos negros llegan hasta la entrada y él se sube sin dudarlo un momento.

- Tenga cuidado, señor.- Le advierte Ismael a gritos mientras este toma las riendas de la carroza.- Pero, sobre todo, manténgase alejado de la Zahira.

El relinchar de los caballos y el sonido de los cascos contra el suelo, cuando comienzan a galopar, interrumpe la conversación.

- ¿La Zahira?- Pregunta el Dios confuso.

Nunca ha escuchado ese nombre. ¿Qué es? ¿Una creación? ¿Un animal? ¿Un lugar?

Sin embargo no le da tiempo a comprender la respuesta, puesto que los caballos corren demasiado rápido y hacen demasiado ruido. 

Puede ver a Ismael articular una explicación, gritando. Pero sus gritos son opacados totalmente por el ruido del viento que hace volar su pelo. Puede ver como su figura se pierde en su isla de nubes más pequeño cuanto más se aleja.

Al final, cuando lo pierde completamente de vista, no ha logrado entender nada de lo que le ha dicho y termina por restarle importancia. Aunque la palabra retumba en su mente durante todo el viaje.

La Zahira.

******************************

- ¡Zahira! Hay un cliente esperando a ser atendido. ¡Rápido!

La voz rasposa de su padre saca de su ensoñación a la linda mujer que con cuidado limpia y prepara un ramo de bonitas flores amarillas en la trastienda. Un lugar lleno de cintas, papeles, flores y restos que dejan las mesas toda desordenadas.

Un lugar artístico y alocado. Como suele ser.

Sin perder tiempo, deja sus quehaceres y, limpiándose las manos de tierra y agua en el pequeño delantal con el logotipo de la tienda, Interflora, se acerca al mostrador.

La luz del día se cuela por los critales de la pequeña tienda de cristal, que simula un invernadero con el techo totalmente transparente.

Las plantas y flores que venden le dan un aspecto de selva salvaje a todo el espacio y un brillo verdacio muy especial. Es limpio y fresco. Mires por donde mires, la naturaleza lo ha ocupado todo en la tienda.

Su padre, desde la oscuridad de su despacho, le escucha atender con esa voz dulce al hombre que busca un arreglo floral para su pareja.

Zahira tiene la habilidad de transmitir emociones con sus centros de flores y siempre acertar. Haciendo ramos hermosos y distintos para cada uno.

Puede ver su pelo castaño y rizado recogido en un moño desordenado y a ese maldito gato negro, que siempre ronda entre sus piernas, tumbado en el suelo a su lado. Como un guardián. Ethos.

Cuando la campanita del local suena, señalando que el cliente ha salido por fin, el gato parece despertar de su sueño y, con paso elegante, se abre camino hasta ella.

Zahira no lo piensa dos veces para darle toda su atención con suaves caricias bajo su barbilla peludita. Con dulces palabras que Ethos recibe con gusto.

Si. Es una mujer hermosa por dentro y por fuera. Y le recuerda tanto a su esposa, que le duele.

Enfadado por el rumbo de sus pensamientos, el hombre mueve nervioso el cigarro entre sus dedos. Apartando la mirada y fijandola en aquella botella de la que hace apenas unos minutos prometió beber el último trago.

Niega varias veces y se pasa la mano por la barba desaliñada antes de cerrar de un portazo. Sumiendose en una oscuridad absoluta, muy distinta a la luminosa floristería Interflora.

******************************

HOLA LECTOR DE MI CORAZÓN

Te presento mi nueva propuesta de novela. Sobrenatural pero queriendo salir un poco de la rutina.

Espero que le des una oportunidad porque tengo mucha ilusión y buenas ideas.

Como primer día subiré varios capítulos hoy, para que no se haga muy lento el inicio. Así que estate al tanto.

MUCHAS GRACIAS :)

Así duelen las floresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora