Capítulo II

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Pilar Hill había nacido un 14 de abril de 1897, una fecha importante para Ivana Hill, esposa de Philip Hill

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Pilar Hill había nacido un 14 de abril de 1897, una fecha importante para Ivana Hill, esposa de Philip Hill. Una pareja que había comenzado con el deseo de Philip por tener un hijo varón y pasar su sueño de toda la vida a él, y que ese niño lograra todo lo que él no pudo y dejar en alto el nombre de su familia, dejarlo en alto a él.

El día del nacimiento de su hija primogénita Philip no había podido procesar toda la información, ¿Qué había salido mal? Se suponía que sería un niño, ¿Entonces por qué?, pensaba. Salió de la habitación y se detuvo mirando a la nada después de haber cerrado la puerta. Enigmas, la vida está llenas de ellas. ¿Por qué Philip había nacido con esa condición? Esa era un enigma. ¿Por qué a pesar de desear con todo el alma tener un hijo varón la realidad fue otra? Esa también era otra. ¿Acaso la vida odiaba a Philip? Sabía muy bien que la vida era injusta, lo sabía con carne propia, pero dicen que en la vida también hay cosas buenas, ¿Por qué él no puede tener nada de eso?.

Se sentía furioso, impotente, no sabía que hacer con esas horribles emociones. Apretó la mandíbula con fuerza al igual que sus grandes puños. Sus ojos escocían, pero no iba a dejar que las lágrimas salieran de sus ojos, no de los suyos. Había aprendido que las lágrimas sólo eran una señal de debilidad, y más si venían de un hombre. ¿Qué hombre podía llamarlo así si dejaba verse llorar? Esas cosas sólo son para las mujeres. Entonces, él no podía permitirse llorar, no de nuevo, no como aquellas veces cuando era pequeño por el rechazo.

"No llores" Decía seguido su padre, y poco a poco lo había entendido, no podía llorar, porque si lo hacía sería otra decepción para la familia. Ahora que es adulto menos podía darse esos lujos, ahora que es un hombre hecho y derecho, sólo sería la burla.

Ese día se había perdido de la casa, Ivana no había sabido de él todas esas horas y, llegó a pensar que estaba celebrando el nacimiento de su primera hija.

Realmente Philip se había ido a un bar repleto de hombres y hermosas mujeres, coquetas y con un cuerpo que su mujer no tenía hace algunos años. Se sentó en las barras y pidió cerveza, tenía que despejar todos esos pensamientos. Fue a ese lugar porque allí se obligaba a no llorar. Bebió mucho, pero no estaba ni una pizca de borracho, igual que su padre tenía la capacidad de beber una buena cantidad y no emborracharse como los otros débiles hombres, que con sólo unas tres o cuatro ya no podían pararse de la silla.

Tal vez si fuera otro día se había planteado la idea de coquetear con una de esas mujeres, tal vez otro día, pero ese día no pudo, aunque de igual forma otro día tampoco lo hubiera hecho. En todo el camino hasta la casa había retardado el paso, no como los otros días que llegaba rápido. Cuando llegó ya era de noche, tal vez las 8 de la noche, pero eso no le importaba en lo absoluto. Su mujer lo esperaba en la sala, sentada en una mecedora que había comprado para ella, pero al final también él terminaba usándola. Ivana tenía en brazos a la pequeña que todavía no sabía su nombre, ¿Para qué? Sino era un niño no le importaba en lo más absoluto, incluso le importaba más lo tarde que llegaba a casa que el nombre de una...

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