Había veces que el restaurante Airport Delicious tenía clientes de día, puesto que las personas a veces se cansaban de comer en casa, o cuando habían turistas. Mayormente siempre iban unas 5 o 6 familias al restaurante de día, pero era en la noche que el Airport Delicious reinaba. Ese día sólo habían dos personas dentro del restaurante cuando Pilar y Homer llegaron; un hombre de espaldas y una señora de unos 40 años, quizá hasta unos 50.
Los hermanos Hill no se detuvieron a observar quienes eran, después de todo no era de su incumbencia, y sería una falta de respeto. Se encaminaron por el pasillo que llevaba hasta la administración. Cuando tocaron la puerta la voz de Laila les dijo que entraran, e hicieron caso.
—¡Vaya! Hasta Homer vino. — exclamó John — ¿No se habrán escapado, o sí?.
—Siempre nos escapamos. — dijo Pilar, siguiéndole el juego.
—Papá está en su trabajo, así que aproveché de venir. — informó el más menor de todos.
—Vinieron por la información, ¿Verdad?. — preguntó Laila, quien estaba de pies al lado de unos estantes.
—Sí.
—No podía quedarme en casa sabiendo todo, así que decidí venir. Espero no sea problema. — Homer siempre tenía buenos modales.
—No te preocupes, además, ustedes dos son los principales directores, así que sería mal visto que no estuvieses presente. — Laila apagó el cigarro que estaba fumando y lo echó en el bote de basura de metal.
La mujer se sentó en su escritorio, y a su lado se había sentando John, con un aire mucho más despreocupado que su hermana. Pilar y Homer se sentaron al otro lado del escritorio.
—En total son 6 familias, todas impares. — Laila comenzó a revisar unas carpetas — Tienen sus propias razones para escaparse, pero prácticamente es por la misma razón que la de ustedes no: no quieren que sus miembros masculinos se vayan al ejército. Sus razones, como dije, ellos las sabrán.
—¿No la sabes?. — John alzó una ceja.
—Sí las sé, pero no es tan necesario decirlas ahora, ya se hablará cuando se reúnan todos. — Laila le dio una mirada corta a John, y este sonrió leve cuando ella la dio la razón. La mayor tomó unas carpetas delgadas y amarillas y se las pasó a los menores. Era como si los Hill fueran sus clientes — Estas son las familias.
Pilar y Homer se repartieron las carpetas y de a poco comenzaron a revisarlas por encima. Pilar se había dado cuenta que realmente las familias estaban impares.
—Vaya, tenías razón con eso de que estaban impares.
—Incluso está este hombre, que está solo. — Homer le enseñó a Pilar la hoja, era un hombre, y según la ficha, tenía unos 35 años.
—¿No tiene familia?.
—No. Pero también es una de las personas que van a reclutar. — Laila se recostó en su silla — En esas fichas no están la información detallada del porque se quieren escapar, sólo son sus datos básicos.
ESTÁS LEYENDO
Verde de guerra
Ficción históricaLa familia Hill tiene un legado que ha pasado de generaciones a generaciones, el cual es que todos los hombres de la familia formen parte del ejército. Philip Hill, ansioso de poder tener un hijo para educarlo y que entre al ejército como a él le hu...