Capítulo XXII

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Roger Ambani era un empresario, un hombre con mucho dinero y que siempre estaba acostumbrado a tenerlo todo gracias al dinero de su padre y su abuelo, que años después él había recibido en una herencia junto a la compañía familiar

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Roger Ambani era un empresario, un hombre con mucho dinero y que siempre estaba acostumbrado a tenerlo todo gracias al dinero de su padre y su abuelo, que años después él había recibido en una herencia junto a la compañía familiar.

A su edad había aumentado mucho kilos, y la cabellera de su cabello se estaba empezando a caer de los lados, él ya no era como cuando tenía 20 años, que tenía un cabello corto y muy bien cuidado, al igual que un físico que seguro muchos de su juventud envidiaron. También supuso que había tomado malas decisiones en su juventud como para haber perdido el físico que tanto le gustaba.

Aún así, había algo que siempre lo acompañaba y que estaba muy seguro que jamás se iría de su lado: el placer de conseguir todo lo que a él le plazca. Por tener todo el dinero que tiene siempre ha obtenido lo que quiere, la ropa que le gusta y que seguramente se iba a poner una sola vez y después la iba a dejar guardada en el clóset; los diferentes tipos de comida que se le antojaran; y por supuesto, todas las mujeres que quisiera. El día en que Roger quisiera tener una noche de placer simplemente podía dar una orden a su asistente y, esa misma noche tendría a incluso más de 4 mujeres en su cama.

Todo, Roger había tenido todo lo que él quería, no podía negarse de esa vida llena de lujos. Sin embargo, había algo que le daba mucho más placer que simplemente obtener las cosas así de fácil, y eso era el tener que luchar por algo que le gusta.

Cuando ve algo que le gusta, lo toma y se lo queda, pero cuando ese algo es complicado de tener, lo desea con mucha más intensidad. Quizá porque es algo prohibido, pero el placer que obtiene cuando logra conseguirlo después de tanta lucha lo hace sentir como el hombre más importante que puede existir en el mundo. Ese sentimiento recorre todo un pecho y lo hace posarse en la cima de una montaña donde todas las personas imploran por tener un poco de lo que él tiene.

Le gusta demostrar todo el alcance de su poder, a pesar de que no es ni siquiera parte de las 30 personas con más dineros de la zona, pero aún así, cuando una persona tiene dinero y contactos, muchas cosas se le facilitan, y a él le gusta regocijarse de ese poder.

La lujuria de Roger es increíblemente grande, tan grande que parece asquerosa. Sus gustos por las mujeres son variados, a él no le importa que tipo de mujer sea, si le llama la atención, la tendrá. Pero hay un tipo de mujer que a Roger le fascina, y es aquella mujer que tiene un carácter firme; la que se hace rogar.

A él le encantan esas mujeres porque ellas les dan ese placer que a él tanto le gusta experimentar. Claro que le encanta, el estar luchando contra una mujer que se resiste tanto, y que al final ella acepte y él pueda gozar de ese cuerpo que tanto anhelaba. Es casi como si estuviera esperando que una fruta madurara, y vaya que las frutas maduras son tan dulces y tan deliciosas.

Dios, como le encantaban esas mujeres. Hacía un buen tiempo que no encontraba una mujer que le despertara ese sentimiento dentro de él, y después de unos largos meses finalmente había encontrado a una que le hacía despertar aquel deseo.

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