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El reino de las hadas





Ya habían mandado la carta, Peter de seguro se había mortificado, y sus intenciones para ella eran un misterio. Sabía que Peter le tenía miedo a morir,  pero también sabía que Peter no viviría con la consciencia tranquila se ella moría. No sabía en qué pensar.

Ella jamás le tuvo miedo a la muerte, sabía que la alcanzaría tarde o temprano, es solo que jamás pensó que moría tan rápido, tenía catorce, casi quince años, todavía era un retoño, no había comenzado a florecer.

El desánimo en ella era evidente, la desesperanza y la tristeza. No estaba de ánimos para nada, y a pesar de que insistieron para que comiera en almuerzo o bebiera un poco de agua, no lo hizo, la comida y agua del desayuno y almuerzo ya se habían mezclado.

Por la intensidad del sol, intuía que debían ser entre las tres o cuatro de la tarde. Se moría de hambre, pero le daba repulsión comer. Se sentía enferma, si de milagro le da un bocado a la comida: vomitaria.

"Solo espero que Alicia sepa lo que hace" pensó Wendy, abrazando su estómago, como si eso fuera a apaciguar el dolor. Mientras, al mismo tiempo, miraba la salida con anhelo y desesperanza.

Si agarrasen todo el sudor que habían en sus cuerpos, fácilmente podrían llenar un enorme balde. Sí, estaban cansados. Sí, estaban sudados. Sí, querían parar. Sí, fácilmente podrían abandonar todo e ir por su lado.

Pero había algo que los retenía a hacer lo correcto.

Algo que los mantenía en pie.

Algo que les daba energía.

Algo
.
.
.
Por lo que vale la pena luchar.

Ya habían llegado a ese hermoso lugar, entonces ¿Para qué detenerse a estas alturas?

Apenas sintieron sus presencias, las hadas no tardaron en aparecer, todas con una mini arma y un rostro amenazador.

Ninguno de los dos bajó la guardia. Si bien eran pequeños, eso no determina su agilidad, astucia y trabajo en equipo; si tenían todas ellas bien entrenadas, fácilmente podrían vencerlos, que no tenían coordinación, y menos sabían trabajar juntos.

Alicia apretó el puño en el mango de la daga, pero sin levantarla para atacar. Analizó con detenimiento los movimientos de las pequeñas criaturas, las cuales hacían lo mismo.

---Harry, has algo, idiota--- murmuró entre dientes, era él el que conocía a las criaturas, no ella.

El pirata suspiró cansado, de verdad no esperaba que los recibieran con hospitalidad, pero tampoco con hostilidad.

---Queremos ver a la reina de las hadas, tenemos que decirle algo de parte de Peter Pan--- demandó, mirando fijamente al que parecía ser el capitán de la guardia.

En respuesta, Alicia escuchó un tintineo amenazador. Ella estaba desconcertada, ¿por qué no hablaban?.

Pasados los segundos, el hada y Harry comenzaron una discusión acalorada, en donde las otras hadas manifestaban su opinión y Alicia no hacía más que mirarlos a todos confundidas.

---No también quiero derrotar a Garfio, quiero que el lugar sea libre--- replicó Harry. Otro tintineo del hada, que sonó como un reproche ---. ¡No sé quién demonios es Zarina!--- exclamó ---. Escuchen, solo queremos hablar con ella, si quieren les damos la daga, otra cosa, la rubia que ven allá no es una pirata, es amiga de Peter Pan.

El hada pareció meditarlo un rato, entonces, en un rápido vuelo, se acercó a Alicia. Ella lo miró entre temerosa y dudosa, ¿cuáles eran sus intenciones?. Entonces oyó el tintineo de su voz, ella miró aún más desconcertada a Harry, ¿qué demonios le estaba diciendo?

---Dice que sí de verdad eres amiga de Peter, que si es así, que le cuentes cómo llegaste a esta situación--- tradujo el pirata, con un deje de fastidio.

Ella suspiró profundamente, mientras se maldecia mentalmente. Entonces comenzó a relatar la historia, omitiendo las partes que no eran tan necesarias. Fue entonces cuando el hada les dejó en paz, incluso los llevó a un enorme y frondoso árbol, que producía pequeños y minúsculos granitos de algo dorado.

Alicia no sabía qué era, pero suponía que era polvo de hadas. Wendy le había contado sobre eso la noche en la que llegaron aquí. Suspiró, hace casi tres días que estaban ahí, seguro su familia debía de estar preocupadisima.

Estaba tan absorta sus pensamientos sobre Wendy, sus tíos, primos y su hogar, que no se dió cuenta en el momento en el que llegaron a lo que parecía ser un jardín. Era pequeño, aunque seguramente era inmenso para un hada. Frente a ellos estaba una hermosa hada, un poco más alta que todas las demás hadas que había visto. Era hermosa, su cabello dorado estaba atado en un hermoso muño, y su cabello era adornada por una diadema dorada y resplandeciente. Su vestido era del color del oro, brillante y largo, así como parecia que se desvanecía al final. Sus alas eran del mismo color que el vestido, eran grandes y hermosas.

Ella los saludó con una leve inclinación de cabeza. Harry la reverencio, y le dió un leve codazo a Alicia para que hiciera lo mismo.

---Me han dicho que quieren hablar conmigo--- comenzó ella, hablando con un tono tranquilo y sereno ---, ¿tal vez podrían decirme cuál es el motivo?

---Su majestad--- comenzó Alicia. Ella miró a Harry con duda, pero su mirada tranquilizadora le hizo saber que podía decirlo con calma ---, necesitamos su ayuda...

𝐸𝑛 𝑁𝑢𝑛𝑐𝑎 𝐽𝑎𝑚𝑎𝑠Donde viven las historias. Descúbrelo ahora