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Volviendo a la normalidad





Llegaron a la costa. Todos se bajaron de ahí apurados, en especial las hadas que evitaban a toda costa mojarse con cualquier parte del barco.

Apartaron a Peter, Wendy y Alicia, que eran los que peor estaban. Varías hadas médicas les atendieron. Con Alicia terminaron rápido, pero tardaron más con los pelirrojos.

---Al fin todo acabo--- anunció Wendy, como si no pudiera creerlo.

Alicia se alejaba de ahí con dos muletas echas con madera, comenzando a hablar animadamente con la princesa india.

---Deberías comienzar a creerlo--- se burló su compañero, aunque estaba igual de incrédulo.

Luego de tantos años siendo perseguidos por los piratas. Luego de tantos años sin poder escapar o enfrentar su pasado, al fin había lugrado librarse, y se sentía verdaderamente bien.

Mientras las hadas médicas curaban, desinfectaban y envolvían sus heridas, la misma hada de vestimenta pirata de acercó a Peter.

---Soy Zarina, hada del polvillo, he oído mucho de ustedes--- saludó el hada. Ambos pelirrojos miraron algo apenados a el hada, puesto que no habían oído nada de ella ---. Solo quería darles las gracias por lo que han echo en el pasado y en el presente por Nunca Jamás--- bajó levemente la cabeza, como si fuera una reverencia, y se fue con las demás hadas.

Los piratas y Garfio se encontraban amarrados, Tigrilla se los llevaría a su campamento para encerrarlos, ahí. A ninguno le pareció justa la idea de que uno de ellos muriera.

Peter observó a Wendy por unos segundos. Dejó escapar un suspiro de alivio y sonrió.

---Wendy, respecto a lo que pasó en el barco...

---Oh, sí, las hadas del agua y las de viento me ayudaron. Las de agua apartaron el agua que había al rededor y las de viento me secaron--- aclaró, pensando que esa iba a ser la duda de Peter.

Si bien estaba en "cosas por preguntar", no era eso en lo que estaba pensando. Él estaba felíz de tener a Wendy con él, y por ahora eso bastaba, pero debía de saber algo.

---No era eso. Me refería a lo que pasó en el barco... antes de que te empujaran--- aclaró, nervioso.

La boca de Wendy hizo una pequeña o, dando a entender que estaba captando. Lentamente sus ojos se abrieron como platos, mientras que un tono rojizo aparecía en sus mejillas.

---Peter- lo que- lo que- lo que dije-, en el barco--- agregó. Estaba tartamudeando mucho ---, e-e-e-e-era cierto--- explicó, sin dejar de mover las manos de una forma exagerada.

La pelirroja iba a decir algo más, pero antes de tener la oportunidad de hacerlo, un grito de batalla alertó a todos. Los niños perdidos aparecieron de la selva corriendo hacia el barco, con sus armas en alto.

Ellos pararon en seco al pasar por donde se encontraba Peter. Se devolvieron, y lo observaron como si no pudiesen creerlo. Corrieron hacía el pelirrojo y lo abrazaron, lastimandolo un poco.

---Chicos, chicos, aún no estoy bien--- aclaró, para que lo dejarán de abrazar.

Wendy río tiernamente al ver la cara de decepción en los niños. Ella sabía que veían a Peter como alguien de su familia, como un hermano mayor o como un padre al que había que respetar sí o sí.

Peter les explico lo que pasó en el barco, omitiendo la tortura que les hicieron pasar. Finalmente les dijo que ellos más que nadie debían de escoger la condena de Garfio, pues fue él quién los separó de su familia para usarlos y amenazar a Peter.

---Deberian odiarme, así como tú--- comentó el pelirrojo cabizbajo.

A pesar de su inmenso cariño por los niños perdidos, y el amor que le tenía a Wendy, se sentía culpable que ellos estuvieran ahí. Los niños perdidos no llegaron ahí por elección propia, y la segunda vez que Wendy llegó no fue porque ella así lo quiso.

---Jamás llegaría a odiar a ese chico que me mostró mil maravillas--- aclaró.

Tomó suavemente la mano de Peter, haciendo que él la vea. Con la otra mano, Wendy acunó la mejilla del contrario y le dió un corto beso en los labios, casi como un pico, siendo así el primer beso de ambos.

Las mejillas de ambos estaban rojas, pero sus sonrisas eran radiantes. Peter comenzó a volar y cantó como un gallo, mientras golpeaba levemente su pecho con sus manos, algo que hacía cuando estaba muy felíz.

Wendy río por ello, mientras lo tomaba de un pie para que dejara de volar.

Las cosas mejorarían desde ahora.

𝐸𝑛 𝑁𝑢𝑛𝑐𝑎 𝐽𝑎𝑚𝑎𝑠Donde viven las historias. Descúbrelo ahora