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El campamento indio









---Campanilla, Campanilla--- uno de los niños comenzó a correr por el lugar, llamando a la pequeña hada que se encontraba relajada en su pequeña habitación.

Ella salió de ahí un poco molesta, puesto que no le gustaba que la molestaran cuando descansaba o inventaba un nuevo artefacto.

---¡¿Qué quieren?!--- exclamó, aunque para ellos solo se oyó un ruidoso tintineo.

El niño corrió hacia ella apresuradamente, tratando de no tropezar en el proceso.

---Peter ha dejado una carta--- comentó el niño, preocupado.

Esto puso en alerta a los demás niños, quienes rápidamente rodearon a los dos individuos.

---¿Qué dice?--- demandó el hada, un tanto preocupada.

Si bien estaban acostumbrados a que el chico volador se ausentara por cien días, él jamás había dejado una carta, puesto que él sabía que ellos sabían que él volvería. Por ello no se preocupaban cuando él desaparecía, pero ¿qué tan preocupante sería que él dejara una nota?

---Campanilla--- se aclaró la garganta ---, tengo que decirte que no volveré dentro de mucho tiempo. La verdad es que he ido a donde Garfio, y no por diversión o para molestarlo, me voy a entregar a él--- hizo una pausa. Esta noticia había dejado a todos sin aire. La rubia le hizo una señas al menor para que continuara ---. Ha secuestrado a Wendy y Alicia, por suerte ella pudo escapar, pero Wendy sigue atrapada en el barco de Garfio, es un intercambio simple: mi vida a cambio de la libertad de dos niñas. Pero he de decirte, que sería aún mejor si escuentras la manera de liberarnos a todos, siempre encuentras la manera, confío en tí Campanilla, después de todo, eres mi mejor amiga. Peter.

Esto dejó sin aire a todos, los niños se encontraban en shock y no podían creer que ese chico que tanto idolatraban se había entregado a su mayor enemigo, ¿qué le pasaba?

Campanilla fue la que más rápido reaccionó, y por ello salió volando de la guarida rápidamente, sin importar nada, sin importar que su polvo de hadas llegaba a su fin, consecuencia de no haberlo recargado hace días y regalarse la ración que le quedaba a Wendy para que pudiera volver a casa.

Poco a poco su vuelo se iba debilitando, aunque esto no la detuvo. Poco a poco caía, aunque trataba de mantenerse arriba. Hasta que, a mitad de camino, cayó en picada, su polvo ya se había agotado.

Para su conveniencia, vió a unas cuantas hadas ir a su dirección, así que trató de llamarlas varias veces hasta que la rescataron. Eran dos hadas de la guardia real.

---¿Qué sucede?--- preguntó la rubia un poco preocupada y agitada.

---Es mejor que tus amigos respondan eso--- contestó uno de los dos guardias que la sostenían por los hombros.

Fue entonces que reconoció a Terrence y Vidia. Algo malo debía de estar pasando.



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Pasaron unas cuantas horas desde que amaneció hasta que llegaron al campamento indio. Había sido, hasta ahora, el viaje más corto realizado por ambos. Además que esta vez si habían tomado unas horas para descansar, puesto que sus cuerpos ya no daban para otra noche sin dormir.

𝐸𝑛 𝑁𝑢𝑛𝑐𝑎 𝐽𝑎𝑚𝑎𝑠Donde viven las historias. Descúbrelo ahora