Capitulo 11

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El Centro de Formación estaba en el sótano y ocupaba el doble de espacio que los apartamentos de arriba. Las luces estaban apagadas, a excepción de unas pocas luces de emergencia que siempre se mantenían encendidas por seguridad, dejándolo casi a oscuras durante largos períodos de tiempo.

Era de noche y Mags, Erick y Carolina llevaron a Finnick y April a entrenar para las secciones privadas que serían mañana. Llegaron  a la puerta del campo de entrenamiento y Mags deslizó su tarjeta que todos los vencedores tenían en el Capitolio y les permitía abrir y pagar demasiadas cosas sin detenerse a limitaciones. La luz pasó de rojo a verde y la puerta se abrió. Entraron la puerta se cerró detrás de éllos.

Las luces se prendieron solas y April y Finnick miraron asombrados todas las armas que tenían en el lugar todo era maravilloso había cosas que ni siquiera en la Academia tenían.

–Asombro, no – Exclamó Erick divertido al ver las reacciones de los tributos – Aquí solo hay la mejor tecnología en armas que ni siquiera se compara con las que tienen en los Distritos profesionales, ni siquiera el Distrito 2.

– Bien es momento de entrenar. Tenemos poco tiempo y deben descansar bien para mañana – dijo Mags con voz firme y Finnick y April se pusieron en los colchones para entrenar combate a cuerpo a cuerpo.

Finnick se agachó, se volvió para mirar a su atacante y levantó la mano para agarrar la muñeca del agresor, aprovechando su impulso hacia adelante para tirar de él, haciéndolo perder el equilibrio y haciéndolo caer. Retorció su brazo detrás de ellos, girándose de nuevo para que su espalda quedara atrapada contra su pecho, sus brazos atrapados firmemente detrás de ellos. Finnick apenas se contuvo para no hacerlos tropezar y golpearles la cabeza contra el suelo.

Por un momento solo hubo el sonido de una respiración pesada cuando los dos lentamente se dieron cuenta de quién era el otro.

–Bien hecho Finnick – felicito su madre.

Entonces la chica se movió, torciendo la cabeza para poder mirarlo, y sus ojos se encontraron con los de un verde profundo. Su cabello estaba esparcido en la colchoneta.

Él la soltó, girando lejos, fuera de su alcance en caso de que ella decidiera atacarlo de nuevo. Ella sonrió burlonamente, su labio inferior sobresaliendo en un puchero que era... bueno, entonces era un poco adorable. Pero solo un poco, un poquito, apenas. Definitivamente no era el puchero más lindo que jamás había visto.

–Espero no haberte lastimado – dijo. Su voz era ligera, burlona. Le hizo hervir la sangre. Nadie se burló de él. Ni siquiera las chicas súper calientes que solían coquetear con el según ellas para que las ayudará a mejorar en el entrenamiento.

– Ni un poco – dijo con burla la tributo femenina.

Ambos se pusieron de pie y así que comenzo a rodearla. Ella hizo lo mismo, los dos paseando, concentrados el uno en el otro. Su arma se había ido al suelo con un ruido sordo cuando él la inmovilizó, así que ambos estaban con las manos desnudas, empatados.

La espada de batalla se lanzó hacia su cabeza con tanta rapidez que apenas levantó la espada a tiempo para bloquearla. Ni siquiera la había visto agarrar el arma. Ella fue sorprendentemente rápida.

El también no se quedó atrás y agarró otra espada que se encontraba por ahí y empezaron a perseguirse unos a otros por la habitación chocando las espadas.

A medida que avanzaba la pelea, Finnick se encontró disfrutándolo y April también,  no en un nivel puramente sangriento. Siempre disfrutó pelear, los dos se encontraban sonriendo de oreja a oreja estaba a punto de cumplir uno de sus sueños más grandes en la vida.

Ocaso la historia de Finnick Odiar Donde viven las historias. Descúbrelo ahora