Capitulo 8.

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Marcy caminaba por las grandes calles de la ciudad de Los Angeles. Tenia frío, hambre y no se había bañado desde hace una semana, pero eso no era lo que importaba.

En casa, su madre la esperaba con una fiebre mortal y ella había salido de ahí en busca de dinero, comida y medicinas.

Pero para una chica de 13 años no es fácil, ella es inteligente, sin embargo las personas mayores no creen en su capacidad. Es por eso, que estaba ahí, sentada en un callejón, sola, con frio y con hambre.

Las gotas frías de lluvia empezaron a caer desde aquel oscuro cielo, se veía que la tormenta qué había escuchado en  la televisión iba a ser cierta. Sus ganas de llorar aparecieron, sus pies descalzos dolían y ella solo quería un abrazo.

La lluvia empezó a empapar su vestimenta por lo que el frio era aun más fuerte, sus lágrimas se confundían con las lágrimas del cielo y sentía que su corazón estaba apunto de explotar.

En casa su madre esperaba y ella estaba ahí, sin hacer nada más que llorar.

Era una inútil, debería de estar buscando un empleo y sin embargo solo estaba en el piso, llorando como una niña pequeña. Se cubrió el rostro, dejando que el llanto avanzará y la lluvia siguiera con su deber de empaparla. Sin embargo, al poco rato ya no sintió aquella fría sensación del agua caer sobre ella. Levantó la mirada, encontrandose con unos ojos azules. Marcy se asusto, retrocediendo como pudo pero chocando con la pared.

—Tranquila hermosa, no te haré daño.— Murmuró suavemente el hombre, regalándole una sonrisa paternal a Marcy.

O al menos ella lo vio así.

—¿Cómo te llamas?— Preguntó el alfa rompiendo el silencio.

—Ma-Marcy.— Susurro.

—Bueno Marcy, este no es un lugar para que estés sentada, alguien puede venir y hacerte daño.— Marcy sintió como el hombre la ayudaba a ponerse de pie, sintiéndose algo incomoda de que la agarrara de su cintura.— ¿Estas perdida o algo?

—N-No... yo... yo salí a buscar trabajo.— El señor la miro con sorpresa para después sonreir.

—¿Por qué una mujercita tan linda como tu tiene que buscar trabajo?— Marcy sintió sus mejillas arder sin embargo su estómago sonó tan fuerte qué su cara se puso total mente roja.— ooh ¿Tienes hambre?

Con total vergüenza asintió, no servía de nada ocultarlo más.

—Te propongo un trato, te invito a comer lo qué tu quieras y tu me platicas acerca del por qué quieres un trabajo ¿Te parece, linda?

||Cabaret||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora