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"Para el mirrey más guapo del 106."

—Pinche Edson. — musitó mirando alrededor antes de tomar el corazón de papel y el clavel sobre su mesa.

Se había vuelto común que detalles de ese tipo siempre aparecieran en su pupitre cada tarde.

Especialmente esta semana en la que Edson había faltado.

Todo lo que había empezado como un juego para obtener unos besos del fresita, se había convertido con el paso de los días en una "amistad", y uno de los dos cayendo perdidamente enamorado del otro.

Diego en este caso.

—En serio que con esto el pinche gato hoy sí se mamó eh. — Marcelo negó sentándose a un lado de Diego que no dejaba de mirar el bonito clavel entre sus manos.

—Yo pienso que está bonito. — respondió acariciando los pétalos blancos de la flor.

—Ay Di, no estás para conformarte con tan poco, tú estás como para que te regalen un rosal entero.

—Es que no lo entiendes Marcelo, no es la cantidad ni qué, sino de quién venga... Y si es de Edson, mejor.

—No puedo creer que en serio estés cayendo en los encantos del naco.

—Y yo no puedo entender por qué lo llamas así, él ni siquiera se ha metido contigo.

— ¿Te parece poco el recuerdito que me dejó en la cara?— apuntó su rostro dejando entre ver la ligera marca que ya cicatrizaba.

—Tú empezaste.

— ¿Desde cuándo esto se volvió "el barrio contra Mar"? Hasta mi propio amigo está en mi contra por ese gatete.

—No, no es eso pero...— su amena conversación fue interrumpida con la llegada del profesor Ochoa.

Él también se había vuelto para Diego una persona importante... Casi como un segundo papá.

—Siéntense. — pidió amablemente el hombre mientras cerraba la puerta del aula.

Y como evidentemente es una prepa, y son de primer semestre; claro que a varios les valió madre.

—Oiga, qué lindo clavel tiene señor Lainez ¿Se lo regalaron o se lo va a dar a alguien? — preguntó curioso al observar al menor.

—Me lo regalaron. — respondió con ánimos.

—Debería ponerlo en agua o de aquí a que acaben las clases se va a marchitar, vaya a la cafetería por un vaso y un poco de agua.

Casi ni se notaba el favoritismo; o al menos eso decía la gente.

Ambos tenían un sueño en común que los unía.

Guillermo también soñó alguna vez con jugar para el club américa.

"Tú aun tienes la oportunidad, estás chavo y creo que no deberías desperdiciar tu juventud; recuerda que la carrera de futbolista es muy corta." — era lo que Ochoa solía decirle cuando se quedaban en receso hablando sobre el futuro.

Quizás algún día Diego le iba a tomar la palabra.

El joven alumno caminaba por los pasillos de la escuela con su clavel blanco en un vaso de plástico; de esos que ocupaban para las papas preparadas.

A la madre que ricas están.

Se detuvo en uno de los pasillos para posar junto a su linda flor y tomó una foto.

𝘈𝘮𝘢𝘳𝘵𝘦 𝘋𝘶𝘦𝘭𝘦 ||𝘌𝘥𝘴𝘰𝘯 𝘈. 𝘹 𝘋𝘪𝘦𝘨𝘰 𝘓.||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora