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...Y amarte duele, tras la ventana, y amarte duele, tras la ventana... Quisiera escapar, llevarte a marte, quisiera escapar, y amarte duele...

La escena de Renata y Ulises teniendo relaciones era lo que se podía presenciar en la pantalla de la televisión del cuarto.

Edson teniendo a Diego a un lado, se sentía con ganas de andar igual.

Pocas veces desde que Diego había quedado embarazado habían logrado intimar, lo habían intentado, realmente lo habían hecho.

Pero siempre pasaba algo.

O estaban muy cansados por sus actividades diarias y se quedaban dormidos...

Edson, dice mi mamá que si no quieren...— la menor de los Álvarez se interrumpió a sí misma al entrar a la habitación.

Edson y Diego estaban dormidos... Abrazaditos, Álvarez estaba perfectamente acurrucado en el pequeño cuerpecito redondo de Lainez, como protegiéndolo.

Viéndose frente a frente, las frentes pegadas, los ojos cerrados y ambas manitas sobre el costado del vientre de Lainez.

O nomás no le hallaban el modo.

—Necesito hacértelo ahora. — susurró Edson en cuanto sus labios dejaron de humectar los de Lainez y este lo separó por los hombros.

— ¿Ahorita?

—Las ganas neta están que me matan. — con cuidado Álvarez recostó a Diego sobre la cama mientras le tomaba de las muñecas.

—Nos estás aplastando. — dijo a mitad del beso y Edson se separó.

— ¿Y entonces cómo le hago?— preguntó con respiración agitada.

—No sé. — ambos se sentaron sobre la cama y se miraron.

— ¿Y si lo hacemos de cucharita?— preguntó Edson en un hilo de voz.

—Ah chinga, ¿Eso se puede?

—Creo.

—A ver. — los adolescentes inexpertos se acomodaron sobre la cama, siendo Lainez la cucharita pequeña y Edson quien lo cubría. —La neta dudo mucho que funcione.

—Oh chinga, que sí, tú confía en mí. — respondió Álvarez no muy convencido de lo que hacía y comenzó a rozar su miembro contra el trasero de Lainez.

—Al chile esto no se siente rico, se siente extraño.

—Simón, yo también me siento raro. — contestó para colocarse boca arriba y Lainez lo imitó, colocando una almohada bajo su espalda y una de sus manos sobre su vientre.

El silencio de la noche y los grillos de afuera los acompañaban en esa noche de febrero.

—Pues si quieres te puedo hacer un oral. — propuso Edson ganándose una mirada de Lainez.

—No se vale ¿Qué hay de ti?

—Uno y uno, bueno, digo, si tú quieres.

—Está bien, pero sólo un poco.

— ¿Y una metidita de dedos?

—Va. — con una sonrisa Edson se escabulló por debajo de las sabanas hasta llegar a su zona íntima mientras lentamente sentía cómo le bajaba el pantalón de la pijama y la ropa interior.

𝘈𝘮𝘢𝘳𝘵𝘦 𝘋𝘶𝘦𝘭𝘦 ||𝘌𝘥𝘴𝘰𝘯 𝘈. 𝘹 𝘋𝘪𝘦𝘨𝘰 𝘓.||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora