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Esa pinche rola estaba en todas partes.

En las calles, en los carros que pasaban a todo volumen por su casa, en las fiestas, en los tiktoks; esa madre estaba hasta en la sopa.

Así que para Diego no fue sorpresa cuando un día en la mañana se despertó por el ritmo de esa pinche canción que ya lo tenía hasta la madre.

Comenzaba a pensar que su novio tenía un crush con ese wey y le molestaba.

Porque sí, tenía corte de temerario, pero de cuerpo y cara no estaba mal, y eso llenaba de inseguridad a Lainez que estaba comenzando a "perder cuerpo" según él.

"Puras mamadas."— era lo único que le decía Edson.

Con cuidado Diego se levantó de la cama viendo que Edson estaba en el baño, con la puerta abierta y buscando algo en el gabinete abajo del lavabo.

No traía playera y ah, eso cómo le mamaba a Diego.

Pero ahorita, estaba enojado.

¿A quien le cantaba esa pinche canción con tanto sentimiento?

¡SU CUERPOOOOOOOOOO, JURO POR DIOS QUE ERA TAN PERFECTO, SU CINTURITA COMO MODELO!— gritó Edson al ritmo de la música y el azotón de la puerta del baño hizo que por inercia alzara la cabeza y se golpeara en el interior del mueble.

— ¿A quien le estás cantando eso?— preguntó Dieguito como mamita enojada y su mano posada en la parte baja de su pequeño vientre. —Porque a mí no creo.

—No mames Diego, buenos días primero.— respondió sobándose la cabeza mientras se levantaba.

—Te hice una pregunta, Omar.

—Pues a tí ¿A quien más se la podría estar cantando?

—Yo no tengo cintura ¿Ya me viste?— entre molesto y triste señaló sus costados y Edson arqueó una ceja.

—Cinturita tienes, pero también tienes otras curvas que me gustan más ahorita que tienes al bebé ahí adentro. — Álvarez levantó las cejas haciendo enrojecer a Diego.

Ese wey dominaba una labia de aquellas, que hasta el enojo logró quitarle a Diego.

—Ay mi Dieguito ¿Qué me hiciste para traerme tan pendejo?— preguntó acariciando la barbilla de Lainez.

—Pues aparte de papá, nada más.— respondió con una risita y colocó una de sus manos sobre su pequeño vientre.

—No pues qué más querías, ya con eso tengo la respuesta, mi flaquito. — Edson colocó su mano sobre la de Diego y la acarició con su pulgar.

Sólo para sentir a través de ésta el muy ligero movimiento de inercia de su bebé.

—O tal vez debería decirte mi chaparrito cuerpo de uva.

— ¿Me dijiste gordo? Pedazo de cabron.— la molestia volvió de nueva cuenta a Diego y su pequeño cuerpo de Chihuahua, haciéndolo fruncir el ceño.

—Nop, con eso quiero decir que estás bien sabroso.

Sí, relativamente ahora ambos nuevos papás se llevaban mejor que nunca, pero aún faltaba algo.

Hoy Lainez no había despertado por las canciones de peso pluma a todo volumen, o por el ruido de la tele del cuarto como veces anteriores.

Despertó porque sintió el frío entrar por su espalda.

El frío que indicaba que una vez más, como desde hacía un par de semanas, Edson no estaba en la cama.

—Buenos días, bebé.— saludó adormilado y se estiró un poquito.

𝘈𝘮𝘢𝘳𝘵𝘦 𝘋𝘶𝘦𝘭𝘦 ||𝘌𝘥𝘴𝘰𝘯 𝘈. 𝘹 𝘋𝘪𝘦𝘨𝘰 𝘓.||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora