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—Recuerden, únicamente cuaderno y pluma en mano para las anotaciones y su memoria; al aula de computo no pueden entrar con alimentos, bebidas ni mochilas, así que andando.

— ¿Te puedes llevar mis cosas? Voy rápido al baño. — pidió Diego entregando cuaderno y pluma a Marcelo.

—Pero te apuras.

—Señor Lainez ¿A dónde va? El aula de computo es del otro lado hacia donde van sus compañeros. — interfirió Ochoa.

—Sí, pero quiero ir al baño.

— ¿Ya sacó todas sus cosas?

—Sí, se las dí a Marcelo.

—En ese caso lo espero en el aula, tiene 5 minutos o le cierro la puerta ¿Quedó claro? Y si yo fuera usted me apresuraba, porque ustedes dos son los segundos en exponer.

—Sí profesor. — Guillermo únicamente asintió antes de ponerle el candado a la puerta y comenzar a caminar.

—Uy, para ser su favorito anda de un genio. — soltó Marcelo mirando a Ochoa caminar junto al grupo. —De seguro el profe Lio no le dió como cajón que no cierra y anda de malas. — susurró.

—Marcelo. — musitó aguantando la risa.

—Y no lo culpo porque yo andaría igual. — añadió con una falsa mueca de tristeza que hizo reír a Diego.

—Con razón.

—Baboso.

—Ya, voy al baño, ahorita te veo. — por las escaleras contrarias Diego bajó y se dirigió a los baños más cercanos al aula de computo.

Pero a partir de aquí sus planes estaban a punto de cambiar.

Diego se lavaba las manos mientras tarareaba la canción con la que llevaba días obsesionado gracias a Edson.

—...y sólo tengo ganas de-. — cantó en voz muy bajita.

—...verte otra vez. — añadió una segunda voz y Lainez no pudo evitar voltear al sentir un suave toque en su cintura.

— ¿Qué te pasa?— dijo asustado y golpeó el pecho del más alto quien sólo rió y acarició el cabello de Lainez.

— ¿Cómo estás chaparrito? ¿Me extrañaste?

—Cero. — respondió intentando no lucir emocionado de tener a Álvarez frente a él.

—Esa ni tú te la crees. — Diego apretó los labios y bajó la mirada. —Yo a tí sí, te extrañé un chorro ¿Te gustó el clavel que te mandé con el Chucky?

—Sí, estaba muy lindo, gracias.

—A mi chulo le puedo regalar todas las flores que quiera...

— ¿Qué pretendes conmigo Edson?

— ¿Tu qué crees?

—No sé, por eso te pregunto. — Edson pensó unos segundos para luego hablar.

—Que me des un besito, así con esos labios brillositos y rositas; hasta han de saber a cereza.

— ¿Un besito?

—Así, de lengua, al estilo fransua. — Diego comprendió a qué se refería y apretó los labios conteniendo una sonrisa ilusa.

—Estás pero si bien wey si piensas que te voy a dar un beso.

—Sí verdad ¿Cómo puedo pedirle únicamente un besito a este chaparrito ojitos bicolor?

— ¿O sea que lo único que querías de mí era besarme? ¿Como si fuera tu experimento? Qué poca. — eso hubiera respondido Diego si tan sólo fuera menos ingenuo; sin embargo, el impulso dentro de él lo dejó llevarse.

𝘈𝘮𝘢𝘳𝘵𝘦 𝘋𝘶𝘦𝘭𝘦 ||𝘌𝘥𝘴𝘰𝘯 𝘈. 𝘹 𝘋𝘪𝘦𝘨𝘰 𝘓.||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora