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Edson y Diego caminaban regreso a la escuela, en silencio; Álvarez miraba de vez en cuando la mano de Diego con deseos de entrelazarla con la suya, pero algo se lo impedía.

— ¿Qué tienes?— se dignó Edson a preguntar.

—Nada...

— ¿Es porque no te contesté tu pregunta?— Diego no dijo nada y se frotó el brazo ante el frío viento de la tarde-noche.

Edson se quitó el suéter y lo colocó sobre los hombros de Diego para cubrirlo.

—Oye... Sólo dije que tiempo al tiempo, podemos seguir conociéndonos y a ver qué pasa.

— ¿Seguro?

—Te lo prometo. — entrelazó su mano con la de Diego y besó el dorso de ésta.

Al fin había dado ese paso.

— ¿Interrumpo?— la voz de Marcelo recargado en la pared con la mochila de Diego en sus brazos los detuvo, haciendo que ambos se soltaran de las manos. —Hola Di... Hola Machín.

—Este hijo de la...

—Marcelo ¿Qué haces aquí?— preguntó Diego.

—Hoy salimos temprano. — extendió la mochila de Diego hacia él y Lainez la tomó. — ¿Sabes algo?— pregunto Flores acomodando el aza en su hombro. —De ahora en adelante te voy a llamar factor.

— ¿Factor por qué?

—Porque no solamente fuiste factor principal para que Ochoa nos bajara tres puntos hoy y considerara reprobarnos, sino que mira. — mostró una hoja de papel a Diego que confuso la tomó para leerla. —Me dijo que te la diera cuando te viera.

—Me lleva la chingada. — murmuró y Edson tomó el papel de las manos de Diego para leer.

—Podré haber sido un pendejo para muchas cosas en la secundaria, pero para las tics siempre fui buenazo ¿Qué se supone que le voy a decir a mis papás? Y deja yo a los míos ¿Qué les vas a decir tú a los tuyos? ¿Qué te fuiste a copular con el naco?— Edson levantó la vista del reporte para mirar a Marcelo; y a diferencia de otras veces que le hubiera mentado la madre, simplemente palideció y devolvió apenado la hoja a Diego. —Equis nene, no es secreto.

—No vas a abrir tu hocico ¿Verdad?

—Lo voy a considerar.

—Por favor Marcelo, prométeme a mí que no vas a decir nada. — intervino Diego como una súplica.

—Ya, está bien, lo juro. — aceptó de mala manera. —Pero ya, vámonos. — y eso hicieron, caminaron a la entrada principal de la escuela.

Pero el pitar de un auto los frenó de su caminata, era Mauro; él había dejado de ir por Diego hacia unos días, no era sorpresa que el mayor estuviera ahí, pensaba cuidar a su hermano a toda costa.

—Este definitivamente es diosito castigándote por revolcarte con el gato. — soltó Marcelo recibiendo como respuesta un codazo de Diego en sus costillas. — ¿Qué te pasa? Ya se te está pegando lo salvaje.

—Cállate. — agregó Diego entre dientes al ver a su hermano caminando hasta ellos.

—Buenas noches. — saludó Mauro.

— ¿Qué haces aquí?— preguntó dando un paso al frente.

—No tuve mis últimas dos clases y consideré prudente venir a recogerte ¿Por qué?

—No... Sólo preguntaba. — Mauro asintió antes de pasar sus ojos a Edson quien buscaba una manera de poder huir de aquella incómoda situación.

— ¿Quién es este?— señaló sobresaltando a Edson.

𝘈𝘮𝘢𝘳𝘵𝘦 𝘋𝘶𝘦𝘭𝘦 ||𝘌𝘥𝘴𝘰𝘯 𝘈. 𝘹 𝘋𝘪𝘦𝘨𝘰 𝘓.||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora