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El sonido de una cortina metálica siendo bajada retumbó en la oscura calle iluminada por algunos postes de luz que estaban cerca.

Edson tenía el teléfono en la mano, mirando que los mensajes no le llegaban a Diego.

—Ya quedó. — habló Malagón terminando de colocar el candado y acomodó la mochila en su espalda. —Ya vámonos, ya ves que luego aquí asaltan y nosotros no creo que corramos con la misma suerte de Diego. — palmeó ligeramente a Álvarez por el hombro y el más alto lo miró.

—Mala, ando medio preocupado.

— ¿Por?

—Es que Diego no me contesta.

—Pues a lo mejor se quedó dormido. — dijo.

—No, es que está raro, mi flaco siempre contesta.

—Cálmate, ha de estar bien, nomás estás sobrepensando. — le dijo Malagón despreocupado. —Además, dices que en las tardes el piojo lo cuida ¿No? Si algo le hubiera pasado ya te hubiera avisado, las malas noticias son las primeras que llegan. — Edson asintió dándole el voto de confianza a las palabras de Luis Ángel, soltó un suspiro y comenzaron a caminar por las calles. — ¿Nerviosito de que mañana juegan con pumas? — preguntó. —Yo me estaría cagando.

—Nhe, ni tanto, va facilito.

—Ajá sí, luego ahí andas chillando que perdieron.

—Pero eso fue con Pachuca, no manches ese día sí nos dieron una arrastrada.

—No inventes si es cierto, pinche 3-0 bien maldito.

Siguieron conversando y caminando hasta que Edson sintió que el bolso del pantalón le vibró, una llamada.

—A ver aguántame.

Mauro cuñado.

Leyó en la pantalla y en corto contestó.

— ¿Bueno?

—Bueno, Edson, oye wey ¿Ya estás en la casa?

—No, apenas salí del trabajo. — respondió. —Oye ya aprovechando ¿De casualidad no sabes si Diego está bien? Es que no me contesta los mensajes. — silencio. — ¿Mau?

—Mira, Diego no está en tu casa.

— ¿Cómo que no?

—Está con nosotros, nos marcó medio sacado de onda y mi mamá y yo pasamos por el a tu casa.

— ¿Cómo sacado de onda? — preguntó medio asustado. — ¿Qué le pasó?

—No sé, se empezó a sentir mal de repente. — mintió.

Lo que menos necesitaba era asustar a Edson.

—Mira, por mientras ahorita que llegues a tu casa pasas por ropa para Diego, por unos papeles que dice que tiene en el cajón de la ropa de la niña y también haces la bolsa con pañales y ropa para Valentina, por si las dudas.

— ¿Cómo que por si las dudas Mauro, qué pasó?

—Tú nada más haz por favor lo que te pedí ¿Sí?— dijo. —Llego por tí como en 20, hay tráfico. También por favor avísale a tu familia que nos llevamos a Diego al hospital, para que no se preocupen ¿Va? Te veo entonces, con cuidado.

Se despegó el celu de la oreja en cuanto Mauro le colgó la llamada y vió la notificación de un mensaje de WhatsApp.

Jefa

𝘈𝘮𝘢𝘳𝘵𝘦 𝘋𝘶𝘦𝘭𝘦 ||𝘌𝘥𝘴𝘰𝘯 𝘈. 𝘹 𝘋𝘪𝘦𝘨𝘰 𝘓.||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora