09

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Con la sangre seca sobre su labio y los huevos en la garganta, empujó la puerta entreabierta del viejo salón.

De esta salió un chirrido que lo hizo encogerse.

—Hola. — saludó el tímido Lainez adentrándose por la puerta del aula.

—Hola. — respondió Ochoa moviendo su vista de las hojas que calificaba y entrelazó sus manos sobre el escritorio. —Hace varios recesos que no pasas por aquí.

— ¿Me puedo sentar?— Guillermo asintió señalando el pupitre frente al escritorio y Diego se sentó.

— ¿Qué trae por aquí al joven Lainez?

—Usted es la persona más inteligente y preparada que conozco de aquí. — dijo en primer lugar.

—No me vas a hacer cambiar de opinión respecto a que estás a punto de reprobar por tu bajo rendimiento si es eso a lo que viniste.

—No, no es eso, sólo... Permítame hablar. — el silencio de Ochoa fue indicativo para Diego que podía seguir. — ¿Alguna vez había escuchado sobre la cromosomalia compartida? — preguntó con algo de pena extendiendo una hoja que había impreso en el aula de cómputo y Guillermo la tomó para mirarla.

—Si, en la universidad alguna vez llegué a escuchar de ella; pero por lo que recuerdo muy poca parte de la población nace con eso. — devolvió la hoja a Diego y lo miró. — ¿Por qué la pregunta?

—Porque en este momento está hablando con parte de la población que lo tiene. — respondió ahora dejando la prueba sobre la mesa. —Y no sabía con quién más hablarlo, porque si lo hacía con mis papás primero de seguro me cago.

—Ay Diego. — musitó tomando la prueba y apretó los labios.

—No sé qué hacer. — soltó con un nudo en la garganta mientras Ochoa comenzaba a sentir como también uno se formaba en su garganta. —Mis papás me van a matar cuando se enteren.— agregó con tanto terror en su voz que Ochoa solamente se levantó del escritorio en silencio y se acercó a Diego.

—Te voy a ayudar, lo vamos a hacer juntos ¿Te parece?— preguntó a Diego que con los ojitos hinchados y llenos de lágrimas asintió. —Los voy a mandar a llamar ¿Okey? No estás solo Dieguito. — y ese abrazo que Guillermo le dió, fue lo que Lainez necesitó para poder romper en llanto, para poder sacar desde el fondo de su pecho todo el dolor y miedo que sentía.

Pero eso sólo era el principio.

—Tranqui Di, todo va a estar bien. — Marcelo le acarició el hombro y Diego apenas sonrió.

—Eso quiero Marcelo, que todo esté bien.— respondió sintiendo nuevamente ganas de partirse a llorar.

Y cuando ambos estaba listos para ir a casa después de su día más de la verga en la escuela, no siendo suficiente, Mauro apareció.

— ¿Qué haces aquí Mau? Ya habíamos quedado que yo me iba y me regresaba solo, Edson ya ni siquiera...— su hermano decidió pasarlo completamente de largo, con el ceño fruncido y los puños cerrados. — ¿Mauro?— preguntó antes de caminar detrás de su hermano y Marcelo los siguió.

Supo que iba a valer madre cuando lo vió caminar justo en dirección a Edson.

—No mames. — susurró para caminar tras su hermano y Marcelo no dudó en seguirlo.

—Te cargó la verga puto escuincle.

—Verga. — salió de la boca de Marcelo de manera bastante natural y de inmediato se la cubrió.

𝘈𝘮𝘢𝘳𝘵𝘦 𝘋𝘶𝘦𝘭𝘦 ||𝘌𝘥𝘴𝘰𝘯 𝘈. 𝘹 𝘋𝘪𝘦𝘨𝘰 𝘓.||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora