Capítulo 1

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Me gustaría decir que este verano fue tranquilo. Pero fue de todo menos eso.

Entre que Dani y Raul no paran de besarse delante de mis narizes como si yo tuviera un cartel que pone "bésense delante mía".

No se come delante de los pobres.

Bueno, de que me quejo. Si tengo a Lissa loquita. Tampoco me las quiero dar de mucho pero es la realidad.

Hoy he preparado una cena para pedirle de salir. Ya casi acaba el verano y tengo ganas de empezar la facultad. Aunque solo estará Lissa conmigo. Mis amigos no podrán venir porque estudian algo diferente.

Lissa quería ser maestra de infantil desde pequeña. Porque le gustan los niños pequeños. Mira tú por dónde, yo los odio.

Son demasiado...uf, como lo diría. Infantiles.

Yo también fui así vale. Pero ahora tengo todo el derecho a quejarme.

Lo bueno de todo esto es que la facultad queda solo una hora en coche desde mi cabaña.

Seguro que no sabréis que ha pasado con mi preciosa, bonita, adorable cabaña.

En verano ni la pisé. Si no lo que hice fue alquilarla. Ya que no la gastaba por lo menos ganaba dinero.

Eso sí, cada semana hay revisión porque no quiero ni un defecto en mi casa.

Os preguntaréis porque me quedé a dormir en casa de mis madres. Por qué me daba pereza quedar con mis amigos y irme antes por la distancia de la cabaña a la civilización.

De hecho eso solo hizo que me llevase peor de lo que me llevaba con Sabrina.

Volviendo a lo que estábamos. La cena.

Lissa estará a punto de llegar así que solo me queda echar el vino en su copa. Justo cuando escucho un timbre.

Mi corazón casi se sale por la garganta. Estoy demasiado nerviosa. ¿Y si me dice que no?

¿Y si sí? Pero, ¿y si no?

Cállate y abre.

Respiré una vez más y abrí esperando a que entre.

Solo entró...¿Sabrina?

-Sabrina. ¡Vete!- dije ofuscada por que la viera.

Estuve ocultándoles a mis madres que tengo "algo" con una chica. Principalmente porque me dan la charla de no utilizar a mujeres solo para satisfacerme y bla, bla, bla.

Yo siempre les digo:

-Si nos satisfacemos las dos. ¿Dónde está el problema?- y se quedan calladas. El mejor argumento sin duda.

-¿Por qué me tengo que ir?- dijo intentando mirar hacía dentro pero yo se lo tapé con mi cuerpo.

Ella puso una mano en mi cintura para apartarme y salté de la impresión.

-Relaja, solo quiero ver.

-Estoy esperando a alguien. Vete que está a punto de llegar.- dije cerrándole la puerta.

-Estas en mi casa. Déjame entrar.- le intenté cerrar la puerta otra vez pero era más fuerte que yo.- ¡Yo me quedaré en la habitación y no molesto!

-Que no me da la gana. Vete al parque o con mi madre.

-Tu madre está trabajando.- dijo después de haberme ganado con la batalla de la puerta.

-Me alegro. Ahora vete.- no me hizo caso, se quedó quieta con los brazos cruzados.- Por favor...- le puse carita de chucho abandonado.

Sabrina es de roble, no sirvió.

Tortura Explícita [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora