Capítulo 5

268 13 2
                                    

Cuando me quise dar cuenta era la madrugada y dormí demasiadas horas.

Me obligué a dormirme pero por más que imaginara escenarios ficticios no podía.

Mi cuerpo no ha descansado lo suficiente. Y todo esto por culpa de Sabrina.

Maldita ella y el día en que me la volví a encontrar.

¿Será verdad eso de que nos pillaron? ¿Por eso la echaron?

Al principio cuando me lo contó, que era cuando yo peor me encontraba por ella, no me lo creí o no me lo quise creer.

Lo único que sabía era es que Sabrina no es una persona de confianza.

Me levanté de la cama y fui al baño. Hice mis necesidades y bajé a coger algo de comida ya que estaba algo hambrienta.

Por mi suerte de siempre me encontré a Sabrina haciendo lo que iba a hacer. Preparándose un vaso de colacao.

-¿Qué haces despierta a estas horas?- me preguntó mirándome de reojo.

Yo solo intenté no fijarme en que llevaba puesta una bata fina. La de ayer. Dónde se le veía todo.

-Te gusta mucho mirar.- dijo de repente, sobresaltándome.

-Tengo ojos para algo.- fue lo único que salió de mi boca.

-Viniendo a esos motivos. Todos tenemos ojos y no me importaría perder la educación para mirar.

Se giró y se apoyó en la encimera mirándome el cuerpo trozo a trozo.

Yo me estremecí pero luego me di cuenta de que yo llevaba una camisón y solo llevaba un tanga.

Aproveché la ocasión y me subí encima de la mesa de cocina.

Me cogí las rodillas con las manos y me separé las piernas.

Ella tardó en bajar su mirada y cuando se dio cuenta de que solo llevaba un tanga apretó el mármol con fuerza con los nudillos blancos.

-Elisabeth, eres una jodida tortura. Pero eres tan exquisita.- dijo lamiéndose los labios como si estuviera entre controlarse o perder el control.

Y cuando cerré las piernas me bajé de un salto de la mesa y me dispuse a irme. Yo ya he cumplido mi función.

Un cuerpo se absorbió en el mío dejando sin espacio uno del otro.

Sabrina me respiraba en la oreja y eso hacía que se me pusiera la piel de gallina.

-Nunca en tu vida más...vuelvas a dejarme así de mojada...- susurró dejándome igual de mal.

Cogió mi mano aún detrás de mí. Metió mi mano por su bata y toqué sus bragas, húmedas.

-Esto causas en mí.

Me retiró la mano y me marché corriendo con las pulsaciones al borde del límite.

Vaya noche también.

***
Estábamos caminando Dani y yo por una plaza. Comíamos unas patatas de la feria de verano. Tuvimos que aprovechar ya que dentro de nada la quitaban.

-Tu me tienes algo que decir.- dijo de repente. ¿Cómo me conoce tanto?

-¿Yo? Eh...

-Cuando estas nerviosa arrugas tus cejas, coges mucho el móvil y estás inquieta.- me quedé mirándola.- Encima no has parado de morderte las uñas y el labio.

Dani me miraba y bajó su mirada a mi cuello.

-¿Que es eso?- se rió.

-¿El qué?- le dije atontada.

Tortura Explícita [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora