Cuando me quise dar cuenta era la madrugada y dormí demasiadas horas.
Me obligué a dormirme pero por más que imaginara escenarios ficticios no podía.
Mi cuerpo no ha descansado lo suficiente. Y todo esto por culpa de Sabrina.
Maldita ella y el día en que me la volví a encontrar.
¿Será verdad eso de que nos pillaron? ¿Por eso la echaron?
Al principio cuando me lo contó, que era cuando yo peor me encontraba por ella, no me lo creí o no me lo quise creer.
Lo único que sabía era es que Sabrina no es una persona de confianza.
Me levanté de la cama y fui al baño. Hice mis necesidades y bajé a coger algo de comida ya que estaba algo hambrienta.
Por mi suerte de siempre me encontré a Sabrina haciendo lo que iba a hacer. Preparándose un vaso de colacao.
-¿Qué haces despierta a estas horas?- me preguntó mirándome de reojo.
Yo solo intenté no fijarme en que llevaba puesta una bata fina. La de ayer. Dónde se le veía todo.
-Te gusta mucho mirar.- dijo de repente, sobresaltándome.
-Tengo ojos para algo.- fue lo único que salió de mi boca.
-Viniendo a esos motivos. Todos tenemos ojos y no me importaría perder la educación para mirar.
Se giró y se apoyó en la encimera mirándome el cuerpo trozo a trozo.
Yo me estremecí pero luego me di cuenta de que yo llevaba una camisón y solo llevaba un tanga.
Aproveché la ocasión y me subí encima de la mesa de cocina.
Me cogí las rodillas con las manos y me separé las piernas.
Ella tardó en bajar su mirada y cuando se dio cuenta de que solo llevaba un tanga apretó el mármol con fuerza con los nudillos blancos.
-Elisabeth, eres una jodida tortura. Pero eres tan exquisita.- dijo lamiéndose los labios como si estuviera entre controlarse o perder el control.
Y cuando cerré las piernas me bajé de un salto de la mesa y me dispuse a irme. Yo ya he cumplido mi función.
Un cuerpo se absorbió en el mío dejando sin espacio uno del otro.
Sabrina me respiraba en la oreja y eso hacía que se me pusiera la piel de gallina.
-Nunca en tu vida más...vuelvas a dejarme así de mojada...- susurró dejándome igual de mal.
Cogió mi mano aún detrás de mí. Metió mi mano por su bata y toqué sus bragas, húmedas.
-Esto causas en mí.
Me retiró la mano y me marché corriendo con las pulsaciones al borde del límite.
Vaya noche también.
***
Estábamos caminando Dani y yo por una plaza. Comíamos unas patatas de la feria de verano. Tuvimos que aprovechar ya que dentro de nada la quitaban.-Tu me tienes algo que decir.- dijo de repente. ¿Cómo me conoce tanto?
-¿Yo? Eh...
-Cuando estas nerviosa arrugas tus cejas, coges mucho el móvil y estás inquieta.- me quedé mirándola.- Encima no has parado de morderte las uñas y el labio.
Dani me miraba y bajó su mirada a mi cuello.
-¿Que es eso?- se rió.
-¿El qué?- le dije atontada.
ESTÁS LEYENDO
Tortura Explícita [2]
Teen FictionYa que Elisabeth no queda del todo contenta con que su madre se haya casado con el supuesto amor de su vida. Ahora va a tratar de recuperar lo que era suyo pero alguien tendrá que salir dañado. SEGUNDO LIBRO ⚠️ Primer libro: Tortura Exquisita. Segu...