Capítulo 4

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Velika

Tener conversaciones incómodas es mi pasión.

—¿Quién te trajo? —pregunta nuevamente la abuela.

—Bueno... —comienzo mi ingeniosa respuesta—. La verdad es que me ha traído mi profesor, que no es ni joven ni atractivo como un modelo, no tenía cómo venir sin que me cayera toda la lluvia encima y él muy amablemente se ofreció a hacer de transporte.

Mi abuela, Alma, se queda mirándome fijamente como si tratara de descifrar el mensaje oculto en mis palabras.

—Entonces... —Se sienta a mi lado en el sofá—. Te trajo tu profesor, muy joven y atractivo como un modelo que hizo de transporte solo para que no te cayera la lluvia, ¿correcto?

—Sí —afirmo, pero me doy cuenta del trasfondo que le está dando—. No.

—Así que es guapo y joven... interesante información, Vell. —La sonrisa que tiene en los labios me hace saber que ha distorsionado todo lo que he dicho.

—No, no... bueno sí, pero no —me enredo con las palabras, me tapo la cara con las manos y pego un grito de frustración.

—Calma, no te juzgo.

—¿No? —me sorprendo, tiendo a ser juzgada por lo que pienso.

—No, es lo que opinas y está bien, no es como que seas ciega para no apreciar la belleza física de los demás... en especial la de tu profesor.

Mis mejillas se sienten calientes, lo que me hace saber que debo estar roja como un tomate.

—¿Te parece interesante tu profesor, Vell? —pregunta, bien fresca.

—¿Qué? ¡No! —respondo, escandalizada—. Es más, me cae mal, me parece demasiado indignante su forma de mandar y decir: "Mi auto mis reglas". ¡Ja!

Me paseo de un lado hacia otro recordando sus palabras, tan odioso como él solo que me dieron ganas de tirarlo del carro por no dejarme mi canción.

—Técnicamente, si es su carro, pues él es quien manda allí —razona conmigo, pero soy testaruda y no quiero darle la razón—. No te comportes así, veinte años y aún debemos trabajar en tu carácter demandante.

—¡Pero es que él me dijo que podía poner la música que quisiera! —exclamo, yo quería esa música—. No me cae bien.

—¿Por qué? ¿Por no dejarte poner la canción que querías o porque es igual de imponente que tú?

Su pregunta me deja helada, notando que con el bendito profesor somos similares y a la vez distintos.

—No sé, no quiero pensar —me hago la loca—, te quiero abue, pero tus juegos mentales ahora mismo no me dejan procesar bien la información.

Ella ríe y yo me voy a mi habitación después de darle un beso en la mejilla. Huir de esto es mejor que ponerme a pensar en que mi abuela es como mi conciencia.

—Es tu profesor, no es la gran cosa —me repito una y otra vez.

Mi habitación medianamente espaciosa me recibe, los colores morados en todas las tonalidades resaltan entre el color blanco.

La ducha que tomo me relaja, y cuando salgo hago de todo para no ponerme a pensar en lo que me ha preguntado la abuela.

¿Te parece interesante tu profesor, Vell?

¡No!

°°°

Pasan un par de semanas y levantarme por las mañanas es una pesadilla cuando me quedo hasta tarde haciendo los trabajos que mandan, es como si me hubiese ido de fiesta toda la noche, el dolor de cabeza no me deja tranquila.

Forbidden Love ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora