Era la hora de desayunar cuando la pequeña Nicol estaba jugando con la soledad a ser una gran profesional en los cálculos y gráficas, tenía solo como compañera a una muñeca de trapo que deseaba que fuera real para escuchar tanto sus risas como opiniones, su madre la llama molesta para que fuera a comer de una vez por todas el plato que había hecho con tanto desprecio, la niña se dirige cabizbaja al comedor intentando obtener resistencia al tener que escuchar sus criticas destructivas y soportar uno que otro golpe, se sienta sin decir una sola palabra y le colocan frente a ella un plato con dos panes sin relleno junto a una taza de café negro, su madre se retira calladamente encendiendo un cigarrillo para luego irse a la calle a hablar con sus amigas sobre lo injusta que es la vida sin que faltara el alcohol en sus reuniones, su deteriorada caverna al que denominaban hogar estaba situado solo un poco antes de llegar a la cúspide de una elevada pendiente, su madre Margaret siempre se quejaba de las largas distancias que tenía que recorrer desde la bodega más cercana hasta la despreciable residencia de la infelicidad y los gritos de malos tratos transformados en verbos de maldiciones hacia la inocente criatura.
Nadie lo sabía, pero a Nicol le fascinaba vivir en aquel lugar sobre todo cuando llegaba la noche y podía observar lo hermosas al igual que lo luminosas que son las estrellas. No siempre estaba en silencio sus calles, puesto que los antivalores, drogas, malos pasos y la maldad desmesurada de las personas una que otra vez se confrontaban frente a sus ojos en un intercambio de balas y de odio por sus semejantes, afortunadamente, sus pequeñas piernas eran lo suficientemente veloces para esconderse con miedo aunque fuese por un momento de su diabólica realidad, el llanto después de presenciar una minúscula parcela del infierno terrenal jamás se apartaban de su delicado sentimentalismo al comprender con desilusión que las hadas del que tanto les hablaban en sus libros jamás aparecieron para cumplirle como deseo escapar de aquel terrible rincón del mundo.
La mayor parte del tiempo hablaba con su títere de trapos viejos sobre los sueños que tenía, su más enorme ilusión era convertirse en una secretaria de prestigiosa empresa que le ofreciera un pago lo suficientemente capaz para cubrir sus penurias, cerca de sus juguetes tenía un cuaderno con portada dañada en donde escribía las tablas de multiplicar y practicaba matemáticas a solas, en algunas páginas estaban dibujadas rectángulos de diferentes tamaños que representaban los éxitos de sus compras imaginarias pero también las pérdidas de sus fantasiosas decisiones difíciles, sus tartas de plastilina eran las preferidas de sus comensales, pero en cambio, las tortas de arándanos no se habían vendido como pensaba, lo que suponía que debía inventar una estrategia para que su negocio en las nubes pudiera mantenerse ante las inminentes al igual que potentes competencias del mercado.Era la hora de irse a la escuela, por fortuna, a nicol le encantaba ir a su colegio, eran tantas las ganas que invadían su pequeño corazón que se levantaba más temprano de lo habitual para escribir las fechas de sus cuadernos al igual que dibujarles un precioso margen de rosas, algunas veces le daba oportunidad de jugar un rato con su más leal acompañante de aventuras, mientras que en otras, leía un poco sobre historias extraordinarias de personajes que triunfaron ante las adversidades, se preguntaba una y otra vez que si el dolor era una constante imprescindible en la fórmula del éxito personal ya que jamás escuchaba a alguien que haya tenido un camino libre de obstáculos, agradecía a los santos más poderosos de que su existencia no era tan grotesca a comparación de los protagonistas de sus libros, la inocente nicol no entendía en ese momento el oscuro futuro que se trazaría ese mismo día cuando su malvada madre se le ocurriera una asquerosa idea que categorizaba como brillante.
La infante se dirige a la sala para agarrar su mochila liviana de útiles escolares que en su mayoría el dinero de su casa no podía costear, se lo coloca en su espalda y espera a su querida madre despiadada que llegara de las casas de sus chismosas vecinas para que la llevara a pie a su destino, revisa el reloj de caricatura en su muñeca para darse cuenta que ya estaba un poco tarde, ya la niña estaba acostumbrada a que Margaret le diera prioridad a sus vicios que a la propia educación de su descendencia, Nicol no le da más importancia al asunto para luego colocarse a caminar hasta aquella casa de estudios. De camino a su colegio repasaba las tablas de multiplicar y realizaba una que otra pequeña suma mental en la cual siempre fallaba por un mínimo error de cálculo, sus amigos la consiguen en la esquina con su cara de concentración, nicol al verlos corre entusiasmada dándole más importancia a sus relaciones de afecto sincero que a los números, los pequeños se agarran de las manos y cantan mientras dan pasos ligeros a su salón, los pupitres ya se encontraban repletos de futuros profesionales, su maestra pasa la asistencia con un tono alegre para posteriormente entregarles el examen que debían hacer esa misma hora en la que habían entrado, los niños sacan hojas, sacapuntas, lápices y borras para copiar del pizarrón los problemas algebraicos.
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El silencio de un corazón frustrado
RandomEs impresionante como la vida es tan benévola pero a la vez es tan despiadada con todos sin excepción, a veces estás tan agradecido con ella, mientras que en otras llorando le pides al firmamento que te de la respuesta del por qué se comporta tan ma...