El mejor hermano que pude tener

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Desde antes que naciera él ya estaba allí, en la cuna, esperando mi llegada que tanto había deseado, en su rostro se veía una hermosa sonrisa que sin duda me hacía sentir querido junto a el amor de mis padres, me sentía seguro a su lado y me gustaba percibir su suave olor parecido al que emana una taza de caliente chocolate marrón, en las noches cuando soñaba con los peores villanos que la vida podría tener, me despertaba con miedo solo unos momentos y me calmaba al cerciorarme con la vista que mi fiel compañero no había ido a ninguna parte sin mí así como dos soldados amigos que se apoyan en las más crueles batallas y contiendas sin alejarse el uno del otro.
Cuando me levanto muy temprano en la mañana los fines de semana veo que mi querido hermano me ha ganado otra vez en abrir los ojos (para ser sincero, siempre lo hace), muy emocionados empezábamos a entrar al cohete de cartón fabricados entre los dos que nos llevaría a un extraordinario viaje más allá de los planetas que conforman el sistema solar. Nuestras odiseas fueron muy diversas, algunas veces nos encontrábamos en el extenso y peligroso mar en busca de invaluables tesoros a la vez que nos confrontábamos con viles piratas y a corrientes marinas mortales, mientras que en otras, emprendíamos una aventura en lo más adentrado de una selva prehistórica e incluso combinábamos todas nuestras historias en una sola experiencia inolvidable.
Cuando el desayuno ya estaba listo nuestros padres nos llamaban con un tono fuerte pero muy cariñoso, nos dirigíamos rápidamente al baño para cepillarnos los dientes y cuando culminábamos de hacerlo mostrábamos nuestra mejor mueca (pero con toda sinceridad solo yo la exhibía, ya que mi leal mejor amigo era tímido y nunca mostraba sus dientes, solo una semisonrisa  de lado con sus labios cerrados), sin darle mucha importancia a eso salimos de la habitación para llegar riéndonos a la cocina, , abrazábamos a nuestra madre la cual consideraba la mejor chef del mundo y a mi padre que lo veía como el extraordinario médico del universo nunca antes creado, en la mesa estaba preparado nuestro cereal favorito repleto de colores y sabores pero podía observar que solo estaba servido el mío, mi hermano nunca comía el desayuno conmigo porque según mis padres él ya estaba satisfecho, yo suponía que comía antes que yo pues no nos dejaban marcharnos sin antes dejar relucientes nuestros  platos hondos, cuando dejaba el mismo vacío, me retiraba de la mesa de madera rectangular para disfrutar de las caricaturas, mientras veíamos la televisión intentábamos plasmar en las hojas blancas a nuestros personajes favoritos con creyones de colores, mi compañero de vida se mantenía en un mismo lugar sin moverse demasiado hasta que yo lo llamaba para hacer otra actividad a pesar de que su papel permanecía en blanco con la esperanza de convertirse en una obra de arte, un sentimiento inexplicable me decía que no lograba inspirarse y que hacia su máximo esfuerzo por conseguirlo, feliz , lo llamaba con su original nombre que mi madre le había asignado para proceder a ir al patio, en donde con nuestra imaginación lográbamos transformarlo en una cancha de futbol profesional y con gradas repletas de fervientes admiradores, la mayor parte del tiempo mi querido hermano no podía atrapar al balón, pero cuando  por suerte lograba desviar el esférico de su portería festejaba junto a él abrazándolo fuertemente.
En las veces que me sentía afligido conmigo mismo porque no tenía una cualidad en mi lista de ideales ¡allí estaba mi ángel guardián para socorrerme! Esperando con sus brazos abiertos a que le contara mis problemas y ambos tratar de solventarlos. Al momento de hablarle el solo escuchaba, guardaba silencio hasta que terminara de narrarle lo sucedido sin quitarme de encima su mirada tan fija como un árbol que por medio de sus raíces se adhiere a la tierra fértil.
El querubín que se me fue obsequiado me resultaba fascinante, era exorbitantemente positivo en todos los instantes de mi incipiente vida, cuando peleaban nuestros padres y sus palabras de rabia retumbaban en mi mente iba a buscarlo sin pensarlo dos veces, y cuando lo conseguía, mi estado de ánimo era otro completamente diferente, solo me bastaba ver en su rostro aquella sonrisa de oreja a oreja para comprender que todo estaría bien, que por más complicado que fueran las circunstancias su felicidad jamás era afectada.
  En ocasiones en la hora de la merienda, conectaba a la enorme pantalla mi consola de videojuegos seguido de los dos controles para los usuarios, de  toda la lista de juegos frecuentemente elegía solo uno (los de combates por ser mis favoritos), yo era un talentoso contrincante por la razón de que no le daba oportunidad a que su personaje diera al menos un solo golpe, no me limitaba al momento de festejar mis hazañas, porque era más fácil atravesar un camino repleto de espinas erguidas que hacer sentir melancólico a mi luz vital.
Cuando llegaba el ocaso con sus tenues colores sabía que tenía que irme a bañar, abría el grifo para llenar la bañera que en pares de minutos se transformaría en un mar con densa espuma, aquel lugar de la casa parecía un rincón en donde las ilusiones se escapaban de la mente en forma de burbujas y estallaban para luego hacerse realidad, mi hermano me estaba esperando en la habitación con un gran desorden, con todos los juguetes dispersos en cada centímetro que por obligación teníamos que acomodar antes de ir a cenar. Pasaron varios minutos y ya estaba aseado, perfumado y terminado mi cuarto de organizar al lado de mi nunca faltante trocito de corazón.
Mientras comía percibía una pequeña emoción de soledad que me invadía poco a poco, cosa que no comprendía muy bien por el simple hecho de ser un inocente niño, me dispuse a degustar lo que me habían servido, a dejar sin ningún rastro de alimento mi platillo para obtener de mis padres una felicitación, deslicé mi silla para salir de la gran cocina equipada de muy lujosos instrumentos para hacer todos las actividades domésticas, agarro la suave mano de mi hermano y lo dirijo a la ventana arrastrando un poco sus pies. Me doy cuenta inmediatamente que afuera estaba una gran tempestad acompañada de un vendaval que movía violentamente a las palmeras, contemplo el cielo grisáceo en busca de una señal que me dijera que no había razón de sentirme abatido, a los instantes cae un magnánimo rayo, abro mis ojos con gesto sorprendido y le digo a mi dulce mejor amigo que pida un deseo en su mente, espero pocos segundos a que piense su gran anhelo pero solo queda un distante y frio silencio, volteo mi mirada al firmamento de color plomizo y mis ojos empiezan a debilitarse con lágrimas reservadas, con frustración termino diciendo < si tan solo > , seguido  empiezo a llorar mientras me dirijo  a él con pequeños sollozos.
Si tan solo tus ojos no fueran de plástico seguro que verías las cosas como yo lo hago y tus reflejos sin duda me parecerían los más lindos del mundo. Si tan solo tu corazón no fuera de algodón tus latidos bombearan tanto amor como el mío lo hace por ti. Si tan solo tus labios no estuvieran cocidos con hilo negro me pudieras contar tus más íntimos secretos y seria yo quien te ayudara a resolver tus problemas, también ambos seriamos capaces de demostrar nuestra mejor sonrisa delante del espejo a la hora de cepillar nuestros dientes. Si tan solo tus manos tuvieran dedos para agarrar los creyones me resultarían todas tus creaciones más hermosas que las de Picasso. Si tan solo tus piernas tuvieran  huesos y articulaciones no deslizaras tus pies a la hora de irte a buscar para jugar.
Si tan solo fueras un niño de verdad mi vida hubiese sido diferente.

El silencio de un corazón frustradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora