Todo estaba tranquilo y oscuro, un sonido que parecía un pitido monótono era lo único que se escuchaba en ese lugar en donde las enfermedades eran una constante batalla por sobrevivir, el cuerpo de Steven estaba acostado para poder descansar de las innumerables sesiones de quimioterapia del cual estaba sometido a asistir sin poder hacer ninguna excepción, la perilla de la puerta se empieza a girar muy lentamente para no asustar al paciente favorito tanto del doctor como de su madre, sus ojos entrecerrados pueden visualizar un par de globos que le obsequiaban dándoles apoyo a su autoestima que se encontraba en constante frustración por la vida.
El doctor le da los buenos días muy amablemente para luego decirle en voz alta las indicaciones a su querida madre la cual siempre cumplía al pie de la letra aquellas instrucciones tan detalladas, el hombre joven de bata blanca cierra su libreta en donde contenía el expediente del chico en situación crítica por intentar seguir presente en un mundo repleto de desilusión para posteriormente darle como presente una sonrisa que se debatía entre compasión y apoyo, aquel caballero se retira educadamente de la recamara dejándoles en claro que tenía responsabilidades que atender en las eternas complicaciones que reservaba la clínica, se deja escuchar el retumbante sonido al cerrar la puerta y su madre Martha trata en lo más profundo de su ser extraerle una sonrisa de esperanza al complicado adolescente que el destino le había asignado, cuando termina de decirle el chiste el joven solo queda en un frustrante silencio que denotaba la inconformidad de alguien que se negaba rotundamente a cumplir con un papel que no se merecía, en diversas oportunidades Steven le decía a sus padres que no era justo el hecho de que personas tan perversas en el planeta no tuvieran ningún desperfecto en sus cuerpos mientras que otros individuos que desbordaban de bondad estuviesen frecuentemente debatiéndose entre seguir con los ojos abiertos o permanecer su vista cerrada en un viaje eterno sin vuelta atrás, su padre era una persona muy inteligente al igual que alguien con muchos logros académicos pero aquella pregunta sencillamente se escapaba de los límites de sus posibilidades para contestarla, cuando su hijo tenía una pregunta por hacerles ambos sabían perfectamente que se acercaba una fuerte tormenta que con todos sus latidos deseaban sosegar pero lastimosamente aquellas respuestas formaban parte de los misterios que solo el mismo universo conocía, de todas las cosas exhaustivas que le estaban ocurriendo, como lo eran: las inyecciones, sus dietas especiales y la quimioterapia que le aplicaban cada cierto tiempo y que lo dejaba muy debilitado, solo estaba feliz por dos motivos, la primera era que gracias a su enfermedad sus padres sacaban instantes de sus trabajos para que lo acompañara, y la segunda, era que había construido una fuerte amistad en un grupo de jóvenes que se entendían mutuamente por las traumáticas circunstancias que experimentaban y los demonios que aun juntos les esperaban por vencer.Cuando las enfermeras del enorme hospital les correspondían sacar a los pacientes al patio para que se distrajeran de sus terapias, Steven aprovechaba para reunirse con su hermandad y pasar un rato diferente, gracias a sus compañías todos terminaban con una honesta sonrisa en sus rostros y cada vez mas era normal que sus risas se escucharan al unísono por toda la clínica, las risas eran tan seguidas que sus estómagos le dolían de tanto despedir carcajadas y con una lagrima de felicidad en sus ojos claros.
No tenía tantos amigos como deseaba su corazón, pero se conformaba con Carla, Sebastián y Estefany para entretenerse en un hospital que el mismo categorizaba como una especie de cárcel improvisada, hacía ya cuatro meses que Matías ya no los acompañaba porque había perdido la batalla ante un contrincante que solo podían percibir los rayos X y solo se podía observar cuando los extrovertidos síntomas hacían templar su pálido cuerpo.
En una oportunidad, estaban todos reunidos para ver una película que según Matías era una obra maestra, al final de la filmación a ninguno le parecía interesante lo que miraron sus ojos por un poco más de una hora y media, todos se rieron por lo patética que la película les parecía y se abalanzaron sobre Matías dándole abrazos que se debatían entre molestia por obligarlos a contemplar algo aburrido y el aprecio incondicional lleno de amor que le brindaba su equipo, esa misma noche antes de que todos fueran a dormir, deciden juntar sus manos para prometerse una amistad infinita con la presencia de la luna creciente que se asomaba por la ventana, una ráfaga fría de viento se sintió en la pieza y ellos terminaron su promesa con un baile alocado acompañado de un cálido abrazo, aquel día Matías se veía reluciente, con un aura de inocencia que despedía por cada uno de los lugares que visitaba, nunca antes se había dejado notar su presencia como aquella noche de cine.
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El silencio de un corazón frustrado
DiversosEs impresionante como la vida es tan benévola pero a la vez es tan despiadada con todos sin excepción, a veces estás tan agradecido con ella, mientras que en otras llorando le pides al firmamento que te de la respuesta del por qué se comporta tan ma...